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Espíritu de periodista

Agustí Centelles fue uno de los grandes fotoperiodistas españoles, al mismo  nivel que Robert Capa | Hoy se inaugura en Madrid una muestra sobre su obra

J. M. COSTA

Es raro que un diario extranjero, en este caso L’Humanité, llegara a titular un artículo afirmando que un fotógrafo valenciano-catalán es tan grande como el enorme Robert Capa, esa cima del fotoperiodismo de guerra.

Pero es que Agustí Centelles ofreció una imagen de la Guerra Civil española que iba mucho más allá del testimonio documental o del virtuosismo técnico: sus fotos se hunden en una profundidad psicológica y un interés por el sufrimiento de la gente que por aquel entonces no se estilaban y le convirtieron en un pionero absoluto del fotoperiodismo.

La desventaja de verse tan fijado en un género y en unas cuantas fotos icónicas es que puede perderse la perspectiva de muchos años de trabajo en los cuales Centelles demostró una versatilidad increíble. Por fortuna la exposición que se inaugura hoy en el Conde Duque de Madrid ofrece una mirada suficientemente amplia sobre la trayectoria de esta figura (son más de 300 fotografías) como para incluir todas las vertientes de su trabajo.

Los convulsos años 30
Un fotoperiodista debe hacer retratos y aquí los hay de un todavía joven Pau Casals, Andreu Nin, Margarita Xirgú, Paulino Uzcudun, Lluís Companys, Pompeu Fabra… Pero un fotógrafo de prensa también debe estar allí donde se cuece la historia, sobre todo si es una tan convulsa como la de la España de los años 30.

En este apartado, Centelles, que pasaba por ser el fotógrafo más rápido de Barcelona, tampoco anduvo corto y suyas son muchas de las imágenes más conocidas de sucesos catalanes, como la de Francesc Macià proclamando la República (14 de abril de 1931), la excarcelación de presos de la cárcel Modelo en 1936… Y fotos de iglesias quemadas, que un periodista lo recoge todo.Y es que Centelles era un ciudadano indudablemente progresista, pero sobre todo un profesional de una entrega absoluta.

Eso se percibe en la cantidad de fotos que llegó a publicar en La Publicitat, Diari de Barcelona, Última Hora, La Rambla o La Vanguardia, la mayoría de un nivel superior.

Por desgracia, la agitación de la época desembocó en un golpe militar y en la Guerra Civil, y Centelles hubo de tomar partido. Tras dejar instantáneas tan célebres como aquella de unos guardias de asalto disparando tras una barricada de caballos muertos, se dedicó a organizar los archivos fotográficos del Ejército republicano y a otro tipo de actividades organizativas, pero no dejó la cámara.

Hay fotos del frente de Aragón, aquel al que acudían camiones cargados de milicianos catalanes y también de Belchite y del bombardeo sobre Lleida en 1937. Centelles aguantó hasta el final de la contienda y logró huir de Barcelona in extremis con una maleta repleta de negativos (4.000), comenzando una peripecia que le llevaría a dos campos de concentración franceses para luego asentarse en Carcasonne.

En 1944 regresó a España de forma al principio clandestina. Durante el franquismo, Centelles, imposibilitado de ejercer como periodista, se dedicó a la fotografía industrial y publicitaria. Es un final un poco absurdo pero no triste: Centelles pudo demostrar, también aquí, lo que es un gran fotografo.

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