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"La ley es un cachondeo, son unos hipócritas"

La VI edición de la feria Spannabis atrae hasta hoy en Barcelona a comerciantes y consumidores

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'Nadie separa el cáñamo de la marihuana. ¿Lo entiendes? Ahora todo es marihuana, cariño. ¡Tienes que dejar que te lo escriba!', ordena David Hurtado a la periodista.

Hurtado es distribuidor de productos derivados del cáñamo variedad de cultivo sin efectos alucinógenos: aceite, calcetines, loción corporal... Y por eso este fin de semana su expositor, Cáñamo solidario, está en la sexta edición de la feria de Spannabis, en Barcelona, dedicada al cannabis medicinal.

Pero David no sólo quiere vender productos, también sus ideas. 'Mi intención en esta vida es que el cáñamo llegue a los campos de refugiados, tengo un proyecto de autogestión', explica mientras su compañero, David Guerrero, entretiene a la clientela, mucho más interesada en el producto estrella del estand, un vaporizador de cristal, que en la arenga de Hurtado.

'Si esto nos lo fumamos entre tres tíos de 80 kilos, nos quedamos igual, en cambio con esto [el vaporizador]...', explica Guerrero a dos jóvenes, Rafa y Xavi, mientras les muestra las briznas de marihuana que sostiene en la palma de la mano y que luego introducirá dentro del tubo de cristal. Los jóvenes miran con ansia el objeto. 'Es lo mejor, pero es muy caro', dice Rafa. El artilugio grande cuesta 400 euros, el pequeño, 280.

Prohibido consumir

Spannabis ha reunido a más de 150 expositores de distintos países. Son tres días donde el sector muestra sus novedades e intercambia ideas. El año pasado se abordó el uso industrial del cannabis; este año, los conferenciantes hablan sobre el uso terapéutico.

'Desde una perspectiva clínica, el cannabis no crea los cuadros de dependencia del alcohol u otros tipos de drogas', afirma el médico Fernando Caudevilla, 'aunque hay que dar información proporcionada a los jovenes', añade.

En Spannabis está prohibido el consumo, pero no todos respetan la norma. 'Mete otro cogollo, venga dale', dice Guerrero. No para quieto. Mientras desmigaja la marihuana, reparte folletos y explica con entusiasmo los beneficios del vaporizador. 'Esto es terapéutico', repite a modo de mantra. Y mientras Guerrero va a lo suyo, otros aprovechan para amorrarse sobre el tubo de cristal y aspirar. Rafa y Xavi, también.

Ambos intentan cultivar, aunque todavía no dominan la siembra en zonas interiores y por eso siguen comprando. Rafa dice que, aunque un gramo de marihuana cuesta 4 euros, él ha llegado a verlo a 12. 'Esto sólo lo compran los pijos', se burla Xavi.

Las semillas son uno de los aspectos que más interesa a la concurrencia y muchos de los expositores están dedicados exclusivamente a ellas. El estand de Javier, Medical Seeds, es uno de ellos. En España, cuenta, no es legal producir semillas, sólo distribuirlas. Sin embargo, él cruza plantas y las manda a Holanda para que allí las preparen. 'La ley es un cachondeo, son unos hipócritas', se lamenta.

La semilla 2046 es una de sus creaciones. 'Seleccionada por su increíble potencia psicodélica (...) es la variedad más potente de nuestro banco', reza en el prospecto. Aunque hay muchas otras: Jack La Mota, 'con efecto euforizante'; Prozack, 'ideal para la producción de hachís', o Sour Diesel, 'con sabor tropical'. Cada semilla promete al consumidor un estado de ánimo distinto y placer a raudales. Cinco unidades cuestan entre 45 y 55 euros.

Javier, que ya lleva muchos años en el sector, dice que su próximo objetivo es la producción terapéutica. 'No soy un rasta ni un fumao, soy un hombre de negocios', sentencia.

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