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"La nostalgia es una trampa"

Woody Allen repasa las claves de 'Midnight in Paris', un viaje en el tiempo entre la parodia y la melancolía

S. B.

'No viviría en otra época, en los años veinte no había aire acondicionado, ni anestesia para sobrellevar mejor la visita al dentista', bromeaba ayer Woody Allen en la presentación de su luminoso Midnight in Paris, que se estrena mañana en España. El cineasta matizó poco después, en un arranque de precisión: 'Hay que tener cuidado con la nostalgia, uno sólo toma lo bueno de los periodos que le gustan y deja todo lo demás. La nostalgia es seductora, pero es una trampa'.

El director propone un viaje hacia una de sus épocas predilectas de la historia, aquella que lo alimentó en sus años de formación: los años veinte en París, el tiempo en que Picasso, Braque, Man Ray, Fitzgerald y todo aquel que quisiese ser artista debía estar en la Ciudad de la Luz para documentarse.

'No viviría en otra época. En los años veinte no había aire acondicionado'

¿Tuvo Allen que hincar los codos en algún libro de historia para documentarse sobre una de las épocas más convulsas de la Historia del siglo XX? 'De ninguna manera', aseguró. De joven, el director había devorado los libros de Hemingway, sabía de la rivalidad de Zelda Fitzgerald con el autor de Las nieves del Kilimanjaro y podía tararear las melodías que Cole Porter compuso por esos años. Todo esto está en el guión de Midnight in Paris, donde el cineasta asegura que no hay ni un gramo de investigación histórica. 'Todos esos artistas fueron muy importantes para mí cuando era joven y los conozco perfectamente. Además, no quería hacer un retrato profundo de ellos, es una sátira sobre todos esos personajes que me fascinan', aclaró.

La idea de unir en un mismo filme a los personajes más célebres del París de las vanguardias rondaba la cabeza de Allen desde hacía décadas. 'Había escrito una versión de esta película hace tiempo. Los personajes de los años veinte siempre me han interesado', admite. En su día pensó en hacer 'una película de misterio y asesinato con todos estos personajes y luego decidí que no la haría. Pero siempre me han fascinado los artistas y bohemios de esa época'.

El París que retrata Woody Allen en el filme tiene algo de aquel que vio por primera vez en las películas americanas clásicas que retrataban la ciudad cuando era joven. 'En los años en que se configuraba en mi cabeza la imagen de París, veía con mis amigos mucho cine francés. Godard, Truffaut o Renoir fueron muy importantes para mí. Ellos hacían arte, el cine americano era, y es, una industria de hacer dinero', reconocía ayer el director.

'Godard, Truffaut, Renoir y el cine francés fueron muy importantes para mí'

De cualquier forma, este París dorado es su París. 'Una visión absolutamente subjetiva. Es París como yo lo siento', indicó. 'Por eso le pedí al director de fotografía que usara tonos dorados. Mis películas tienen siempre un color otoñal, no me gustan las luces azules y frías. Prefiero arropar a los personajes', matizó.

Para Rachel McAdams y Michael Sheen, dos de los actores protagonistas, esta es una de las películas más románticas del director. 'Es el filme que mejor demuestra su amor por el pasado y por un periodo muy concreto. Creo que eso también la convierte en una de sus obras más personales', precisó Sheen. Los actores, incluido Owen Wilson, alabaron la libertad que proporciona Allen en el plató.

'Ellos hacían arte, el cine americano era, y es, una industria de hacer dinero'

Sobre Carla Bruni, cameo estelar del filme, Allen prefirió hablar de su primer encuentro, en un desayuno con Sarkozy, con la primera dama, a la que quiso retratar como 'una artista por encima de una diplomática'. 'Ella me dijo: Me gustaría estar en una de tus películas porque querría decirle a mis nietos un día que trabajé contigo en el cine', contó el director. 'Vino y desempeñó su parte con mucho garbo e interpretó a su personaje perfectamente', recalcó el director.

Después del luminoso pistoletazo de salida del festival, mañana presentarán sus trabajos las prometedoras directoras Julia Leigh y Lynne Ramsay. Las estrellas no se harán esperar: Brad Pitt, Sean Penn, Penélope Cruz y Johnny Depp pasearán en esta edición por la alfombra roja.

Antonio Banderas ya está en la ciudad por su doble participación. Por un lado, con el doblaje de la película animada Kung Fu Panda 2, la apuesta de Dreamworks del año, y por otro, por su papel en La piel que habito, de Pedro Almodóvar, que aspira a ganar su primera Palma de Oro. Woody Allen ha abierto la veda del buen cine. Cannes acaba de empezar.

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