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Campeones del mundo

Un derechazo de Iniesta entrega el título en el último supiro a La Roja. Holanda gasta la final en nivelar a patadas la superioridad española. Casillas estuvo providencial

JOSÉ MIGUÉLEZ

Momento en el que Iniesta marca el gol de la victoria ante Holanda en la final del Mundial de fútbol. AFP

Con la angustia de las emociones fuertes, en el último suspiro de una final interminable, Iniesta prolongó el grito infinito de millones de españoles con un derechazo rabioso y certero. Un premio al fútbol, un acto de justicia al único equipo que intentó jugar y ganar la Copa del Mundo, que sobrevivió milagrosamente a una catarata de patadas y marrullerías, que ha convertido este deporte que domina desde hace dos años en una fiesta absoluta. España es el octavo campeón. Ya está para siempre entre los mejores, en la cima del universo. España es el campeón del mundo.

La Roja necesitó de noventa minutos y dos prórrogas para poner las cosas en su sitio. Antes, le tocó sortear la violencia insultante de una selección que se traicionó a sí misma y a su historia, que ensució su leyenda de fútbol bien jugado con un planteamiento mezquino embadurnado de marrullería. Jugó a que España no jugara. Pero la selección de Del Bosque no se cansó nunca de intentarlo.

No fue casualidad que Iniesta, el hombre de los goles imposibles, firmara con su gol la victoria. Fue el jugador más castigado por los navajazos del rival y el que más buscó el triunfo y el desequilibrio a partir de la segunda parte. Su comportamiento en la prórroga fue maravilloso, negándose a que la noche más bonita de la historia del fútbol español acabara en la moneda al aire de los penaltis.

Pero si Iniesta puso el nombre al gol, a la final, al título, debería dejarle un hueco de privilegio a su lado a Casillas, que se coronó como el mejor portero del planeta en tres acciones que dejaron mudo a un país entero. Las tres las fabricó Robben, que mete miedo verdadero, que estuvo vigilado de forma estupenda, con marcajes y con ayudas, pero que le basta un resquicio para amargar la existencia de cualquiera. En las tres, especialmente en dos mano a mano al contragolpe, se dio de bruces con Iker, San Iker, el guardameta de los milagros.

España volvió loca a Holanda de salida. Dejó posiblemente su mejor arranque del Mundial, con jerarquía, combinaciones eléctricas y tres ocasiones muy claras en los primeros diez minutos. Muy segura de sí misma. Holanda contestó a base de mordiscos. Quiso invertir el rumbo de la final con entradas que buscaban intimidar a los españoles, quitarle más ganas de toque. Especialmente violento estuvo Van Persie, que saludó al encuentro con un golpe por detrás y malintencionado sobre la rodilla de Busquets y luego marcó el tobillo de Capdevila. Pero Gio, Van Bommel (para errestarle), De Jong y hasta Sneijder se sumaron con entusiasmo a la cacería.

Holanda trató de acabar con el violín a gorrazos. Un equipo trataba de poner música y el otro se limitaba a aporrearlo con la baqueta del tambor. El colegiado gestionó mal la dureza extrema del grupo oranje. Hubo plantillazos de todos los colores, hasta en el pecho, que merecieron un color más oscuro de tarjeta. Y hasta en la concesión de la ley de la ventaja, el árbitro inglés favoreció la macarrería. España no entró al trapo pero acabó el primer tiempo con dos amarillas, tan sólo una menos que su rival. La desproporción de la decisiones del juez con uno y otro fue evidente.

Las cuchilladas hicieron bajar el pistón a La Roja, que comprobó que ganar la Copa del Mundo le iba costar unas cuantas gotas de sangre. Aunque siempre intentó llevar el encuentro por abajo, la fiereza naranja la obligó a recurrir a menudo los pelotazos desde atrás. El centro del campo, en cambio, se los prohibió. Buscó la paciencia, la circulación de la pelota de lado a lado, la movilidad continua de la segunda línea de centrocampistas. Pedro hizo especial daño con sus apariciones y sus giros. Pero España fue encogiéndose por el ruido de las coces.

Holanda no se encontró cómoda con el balón. Se ahogó con la presión más limpia de su contrincante. Buscó la propsperidad a partir de las acciones a balón parado. Y apenas se encontró a Robben, muy vigilado en marcajes y ayudas. Pero cuando lo hizo, puso a España un nudo en la garganta. Casillas lo salvó todo.

Holanda confesaba con su juego la superioridad española, se rendía y se negaba a jugarla de tú a tú. Provocó otro partido del que le costó escapar a La Roja. La segunda parte trajo el mismo guión, así que Del Bosque tuvo que tirar de su pericia surafricana para desatascar partidos. Lo intentó por la vía de Navas, aunque a costa de perder al jugador más dañino hasta entonces. El efecto Navas se produjo y a punto estuvo de desembocar en gol, pero se apagó.

Fue entonces cuando decidió irrumpir Iniesta y, asociado con Xavi y Cesc, coger el partido por las solapas. Puso sus piernas al servicio del título, se las dejó coser a patadas, pero no se cansó nunca de buscar una y otra vez el agujero.

Castigado otra vez Villa como único punta, sacrificado su gol, Iniesta interpretó que le toca marcar la diferencia. Le regaló primero un caramelo a Cesc nada más comenzar la prórroga. Holanda al fin se quedó con uno menos e Iniesta se instaló en el área y sus inmediaciones. Hasta que recibió un balón de Cesc y remató con el corazón hasta el fondo de la red. Llevó a España hasta la felicidad infinita (sólo empañadao por el drama final de Torres, otra vez en el suelo lesionado). La Roja está en la cima. Ya es para siempre campeona del mundo.

HOLANDA: Stekelenburg; Van der Wiel, Heitinga, Mathijsen, Van Bronckhorst (Braafheid, min. 105); De Jong (Van der Vaart, min. 99), Van Bommel, Kuyt (Elia, min. 70), Sneijder; Robben y Van Persie.

ESPAÑA: Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol, Capdevila; Busquets, Xabi Alonso (Cesc, min. 86), Xavi, Iniesta, Pedrito (Navas, min. 60); y Villa (Torres, min. 106).

GOL: 0-1, min. 116: Iniesta, de tiro cruzado.

ÁRBITRO: Howard Webb (GBR). Amonestó a Van Persie (min. 15), Van Bommel (min. 22), De Jong (min. 28), Van Bronckhorst (min. 54), Robben (min. 83), Van der Wiel (min. 111), Mathijsen (min. 116), por Holanda; y a Puyol (min. 16), Sergio Ramos (min. 23), Capdevila (min. 66), Iniesta (min. 117), por España. Expulsó, por doble amarilla, a Heitinga (min. 56 y 109).

ESTADIO: Soccer City. 84.000 espectadores. La Reina doña Sofía y los Príncipes de Asturias estuvieron en un palco repleto de personalidades, entre ellos, el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, el de la FIFA, Joseph Blatter, el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky, y el de la RFEF, Ángel María Villar.

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