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Madrid gana en ilusión y unidad

JOSÉ MIGUÉLEZ

Es una ilusión que los publicistas han decidido llamar corazonada. Quizás una ilusión temeraria, de la que algunos argumentos objetivos recomiendan bajarse, pero a la que la mayoría de los madrileños, de los españoles, han decidido agarrarse sin titubear.

Todos los argumentos a favor y en contra sobre el resultado son válidos y poderosos, pero al tiempo perfectamente rebatibles. ¿Nunca se conceden consecutivamente los Juegos a ciudades del mismo continente? Bueno, hay precedentes lejanos y Rogge dio su palabra de que ese factor no cuenta. ¿Está Obama y su incuestionable influencia, esa sentencia lapidaria de que el hombre más poderoso de la tierra no va a descender a Copenhague para perder? Vale, sí, su presencia asusta. Pero hasta el papel de colista que lleva colgado Tokio es discutible.

Son 106 voluntades, 98 en primera ronda, imprevisibles. Madrid quiere ganar, pero puede perder. No conoce el desenlace. Lo que sabe es que su oferta es técnicamente buena, muy buena. Y que, a diferencia de sus competidores, la mayoría de sus ciudadanos sí quería jugar el partido y lo ha demostrado. Y que hasta sus fuerzas políticas, tradicionalmente enfrentadas, hacen causa común. Ilusión y unidad, eso es lo que desprende la candidatura española. Y no es poco en estos tiempos.

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