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Mar Coll pinta una imagen demoledora de la familia

La directora debuta con Tres días con la familia, filme que le valió la Mejor Dirección en Málaga

SARA BRITO

Hagan una prueba.Vean en el espacio más corto de tiempo que puedan Las horas del verano, de Olivier Assayas, Cuento de Navidad, de Arnaud Desplechin y Tres días con la familia, de Mar Coll. Tres películas recientes y con muchos puntos en común sobre las relaciones familiares. Luego, miren a la suya, si se atreven, o, más bien, atrévanse a pensar que la familia no es ese espacio demoledor que nos hace tanto como nos destruye. Mar Coll se ríe cuando se le propone el reto y dice: 'Bueno, la de Desplechin sí que es demoledora, o La ciénaga, de Lucrecia Martel, la mía, comparada, es condescendiente'.

Tres días con la familia es la ópera prima de esta catalana de 28 años recién salida de la ESCAC, la escuela que está pariendo algunos de los mejores directores del cine español último: Rafa Cortés (Yo), Roser Aguilar (Lo mejor de mí) y, no olviden, Juan Antonio Bayona (El orfanato). Coll es la nueva directora que la productora de la escuela, Escándalo Films, ha lanzado al ruedo del cine español, donde ya ha cosechado un premio a la Mejor Dirección en el Festival de Málaga, así como los de interpretación para los protagonistas de este filme austero y certero: Eduard Fernández y la debutante Nausicaa Bonnín.

Mar Coll llegó al cine más por motivos lúdicos ('buscaba un trabajo que me divirtiera, que no fuera monótono) que cinéfilos (aunque de pequeña se sabía de memoria Operación Whisky, con Cary Grant). Después de haberse pasado unos cuantos años en México estudiando y trabajando, decidió escribir su primer largo, junto a Valentina Viso, centrando la mirada en una familia obligada a convivir durante los tres días que dura el duelo y entierro del patriarca.

No hay necesidad de secretos truculentos. Coll se centra en los rituales, las torpezas y en lo que no se dice. Y da tiempo a sus personajes para que se expliquen con sus gestos, para que revelen lo que callan, aún cuando no paran de hablar.

'Quería hacer un largo y se murió mi abuelo por esas fechas. Me pareció que el marco del velatorio y el entierro me daba la estructura. Me hizo sentir cosas y me dieron ganas de contarlo', explica, quien ha preferido huir de la dramatización en favor de 'lo creíble'.

Al cabo del tiempo, una vez que su primer filme ya andaba cosechando premios, se dio cuenta de que es común que las óperas primas hablen de la familia. 'Si se quiere hablar sobre relaciones humanas, empezar por los familiares es como empezar desde el principio. Luego vendrá la pareja y todo lo demás', argumenta.

Coll pone el dedo en una llaga conocida: el disimulo. 'Las relaciones de esta familia no tienen la carga pesada de la hipocresía', aclara. 'Lo de ellos es pudor, torpeza', dice. Aunque no deja títere con cabeza, Coll cree que su película abre en las dos últimas secuencias la opción de una nueva familia, que 'se toca, que es capaz de hablar'.

¿Otra novedad? Una actriz prometedora: Nausicaa Bonnín, que se marca una interpretación sincera de la joven protagonista, Léa, que no quiere mostrar ni sus flaquezas ni ver las de los otros. Bonnín está a la altura de un reparto de lujo, encabezado por Eduard Fernández.

Centrada en una familia de la burguesía catalana, Coll no ahorra en mala leche e ironía y logra ponernos frente a la de cada uno, donde seguro hay uno que todo lo soluciona, otro que se esconde, otro al que todos rechazan. Y donde también hay apego, apariencias, repetición de patrones y miedo.

'Me entendí enseguida con Mar, es una directora que acepta propuestas de los actores, pero que tiene un punto de vista muy claro. Sabe decir sí, pero también decir no'.

'El guión me pareció uno de los mejores que había leído en años'.

'Las dos hacíamos algo por primera vez. Ella me dio mucha tranquilidad'.

'Es muy buena en la dirección de actores, tiene mucha profundidad'

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