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Ex compañeros de Eloy Martínez en la Universidad de Rutgers lloran su muerte

EFE

Ex compañeros del escritor argentino Tomás Eloy Martínez en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey, EE.UU.) lloraron ayer la muerte del intelectual, quien trabajó por cerca de quince años en el Centro de Estudios Latinoamericanos de esa institución.

"Además de ser uno de los grandes intelectuales de Latinoamérica, Tomás era un gran amigo, valiente y comprometido con la justicia", aseguró ayer a Efe Carl Kirschner, jefe del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Rutgers entre 1989 y 1994.

Tras una larga lucha contra el cáncer, Eloy Martínez falleció el domingo a los 75 años en Buenos Aires, adonde regresó recientemente desde Estados Unidos, país en que vivió las últimas décadas de su vida.

"A primeros de los 90 se incorporó al Departamento de Español y Portugués como profesor distinguido y allí fue donde lo conocí. Al cabo de unos años propuse su nombramiento para que dirigiera el Centro de Estudios Latinoamericanos", explicó Kirschner.

El escritor, periodista y profesor universitario nacido en Tucumán, Argentina, en 1934, se mantuvo al frente de ese centro de estudios hasta que abandonó Estados Unidos, aquejado ya de la enfermedad que le provocó la muerte.

"Recuerdo lo contento y satisfecho que estaba cuando terminó 'Santa Evita' (1995), que luego se tradujo a decenas de idiomas y se estudió muchísimo, en este continente hasta en Europa y Asia", explicó Kirschner -decano del Rutgers Collague hasta que recientemente se retiró- sobre la novela argentina más traducida de la historia.

Otros responsables de la Universidad de Rutgers también destacaron entre la labor de Eloy Martínez su esfuerzo por ampliar y dar una dimensión interdisciplinar al Centro de Estudios Latinoamericanos, así como la puesta en marcha de seminarios, lecturas y otro tipo de programas.

Un portavoz de la universidad estadounidense detalló a Efe que a Eloy Martínez se le recuerda en este centro, entre sus ex compañeros y alumnos, por ser "muy efectivo en su trabajo, y además tener relaciones con intelectuales de todo el mundo hispano".

"Fue una gran persona, de enorme intelecto y talento creativo, así como un orador brillante que contaba grandes historias", añadió Kirschner, quien lo definió en el ámbito más personal como "amable, generoso, con un gran sentido del humor y muy positivo, pese a la dura y peligrosa vida que tuvo".

Según sus ex compañeros, el escritor, que por un tiempo también fue columnista de The New York Times, disfrutaba hablando con sus alumnos graduados sobre su pasado en Argentina y su exilio en Venezuela.

"Se hizo un hueco entre los más importantes intelectuales latinoamericanos del momento, como García Márquez, del que era amigo y al que solía visitar cada año a Cartagena, o de Carlos Fuentes y Vargas Llosa", explicó Kirschner.

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