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Nuevo lustre para el ‘Cuaderno gris’

J. LOSA

El famoso dietario de Josep Pla se podrá leer, 46 años después, en una versión más fiel a la original. El filólogo Narcís Garolera ha sido el responsable de acicalar el mítico manuscrito del escritor y periodista catalán que se había estado reeditando con numerosos errores. La dejadez del propio autor en temas ortográficos, los errores en la transcripción mecanográfica, junto con la labor —algo pejiguera— de los correctores de catalán de la época, hacen que el texto original se haya publicado y reimpreso a lo largo de los años plagado de inexactitudes.

Es el caso, por ejemplo, de cuando Pla tilda de carcamal a un catedrático universitario y el corrector, quizá movido por 'consideraciones morales', opta por un convencional professor o senyor, así como habría convertido las collonades proferidas por dicho cátedro en unas inocuas explicacions. En otros casos es el recato del editor el que pervierte el significado pretendido por el escritor, como cuando el ampurdanés detalla el ambiente del Ateneu Barcelonès con un gust de merda que en el original se tradujo con un gust de menta [sic].

La críptica caligrafía de Pla también supuso una fuente de erratas que se han ido replicando con los años. Así, donde antes se leía cínica, el autógrafo de Pla ha determinado que en realidad el autor escribía única, lo mismo ocurre con dirigides por digerides, tarades por torrades y un largo etcétera de lecturas equivocadas.

Entre 2005 y 2007 Garolera estuvo contrastando diariamente el manuscrito de este dietario, que la Fundación Pla le entregó fotocopiado, con la segunda edición del libro, que fue parcialmente corregida por el escritor ampurdanés en el año 1969, tres años después de la primera edición. Sin intención de polemizar sobre la traducción original de Ridruejo, versión que el profesor califica de 'excelente', su trabajo se ha centrado en cotejar el manuscrito original. En este sentido, su objetivo ha consistido en 'acercarse lo más posible a la lengua de Pla', respetando tanto sus castellanismos como sus ‘ampurdanismos' y revisando 'la rígida labor correctora de aquel entonces'.

'Como le gustaba decir a Pla —comenta Garolera— lo normal es que las cosas salgan mal y si alguna sale bien, propina'. Pues bien, este volúmen ejemplifica la 'teoría de la propina' a la que solía aludir el siempre escéptico Pla.

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