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Antoni Farrés, alcalde de Sabadell. Más allá de la utopia

JORDI SERRANO I BLANQUER*

Antoni Farrés fue un luchador antifranquista, abogado laboralista, abogado de mil detenciones y alcalde de la ciudad de Sabadell desde la recuperación de los ayuntamientos democráticos en 1979 hasta 1999. Una victoria y cuatro mayorías absolutas conseguidas con los comunistas del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). Después de Córdoba la ciudad más importante gobernada por un comunista. Ahora que la política vive sus momentos más bajos es necesario decir que Farrés simboliza la política con mayúsculas, el noble ejercicio de la ciudadanía activa, de la ética civil republicana. Farrés y con él centenares, miles de personas, que dieron lo mejor de sus vidas por la comunidad con generosidad ilimitada con un sentido de la justicia por encima de los pobres avatares de la política entendida demasiadas veces como politiquería. Farrés fue uno de los mejores políticos catalanes y el desconocimiento de su figura se debe a su modo de ejercer la política, como un servicio público, con modestia infinita, con austeridad al borde de la obsesión, con sencillez ilimitada. Era igual que su ciudad, Sabadell. Por no hacer no hacia prácticamente campañas electorales, consideraba que los ciudadanos eran mayores de edad y que ya juzgarían. Y lo hicieron por cinco veces, con contundencia, él revalidaba mayorías absolutas mientras su partido el PSUC se hundía en el 4%. Farrés es también el símbolo de la construcción de una ciudad sin grietas, de una sociedad sin fisuras, en la terminología de la época la 'alianza de las fuerzas del trabajo y la cultura'.

Las ciudades y las sociedades pueden navegar con rumbo racional hacia algún lugar o bien permanecer a la deriva hacia su naufragio. Hoy hay que decir bien alto que hemos dejado de ser el tercer mundo por la determinación de unas mujeres y unos hombres que antepusieron su interés al de la mayoría y muy especialmente por aquellos más humildes. Estos ciudadanos sabían y lo demostraron que los pueblos pueden coger las riendas de su futuro y dirigirse a futuros utópicos con determinación y entusiasmo. En aquella época seguramente se cometieron muchos errores pero, sin pretensiones de parecer nostálgico, creo que a nuestro país le faltan hombres como Farrés e ideas como las suyas: sacrificio, determinación, esfuerzo, entusiasmo, valentía, rigor y compromiso. Fue más allá del sueño, más allá de la utopía y lo hizo sin caminos a seguir, sin maestros, sin guías. En cada rincón de la ciudad, en cada rincón de los servicios encontraremos la huella imborrable de un legado gigante, de un hombre valiente y decidido que nos permite estar orgullosos de la política, de la izquierda y de nuestra ciudad.

*Rector de la Universidad Progresista d'Estiu de Catalunya

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