Público
Público

Tarantino: "Soy un becario del cine"

Entrevista al director de 'Malditos Bastardos'.Tarantino se quita de una vez la careta y le rinde tributo al cine a las claras

SARA BRITO

Lo había hecho de cien mil y una maneras. Desde que en 1992 debutó tras las cámaras con Reservoir Dogs, las referencias y guiños cinéfilos han sido el alimento de este fagocitador de películas posmoderno. Tarantino ha puesto sobre la mesa la turmix y la ha emprendido con los géneros uno a uno. Trituró (y reinventó) el cine de artes marciales (Kill Bill), el de mafias (Pulp Fiction), o el explotaition de los setenta (Deathproof). Con Malditos Bastardos (en los cines desde ayer) no sólo se marca un spa-ghetti western en territorio nazi, como le gusta definirlo. Tarantino se quita de una vez la careta y le rinde tributo al cine a las claras, al hacer que unas bobinas de 35 milímetros cambien el curso de la Historia.

¿Por qué ha tardado tanto tiempo en levantar Malditos bastardos?

Empecé a escribir en 1998, justo después de Jackie Brown. Entonces ya estaban muchos de los personajes y los dos primeros capítulos de la película, pero era una historia diferente. La cosa empezó a crecer hasta que se hizo demasiado grande como para ser una película. Y pensé en hacer una miniserie. La gente me decía que tenía bloqueo creativo, y yo pensaba todo lo contrario: ¡No podía parar de escribir! Así que decidí dejarla aparte durante un tiempo y me metí de lleno en Kill Bill y Deathproof.

¿Ha sido tan difícil que incluso ha tenido que variar el montaje final después de la proyección en Cannes?

En realidad lo que pasó es que mi editora y yo nos dimos tanta prisa para que la película entrara a Cannes que no habíamos tenido oportunidad de repensar el montaje. La mostramos en Cannes, y, cinco días después, la enseñamos en Los Ángeles. Fue entonces cuando hicimos los cambios.

Desde Kill Bill, la venganza se ha vuelto una constante en su filmografía, ¿Por qué?

Hago historias de género y la venganza es crucial en este tipo de cine. Cada western tiene una historia de venganza, igual que cada filme de samurais. Está en su naturaleza. En el caso de Malditos bastardos la cosa es diferente, porque las películas bélicas no suelen ser historias de venganza. Pero creo que es lo que hace que la película pase de ser un filme de guerra a una historia más personal.

¿Y por qué ha adoptado los códigos de un ‘western'?

Creo que la película tiene una sensación de western en los dos primeros capítulos, pero luego da paso a una película de misión sesentera. Me gustaba la idea de hacer un filme de cowboys, donde se usara la iconografía de la II Guerra Mundial. Y no es sólo en el aspecto estético o musical, también los paisajes donde se desarrolla. Los spaghetti west-
erns suceden en lugares inhóspitos, donde la vida es muy barata y la gente muere fácilmente. Es difícil sobrevivir en un western. Todas estas cosas me parecen muy buenas descripciones de la Europa de la II Guerra Mundial.

El cine siempre ha jugado un papel importante dentro de su filmografía, ¿En esta ocasión el homenaje es más directo?

No lo sé, pero es la primera vez que el cine se convierte en una herramienta práctica para los personajes. Por ejemplo, para Shoshana (Mélanie Laurent) tiene sentido hablar de cine, puesto que trabaja en uno.

Y también le pasa lo mismo al personaje de Frederick Zoller (Daniel Brühl), que es una estrella de cine, además de un héroe de guerra. Y también con Goebbels, al que uso, más que como el arquitecto del mal, como el jefe de los estudios de cine de la Alemania nazi. Goebbels no suele ser retratado así, aunque ese era su trabajo. El cine no es tan referencial, sino que está ahí. Tiene sentido.

Y además de sentido, tiene la capacidad de cambiar la Historia. Suena a homenaje personal al 35 milímetros en tiempos de la conversión digital.

¡Yo no pienso moverme al digital! ¡Yo me quedo con el 35 milímetros! [ríe] Y soy capaz de maldecir a los que usan el digital. Y tengo por contrato que mi película nunca se puede proyectar en digital en cines. Cuando di con la idea de usar las bobinas de nitrato como explosivo fue uno de los momentos más increíbles de mi carrera... Pensé: ¡cómo no se le ha ocurrido a nadie!

Usted se crió en los cines de barrio, ¿es un nostálgico?

Sí, me siento nostálgico por la pérdida del cine. Pero también sé que las cosas cambian. Verás: he ido aprendiendo a medida que veía mucho cine y leía sobre películas. Desde luego, no las veré nunca en Internet, pero sí puedes estudiar mucho sobre cine navegando en la Red. Antes, siempre tenía que esperar que hubieran editado un libro para saber, por ejemplo, sobre cine de artes marciales. Ahora conozco varias páginas especializadas. De alguna manera, estos tiempos me permiten ir más allá en mis estudios de cine.

¿Se considera un estudioso del cine?

Me considero un erudito autodidacta. Lo veo así: estoy estudiando con una beca de cine de por vida, y el día en que me muera, será cuando me gradúe. Periódicamente, me fijo en un actor, un director o un género, y me dedico durante unas semanas a eso. La última ha sido Dorothy Arzner, la única mujer dirigiendo en el Holly-
wood de los años veinte y treinta. Había oído hablar de ella, y hace poco me compré un libro. He empezado a ver sus películas y cojo notas. Quizás me sirva para escribir algo, o no. Pero es conocimiento y es lo que me gusta. También lo he hecho con Sternberg. Durante la preproducción de Malditos Bastardos me compré un libro y empezó a ser una influencia.

¿Le ha pasado con algún español?

Estoy empezando a meterme a fondo con Jess Franco. Ahora es más fácil porque hay mejores versiones de sus películas que hace años. Antes se hacían diferentes cortes dependiendo del país donde se distribuyera. Y hace poco publiqué una lista con las que, en mi opinión, son las 20 películas mejores hechas desde que soy director. Tras publicarla me di cuenta de que no había ninguna de Almodóvar, y en parte es porque es tan prolífico que no veo sus películas una y otra vez. El estaría seguro en una lista de mis 20 directores favoritos. Y La mala educación es mi favorita desde 1992.

¿Cómo eligió a Brad Pitt?

No nos conocíamos pero teníamos ganas de trabajar el uno con el otro. Esperábamos la oportunidad, y escribí este papel con él en la cabeza. Ahora siento que debería hacer una precuela o una secuela sólo para darle la oportunidad de interpretar al personaje otra vez.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias