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La Navidad de Los 33

Nuevas vidas. La odisea de la mina San José cambia el destino de los trabajadores que la vivieron

SOLEDAD PINO

La fama es difícil de gestionar. Lo han aprendido rápido Los 33 de Atacama, los mineros chilenos que vivieron 69 días a 688 metros bajo tierra y protagonizaron el rescate más espectacular de la historia del país. Dos meses después de regresar a la superficie, han sido estrellas de los programas de televisión, han viajado a España, Inglaterra y Estados Unidos, y han quedado en cuarto lugar en la clasificación de Personajes del Año de la revista estadounidense Time, que ganó el creador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg. La otra cara de la moneda muestra que el derrumbe que el 5 de agosto sepultó a los 33 trabajadores de la Mina San José, a 850 kilómetros de la capital chilena, arrasó con la tranquilidad de las familias no sólo durante la larga espera para el rescate, sino después de este. Hoy, muchos de los mineros se enfrentan a problemas o rupturas con sus familias.

Los 33 estaban invitados por el Ministerio de Turismo de Israel para viajar en estas fechas a Tierra Santa con todos los gastos pagados, pero en el último momento decidieron posponer el viaje para poder pasar las navidades con sus seres queridos, ya que la oferta israelí sólo incluía a un acompañante por minero.

'Super Mario' vive ahora de dar charlas en empresas privadas

La semana pasada, los trabajadores formaron una sociedad anónima con uno de los bufetes de abogados más prestigiosos y caros de Chile, Carey y Compañía, con el objetivo de maximizar la rentabilidad de lo que pueda generar su inédita desgracia con final feliz. 'Así se protegerá la explotación de los derechos que emanen de la experiencia que vivieron los trabajadores, y de algunos de los utensilios y obras que crearon en el interior de la mina', dice a Público Guillermo Carey.

Mucho han cambiado sus vidas desde el espectacular rescate del 13 de octubre.

Una sociedad anónima gestiona la imagen de los rescatados

Mario Sepúlveda, de 40 años, conocido como Super Mario y que oficiaba de presentador en los vídeos que se filmaron bajo tierra, vive hoy de dar charlas de motivación para empresas privadas en Chile. Ha impartido un promedio de una por semana, muchas de ellas en empresas de Concepción, una de las ciudades más azotadas por el terremoto que sufrió el país el 27 de febrero de 2010.

Mario recibe unos 2.400 euros por 45 minutos de charla. En el yacimiento ganaba menos de 1.200 euros al mes, casi cuatro veces el salario mínimo del país y, por tanto, un sueldo alto para la media chilena en todo caso. La bonanza financiera también ha cambiado los planes de su hija Scarlet, que quiere estudiar teatro y en febrero, partirá a estudiar inglés a EEUU.

'Mi hermano sólo me llamó un día', dice defraudada la célebre 'Alcaldesa'

A ese país también planean ir Los 33 a finales de enero, aceptando la invitación cursada por World Disney Company para visitar sus parques de atracciones. 'Me gustó la invitación a Disney, porque ha sido la primera que incluye a toda la familia. Hasta ahora nuestros hijos no habían podido disfrutar de ningún viaje', dijo al diario El Mercurio Lilianette Ramírez, esposa de Mario Gómez, el mayor de los mineros (64 años) y que padece silicosis.

El minero Edison Peña, fanático de Elvis Presley, fue invitado a visitar Graceland. En ese viaje, Peña también corrió el maratón de Nueva York y asistió al programa de David Letterman, donde cantó a dúo con Olivia Newton-John.

El trabajador Juan Carlos Aguilar, de 49 años, se trasladó con su familia a vivir al sur de Chile donde, afirma, han logrado llevar una vida tranquila sin el acoso de la prensa. Asegura que su prioridad es estar con sus hijos.

El minero Aguilar se ha mudado para escapar del acoso de la prensa

El único minero no chileno, el boliviano Carlos Mamani, de 25 años, ha viajado en dos ocasiones a Bolivia, donde recibió el Premio Personaje del Año. Aseguró que se quedaría a vivir en Chile porque había nacido en esa tierra al salir de las profundidades de la mina, pero a finales de octubre aceptó una oferta laboral que hizo el presidente Evo Morales para ingresar en la compañía Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia por un sueldo cercano a 800 euros mensuales. 'Iré más adelante', afirmó.

Mamani sigue viviendo en una chabola del barrio Juan Pablo Segundo de Copiapó, sin agua potable ni alcantarillado. En su casa contaron a Público que regresó hace un par de semanas de Bolivia porque pasará las fiestas de Fin de Año en Chile junto a su familia política, todos inmigrantes bolivianos.

Aunque no todo son historias felices. Varios de los familiares que durante más de dos meses estuvieron clamando y presionando a las autoridades desde el Campamento Esperanza para que asegurara el rescate, han sentido ingratitud por parte de los mineros.

María, hermana de Darío Segovia, fue una de las fundadoras del campamento. Gracias a su inteligencia y capacidad oratoria se convirtió en la mujer más representativa en la búsqueda de los mineros. La prensa la apodó La Alcaldesa del campamento.

Allí no se cansaba de contar que Darío es su hermano menor y juntos pasaron muchas penurias en su infancia de pobreza. Hicieron esfuerzos enormes para subsistir y ella siempre se encargó de que estuvieran juntos.

'Después del rescate, nunca pude darle el abrazo que tanto soñé. Lo vi en directo cuando dieron una conferencia de prensa los 33 juntos al dejar el hospital. Una vez me llamó por teléfono y ese ha sido todo el contacto que he tenido con él', contó a Público María, que sigue vendiendo empanadas de carne en un mercadillo libre de la ciudad de Antofagasta.

'Aquí la gente me quiere mucho, me piden hacerse fotos conmigo. No entiendo lo que le ha ocurrido a mi hermano. Su distanciamiento me dejó muy triste. El tiempo dirá', reflexiona.

El minero José Henríquez, de 54 años y evangélico, fue considerado por los medios de comunicación el guía espiritual del grupo. José tampoco se ha acercado a su hermano Gastón, que pasó más de dos meses viviendo en el Campamento Esperanza. 'Me cuesta comprender que José no haya tenido interés en acercarse ni a mí ni a su hermana. Siento que por su parte ha habido ingratitud con el sacrificio que nosotros hicimos, dejando a nuestras propias familias tiradas en cuanto supimos del derrumbe, cuando ni siquiera sabíamos si estaba vivo', explica Gastón Henríquez.

Pero la experiencia de la mina San José ha dado a Gastón nuevas herramientas para salir adelante. Evangélico al igual que su hermano, actualmente da videoconferencias sobre cómo logró acercar a su fe a muchas personas del Campamento Esperanza. Pronto viajará a Brasil a relatar su experiencia, invitado por la Iglesia Pentecostal.

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