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La UE acelera el fondo de rescate tras el revés del G-20

Los ministros de Economía de la zona del euro perfilan un acuerdo definitivo que frene el contagio a Italia de la incertidumbre griega

DANIEL BASTEIRO

En la última cumbre del G-20, Nicolas Sarkozy y Angela Merkel lograron parar los pies a Yorgos Papandreu y atar las manos a Silvio Berlusconi. Al primer ministro de Grecia, lo empujaron hacia la salida del Gobierno al frustrar el referéndum que había anunciado sobre el rescate y el programa de recortes. Al líder italiano le impusieron una vigilancia reforzada de sus reformas que comenzará a ser efectiva esta semana, cuando los técnicos de la Comisión aterricen en Roma. A ellos se sumarán los del FMI a finales de mes para comprobar que se cumplen los objetivos de déficit o los planes sobre la reforma laboral y la edad de jubilación.

Pese a estos intentos, los problemas de fondo de la zona del euro persisten y cada día que pasa el riesgo es mayor para las economías más atacadas por la especulación. Por ese motivo, los ministros de Economía de la moneda única tratarán de detallar esta noche en Bruselas las características del reforzado fondo de rescate, ignorado el jueves y el viernes en Cannes (Francia) por EEUU y los países emergentes que acudieron a la cita.

La eurozona tiene que cerrar los detalles para lograr atraer inversiones

Durante la cumbre, los ministros de Economía francés y alemán mantuvieron reuniones con Olli Rehn, el comisario de Economía, con el objetivo de llegar hoy a un 'acuerdo sobre las capacidades operativas del fondo', según revelaron fuentes comunitarias. Aunque las líneas maestras quedaron cerradas en la cumbre de jefes de Gobierno del euro de finales de octubre, países como China o Brasil se negaron en Cannes a contribuir a la estabilidad de la moneda única a través de los nuevos instrumentos de inversión.

El Fondo Europeo para la Estabilidad Financiera (FEEF, o EFSF, por sus siglas en inglés), sólo dispone ahora de unos 250.000 millones de euros, que pretende cuadruplicar ofreciendo seguros contra el impago de un 25% de la nueva deuda emitida por los países del euro. Como la eurozona considera que ese billón de euros de capacidad podría no ser suficiente para calmar a los mercados, en la última cumbre europea aprobó la creación de nuevos instrumentos para atraer inversiones de países emergentes o incluso otras entidades privadas. El principal problema es que ninguno de los inversores posibles sabe a ciencia cierta dónde estaría depositando su dinero, con qué condiciones de interés, plazo o bajo qué supervisión.

La incertidumbre sobre el fondo llevó a la canciller alemana a reconocer el viernes que 'apenas hay países que han dicho ya que cooperarán con el fondo europeo'. Para mayor infortunio, ninguno de ellos concretó una posible aportación a través del FMI, visto como un canal alternativo y más fiable para lograr un mismo objetivo: marcar músculo ante la especulación.

Grecia protagonizará de nuevo una parte importante de los debates

La vicepresidenta económica, Elena Salgado, aseguró que los contactos entre capitales tendrían lugar a lo largo de todo el fin de semana con el objetivo de ultimar la decisión en el Eurogrupo de hoy en Bruselas, al que seguirá un Ecofin (ministros de Economía de la UE) mañana.

Además de discutir sobre el fondo de rescate, los ministros del euro analizarán la cambiante situación política de Grecia, que el miércoles pasado llevó a Merkel y Sarkozy a amenazar con una expulsión de Atenas de la moneda única. La deriva de los problemas de la zona del euro y la incapacidad de los líderes para solucionarlos atenaza ya a Italia, a quien no basta ya con que regrese la paz institucional y económica a la economía griega. El tipo de interés que exigen los mercados a Roma superó la semana pasada el 6,43%, acercándose al 7% en el que un rescate se consideraría ineludible. Y la cosa podría ponerse más fea hoy en los mercados después de que ayer el gobernador del banco central de Luxemburgo, Yves Mersch, amenazase a Italia con que el BCE deje de comprar sus bonos. Sin embargo, aunque Italia ya no puede echarle la culpa a Grecia, mientras Atenas siga siendo una fuente de tensión, sus problemas no pueden sino empeorar.

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