Público
Público

Anfetaminas con lenguaje

Rafael Sánchez Ferlosio logra el galardón cinco años después del Cervantes y reconoce que las anfetaminas le ayudaron a desarrollar con lucidez las reflexiones de carácter lingüístico

PEIO H. RIAÑO

Un ajo para un escritor como Rafael Sánchez Ferlosio (Roma, 1927) es un método y modelo de escritura. El ajo es como sus novelas, presentan procesos de sucesión y yuxtaposición hasta llegar a la verdad. Frente a la novela ajo está la novela cebolla, que capa a capa, trama tras trama, averigua la verdad. No hay capas, sino dientes de ajo que forman un núcleo. Cada uno de esos dientes forman parte de una obra completa, de la impecable trayectoria por la que ayer fue galardonado el autor de Industrias y andanzas de Alfanhuí (1951) o en El testimonio de Yarfoz (1986) con el Premio Nacional de las Letras Españolas. De esta manera, se convierte en el segundo escritor, junto con Antonio Buero Vallejo, en sumar ese premio al Cervantes, los dos máximos galardones de la literatura en lengua castellana.

Con una de las propuestas más inteligentes de este país, Sánchez Ferlosio ha ido añadiendo dientes de ajo a su carrera, por eso no hay libros más importantes que otros, ni siquiera enfrentamientos entre los géneros por los que ha transitado. No es mejor su novela que su ensayo, ni una acabará con el otro. Tampoco se ha limitado a escribir el mismo libro, simplemente tuvo claro cuál era su centro. Cela presumió de no escribir nunca una novela igual a la anterior, es decir, que escribió cada novela en contra de la que le precedía. Gabriel García Márquez escribió El otoño del patriarca contra Cien años de soledad, pero 'en ningún caso se movieron de su centro', como explica el novelista y reconocido admirador de Ferlosio Gonzalo Hidalgo Bayal.

'Lo primero que debía haber hecho Obama es reñir con Israel', dijo Ferlosio

Ayer, en rueda de prensa en la sede de Planeta, Rafael Sánchez Ferlosio aseguraba que no volvería a la narrativa de ninguna manera, porque en estos momentos su cabeza está en cuestiones como 'la guerra, los peligros internacionales y los desastres políticos y militares'. Además remató, siempre sorprendente, que no volvería a la ficción porque no guarda buenos recuerdos de El Jarama, la novela que le dio fama internacional. 'El Jarama es la novela que más aborrezco', espetó.

En su juego anárquico quiso apuntar que, aunque justo en el día de ayer no debería ser desagradecido, tampoco podía dejar pasar la ocasión para añadir que ve el panorama cultural en España 'muy mal'. 'Hay demasiadas ceremonias, actos, exposiciones, museos e inauguraciones. La cultura es un instrumento de control social desde siempre'.

La lúcida ironía volvió a brillar cuando afirmó que, a punto de cumplir 82 años de edad, 'soy muy viejo e igual me voy muy pronto'. Humor ácido con el que aclaró que le preocupa la situación política española 'la incompetencia del Gobierno y de la oposición'. 'En España se ha restaurado el viejo personalismo español, y lo que impera en cada partido es la fidelidad a ciertas personas, más que la obediencia al partido', aseguraba Sánchez Ferlosio, contento por utilizar los 40.000 euros de este premio en reformas en su casa de Coria (Cáceres), cuna de su familia, donde se encontraba la librería de su padre Rafael Sánchez Mazas.

Tuvo palabras para su libro El Jarama: 'Es la novela que más aborrezco'

También tuvo palabras de 'cariño' para Barack Obama, como no podía ser de otra manera: 'No está haciendo nada. Lo primero que debía haber hecho es reñir con Israel'.

El autor habló también de un libro antiguo, pero que acaba de ser publicado por Destino: Guapo y sus isótopos, del que reconoce es algo difícil para los no iniciados en los secretos del lenguaje. Con más humor recomendó a quien no estuviera dispuesto a pasar por la lectura completa del libro, que se pase por las conclusiones en la página 98 del mismo. El ensayo surgió precisamente en los años setenta, a raíz de su efervescencia productiva, una época en la que, tal y como contó, 'las anfetaminas me ayudaron a desarrollar con lucidez ese tipo de reflexiones de carácter lingüístico'. Así que como 'ahora no hay anfetaminas' no ve posible volver a escribir un ensayo como ese, un libro 'más semántico que gramatical.

