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En la zona del euro, reunirse no es resolver

D. BASTEIRO

En la zona euro no hay mejor termómetro de los nervios que el número de reuniones. Ayer hubo por partida doble. A la primera estaban convocados los máximos dirigentes de las instituciones comunitarias, incluidos Jean-Claude Trichet (BCE), José Manuel Durão Barroso (CE) y Jean-Claude Juncker (Eurogrupo). Los reunió en una misma sala, creando grandes expectativas, el presidente del Consejo, Herman van Rompuy, que reconoció después a través de Twitter que no había habido avances. Pese a la desesperación de los inversores, ninguno de los participantes quiso hablar con la prensa, de la que se escondieron entrando a la reunión por el garaje en lugar de la puerta habitual. Al cierre de esta edición, la segunda reunión, que juntaba a los ministros del euro, estaba llamada a acabar con el mismo resultado. Pero los países más acorralados por los mercados no pueden ocultar su desesperanza. El ministro belga, Didier Reynders, comparó, de nuevo, la 'inimaginable' caída de Grecia con la de Lehman Brothers y Salgado describió la estructuralidad de la crisis por encima de los países.

Es en estos momentos en los que todos sin excepción miran hacia Alemania, motor del crecimiento de la zona del euro y también de los rumores que explotan los bancos y los especuladores. 'Estamos en la dirección correcta', aseguró aparentemente tranquilo Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas. Mientras, todas las bolsas se desplomaban. 'Negociaremos rápidamente, pero sin precipitación', añadió. Siempre hay contenido como para celebrar otra reunión.

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