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Honores máximos
para 'La isla mínima'

La cinta de Alberto Rodríguez triunfa en los Goya 2015 con diez premios, incluidos los de Mejor película y dirección. Javier Gutiérrez y Bárbara Lennie, mejores intérpretes. Dani Rovira, presentador y premiado. Antonio Banderas inicia "la segunda parte del partido de su vida". Recuerdos al IVA y a Wert

El equipo de 'La isla mínima' posa tras la gala de los Goya. /REUTERS

MADRID.- La 29 edición de los Goya nos volvió a brindar una noche sin sorpresas y, por primera vez en mucho tiempo, alejada de la politización que había adquirido en los últimos años. El premio gordo fue para La isla mínima, la gran favorita, que desde el principio de la noche no dejó de escuchar su nombre una y otra vez. La cinta de Alberto Rodríguez arrasó con 10 de los 17 galardones a los que optaba, incluidos Mejor guión original, Mejor dirección y Mejor dirección artística.

Su rival en cuanto a nivel de producción y número de nominaciones, El Niño, sólo pudo hacerse con cuatro de las 16 estatuillas a las que optaba: diseño, sonido, canción original y efectos especiales.

Se cumplieron las apuestas también en la interpretación principal. Triunfó el eterno secundario, por fin como protagonista, Javier Gutiérrez, por La isla mínima, que con respecto al momento que atraviesa el cine deseó que se siga apostando por él. “Que no nos roben la ilusión”, manifestó. Y triunfó también la ya premiada con el Feroz Bárbara Lennie, que recogía el galardón por su papel en Magical Girl, una de las decepciones de la noche, siendo este su único reconocimiento.

Con un cabezón también tuvo que conformarse la hispanoargentina Relatos Salvajes. El filme de Damián Szifrón sólo pudo llevarse a casa el Goya a la Mejor película iberoamericana, pero tendrá otra oportunidad en unas semanas en los Oscar de Hollywood. Menos suerte tuvo la vasca Loreak, que se fue a casa con el marcador a cero.

La afortunada en la categoría de Mejor actriz revelación fue Nerea Barros, la exenfermera que da vida a una madre coraje en La isla mínima. Cuando el llanto la dejó, celebró el buen año para el cine español: "Hemos roto una distancia que había con el público".

Triunfo rotundo de Dani Rovira

En una noche en la que se sacó pecho por la gran temporada cinematográfica, paradojas de la vida, la máxima responsable del éxito en taquilla, Ocho apellidos vascos, tuvo que conformarse con sólo el reconocimiento de parte de su elenco, que no es poco. Un ovacionado Karra Elejalde y una sorprendida e irónica Carmen Machi -¡Un Goya por hacer reír!- recibían la estatuilla como Mejor actor y Mejor actriz de reparto respectivamente, ofreciendo ambos discursos parecidos. Se acordaron de Emilio Martínez Lázaro, el gran ausente, al que reconocieron “echar mucho de menos”, y dedicaron el premio a dos fallecidos actores, Álex Ángulo en boca de Elejalde y Amparo Baró en la de Machi. Dani Rovira tuvo que salirse por un momento del guión y cambiar la risa por las lágrimas. Mereció la pena. Un Goya a Mejor actor revelación sólo pasa una vez en la vida.

Los actores Dani Rovira (d) y Clara Lago durante la gala de entrega de los premios Goya 2015. /EFE

Los actores Dani Rovira (d) y Clara Lago durante la gala de los Goya 2015. /EFE

El malagueño empezaba la noche tirando de las orejas al Gobierno y alardeando de méritos. Sin una reivindicación directa, dio una lección valiéndose tan sólo de elegancia y hechos. El presentador de la gala reivindicó que, gracias al gran año del cine español, en el que se han recaudado casi 130 millones de euros, la industria cinematográfica ha contribuido en gran medida con los “orcos del Estado”, perdón, “arcas”. “Tenemos que estar muy contentos. El 2014 fue el año de mayor recaudación. Hemos contribuido en el aumento del PIB, aportando más de 27 millones de euros a las arcas del Estado y se han creado miles de puestos de trabajo”. Además destacó que la industria no sólo ha contribuido a mejorar la situación económica, sino a que “20 millones de espectadores hayan podido soñar”. Por eso, “esta noche más que nunca gritamos ¡viva los espectadores! y ¡viva el cine español!”, concluyó.

Acto seguido pidió al ministro, al que no dudó en tutear, que “pusiera buena cara”. “Nacho, siéntete querido, enamórate de nosotros”. Querido igual no, pero aliviado seguro dado el antecedente de lluvia de críticas del año pasado. En esta ocasión, el ministro pasó casi desapercibido —dicen que la ignorancia es más difícil de aceptar—. “Igual estás extrañado porque no te estamos echando muchas cuentas”, le dijo Rovira mientras él hacía un esfuerzo por sonreír. Pero lo peor estaba por llegar. El mayor dardo de la noche se lo lanzó Pedro Almodóvar al no incluirle entre “los amigos de la cultura y el cine español”. “Señor Wert, usted no está incluido”, articuló el manchego sin que nadie lo esperara.

"Qué bajen el maldito IVA"

Más relajado estaba también este año el presidente de la Academia, Enrique González Macho, que sólo quiso hacer una reivindicación: “Ya va siendo hora de que nos bajen el maldito IVA”, dijo. Sin embargo, no fue la única. El presidente aprovechó la presencia de los embajadores de Francia y Estados Unidos para dar una lección al Gobierno de cómo un país debe tratar al cine. "Representan dos de las cinematografías más potentes. Tienen algo en común: hacen de su cinematografía un tema de Estado y con eso viajan por todo el mundo”, palabras que provocaron una gran ovación.

Con el Goya de Honor comenzó la segunda parte de la vida de Antonio Banderas y casi de la nuestra, con la una gala que se prolongó más de lo esperado. El malagueño atribuyó la crisis del cine español al “estado natural” de la profesión y dedicó el Goya, el más joven que se ha otorgado en esta categoría, a su hija. "Ahora sé que elegí este camino porque de forma inconsciente sabía que cultura y arte eran la mejor manera de entender el mundo que me había tocado vivir”, confesó.

La crisis de la que hablaba Banderas logró quedar en stand by por unas horas. Se celebraba ante todo la gran noche del cine y un año de éxitos en taquilla. Quizás por eso quisieron olvidarse de las dificultades que siguen rodeando al sector y dejar las reivindicaciones para otro momento. Sí que lo hicieron en cambio trabajadores de RTVE y figurantes, que se concentraron en la puerta para denunciar su situación laboral.

Esta nueva edición de los Goya será recordada, además de por eterna, por ser una de las galas más divertidas de los últimos años, con un espléndido Dani Rovira, que no tuvo que hacer grandes esfuerzos para arrancar las muchas carcajadas que se escucharon a lo largo de la noche. Prometió comedia y no defraudó. 

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