Isaac Rosa apuntó que 'tiene una de las mejores prosas de este país'

Recordaban Jordi Gracia y Domingo Ródenas en el libro El ensayo español en el siglo XX (Editorial Crítica), un libro italiano sobre nuestro autor se preguntaba a la primera de cambio si el autor era un 'molesto cascarrabias' o un 'agudo crítico'. Para los autores de aquella obra habría que contestar que lo uno va con lo otro, indisociable desde su primera obra, a los 24 años de edad. Manuel Sacristán lo sintetizó en 1979 de esta manera: 'Rafael es un pesimista histórico y radical que piensa que la historia es una larga revolución de mal en peor'.

Lo cierto es que, a pesar de su renuncia pública de El Jarama (1956), fue la obra que marcó el inicio de su éxito. Tras aquel libro volvería a primera línea en 1973 con los magistrales Comentarios y con el original libro Las semanas del jardín (1974-1975), ya transformado en un denso prosista, desafíante, lúcido y corrosivo, características patentes en sus ensayos posteriores y artículos de opinión. En 20 años aparecería también el Ferlosio en comprimidos, en un libro de anotaciones al paso, entre el aforismo y el artículo, por el que fue Premio Nacional de Ensayo en 1993, Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.

Ese es el libro que Jordi Gracia prefiere destacar como el primer buen bocado para entrar en la obra del escritor: 'En él está la excepcionalidad de una inteligencia meticulosa e imaginativa, acompañada de una prosa rigurosamente personal'. Gracia reconoce en Ferlosio una figura con componentes lo suficientemente anárquicos como para ser una 'presencia libre del poder y del contrapoder'. El estudioso destaca igualmente como valor reconocible de Ferlosio el lenguaje como material de máxima manipulación. 'Está fascinado por el análisis de los comportamientos morales de la sociedad y su imaginación le ha llevado a reflexionar sobre los asuntos más graves, de ahí sus reflexiones sobre Bush', y remata su perfil expreso con la mayor de las virtudes que se le pueden atribuir a nadie: 'Ha tenido la capacidad de montar su vida a partir de su voluntad'.

'Hace lo que hace porque le gusta', dice el novelista Gonzalo Hidalgo

Precisamente Gonzalo Hidalgo destaca algo parecido: 'Hace lo que hace porque le gusta'. Hidalgo cree que Ferlosio es libre porque nunca se pude saber por dónde irán sus planteamientos. Para el escritor y articulista Isaac Rosa, más allá de sus obsesiones y de sus reflexiones, se queda con cómo escribe Ferlosio. 'Tiene una de las mejores prosas de este país. Me interesa cómo trata sus temas sin caer en la erudición fácil. Sus reflexiones sobre economía y pedagogía son fundamentales y si alguna vez hubiese un debate sobre el estado de la educación en España, sus indicaciones deberían ser una guía', reconocía ayer.

Neorrealista
Rafael Sánchez Ferlosio fundó la ‘Revista Española’, junto a Ignacio Aldecoa y Alfonso Sastre. Esta publicación innovadora fue referente del neorrealismo, una línea en la que se inscribe ‘El Jarama.’

Imaginativo
El autor muestra desde sus inicios una marcada personalidad alejada de lo convencional. En ‘Industrias y andanzas de Alfanhuí’ (1951), el autor se aleja de su propio contexto
literario para volcarse en la fantasía.

Independiente
Con cierta tendencia a la soledad, mantiene relación con otro personaje caracterizado por su independencia, Juan Goytisolo, y reniega de una participación activa en la vida literaria.

Comprometido
Sánchez Ferlosio incluye reflexiones morales en obras como ‘El testimonio de Yarfoz’ (1986). Asimismo, es consciente del carácter militante de obras como ‘El Jarama’, que trata sin llegar a descuidar la dimensión literaria.

Analítico
Desde una independencia radical, en sus ensayos Rafael Sánchez Ferlosio ha analizado de forma políticamente incorrecta temas como la patria, la guerra o la tecnología. Su espíritu anárquico le han alejado de las corrientes tradicionales y previsibles.

Barroco
La carga moral y el posicionamiento del autor con respecto a la realidad no impide un cuidado máximo de la lengua y un disfrute del ejercicio literario que llega, en algunos casos, a la pirueta sintáctica y el antojo léxico.

Pesimista
La previsión del autor le coloca en la radicalidad que le hace ver la evolución hacia el futuro como algo que va de mal en peor.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias