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'Call of Duty, Black Ops': Simpatía por el diablo

La séptima entrega de este 'shooter' se ambienta en la Guerra Fría

ÓSCAR ABOU-KASSEM

La relación idílica que mantienen los creadores de Call of Duty y su legión de seguidores parece indestructible. Cada nueva versión de la saga de Activision logra superar las ventas del anterior: se estima que puede haber superado ya los ocho millones de copias en todo el mundo.

El secreto es no cambiar casi nada de lo que ya funciona a la perfección. Si el año pasado el revuelo se montó ante la posibilidad de que el usuario tuviera que actuar como un terrorista, este año ha tocado con un intento de magnicidio contra Fidel Castro.

Call of Duty: Black Ops sigue siendo un shooter en primera persona que en su modo campaña da al usuario el mismo margen de maniobra que dan las vías del tren al maquinista. Para esta ocasión han ambientado la historia en los conflictos indirectos que mantenían EEUU y la URSS en terceros países durante la Guerra Fría.

Algunas misiones están claramente inspiradas en películas de la guerra de Vietnam como Apocalipsis Now o Platoon. Lo mejor de todo el juego es la ambientación con música de la época que incluye temas de The Rolling Stones como Gimme shelter y Sympathy for the devil. Por otro lado, el doblaje deja mucho que desear.

Aunque muchos jugadores ni se pasan ya por el modo campaña, se trata del mejor conseguido de la franquicia, con más de ocho horas de juego en el nivel más exigente.

El modo online es todavía muy satisfactorio para los fans de Call of Duty. Las novedades más destacadas son la posibilidad de retarse apostando puntos virtuales y algunos modos de partida que recuerdan al Counter Strike, como los combates en los que sólo se permiten pistolas y cuchillos.

Para el que no quiera tomárselo tan en serio siempre se puede pasar por el modo zombi y ponerse a pegar tiros. Pero mejor con Sympathy for the devil de fondo.

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