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Dragones y desiertos de Renata Lozano y Johana Ortiz toman la pasarela caleña

EFE

Las telas tintadas y las escamas de dragón de Renata Lozano, junto a las arenas y amaneceres del desierto de Johanna Ortiz, hicieron hoy viajar de un lado a otro del planeta a los asistentes a la pasarela caleña de Caliexposhow.

Lozano comenzó con una colección de largos vestidos y modelos de dos piezas acompañados por camisas de aire juvenil que no pierden la elegancia en ningún momento.

Los nudos de las cuerdas con los que tiñe sus telas también formaron parte de la escena sobre los bustos de las modelos, con los que logró convertir los pliegues en sutiles y camuflados bolsillos.

Lozano apostó por pantalones de pinzas, tobilleros y doblados, de corte alto en la cintura pero sin cinturilla.

Fueron finos cinturones en cuero los que ataban las prendas a los cuerpos de las maniquíes con delicadeza, como parte del estilo de la modista colombiana, que consigue convertir las costumbres desenfadadas en actitudes llenas de glamour.

La artista, cómoda en la tierra que la vio nacer, la ciudad de Cali, hizo gala de su creación con camisas convertidas en vestidos, sobre las que colocó finas chaquetas de punto y largas americanas de corte masculino con forros de colores pensados al milímetro para ser arremangadas y combinadas con accesorios del mismo color.

Una paleta de azules delicados, rosas tibios, beis y blancos, con la presencia de los verdes en los vestidos más vaporosos y primaverales, marcó la pauta en su línea para la próxima temporada.

Todos las tonalidades que llega a adquirir la arena del desierto cuando se asoma el sol fueron los escogidos por la también colombiana Johanna Ortiz para su colección, en la que fusiona los cortes de prendas de aventura con telas vaporosas y texturas de reptil.

Vestidos cortos con cinturones en cuero marrones, verdes o anaranjados completaron la colección de Ortiz, quien complementó a sus modelos con sobrecamisas inspiradas en la figura del expedicionario, pequeños bolsillos y botones para recoger las mangas.

La sobriedad y la sencillez del concepto de Ortiz jugó además con telas arrugadas y complementos en piedra combinados con texturas que invocaban las cristalinas rosas del desierto.

Los brillos hicieron aparición en las composiciones de dos piezas, con pantalones e incrustaciones doradas tanto en modelos cortos como largos.

La pasarela, que comenzó con suaves beis fue endureciendo sus tonos a medida que iba avanzando la muestra y el sol iba ascendiendo en el cielo desértico, hasta terminar con rojizos y rosados confundidos con esas arenas mágicas.

Raquel Godos

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