Alfonso Escámez, natural de Águilas (Murcia), falleció el domingo a los 94 años de edad en su domicilio de Madrid, según recogió Efe tras recibir una llamada de su secretaria. El ex presidente del Banco Central sufría un problema cerebral.

Su historia es ejemplo de hasta dónde puede llegar un hombre que empezó de botones con 12 años en el Banco Internacional de Comercio de su ciudad. La entidad fue absorbida en 1943 por el Banco Central, donde Escámez desarrolló toda su carrera profesional desde el último peldaño hasta alcanzar la presidencia en noviembre de 1973. Durante su mandato, el Central llegó a situarse como primer grupo financiero del país.

Pionero de la expansión hacia América, en la década de los sesenta inició la adquisición de las primeras filiales hispanomericanas y estadounidenses y puso a cotizar las acciones del Central en la Bolsa de Nueva York. También potenció el grupo industrial del banco, en especial Cepsa, de la que fue presidente. Se decía que era el hombre que mejor compraba petróleo de España.

Tuvo que acometer la reestructuración del sector bancario de los ochenta y la fallida fusión con Banesto. Mantuvo un pulso con Los Albertos (Cortina y Alcocer), dueños de un 12% del Central, pues se oponía a que alcanzasen el 30%. Tras el divorcio, las hermanas Koplowitz le vendieron dicha participación.

Dejó la entidad tras la fusión con el Hispanoamericano, renunciando al periodo de presidencia que se le había asignado.

ETA intentó atentar contra él y se le imputó por el caso Filesa, pero fue exculpado.