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La Fed tendrá en cuenta la crisis climática y las tensiones geopolíticas para decidir sobre los tipos de interés

Los conflictos armados y la factura climatológica serán tanto o más determinantes que la debilidad económica en la hoja de ruta de las rebajas del precio del dinero que el banco central de EEUU acometerá previsiblemente en 2024.

Reserva Federal de Estados Unidos (FED)
Imagen de archivo de la sede de la Reserva Federal de Estados Unidos. Archivo / REUTERS

Ningún negocio se moverá en 2024 sin una lectura analítica del negro escenario geopolítico que vive el planeta para prever los riesgos de cualquier operación comercial o inversora. Las empresas (y los hogares) tampoco deberían obviar otro factor X, una incógnita aún más compleja de despejar: los costes asociados a las inclemencias o fenómenos meteorológicos derivados de los efectos de la crisis climática. Los bancos centrales, con la Reserva Federal de EEUU (Fed) a la cabeza, no están dispuestos a pasarlos por alto.

Así lo interpretan los analistas del fondo de inversión Macquarie, que no descartan que este doble foco de tensión mantenga el IPC estadounidense por encima del 2% a lo largo de 2024 y, con ello, se diluyan las opciones de que la Fed rebaje considerablemente los tipos de interés. "La guerra y el cambio climático serán los mayores riesgos sobre los que la autoridad monetaria americana moldeará sus decisiones", escribe en una nota a clientes su estratega Thierry Wizman antes de explicarse: "Serán los asuntos determinantes para que adopte una táctica de bajada de tipos más agresiva o, por el contrario, más pausada".

Los costes del transporte marítimo por el doble colapso del canal de Panamá (por la sequía que impide el normal funcionamiento del sistema de esclusas) y del mar Rojo y la pasarela de Suez (por los ataques de los rebeldes hutíes a mercantes y petroleros) están configurando otra espiral inflacionista y generando nuevas disrupciones en las cadenas de valor, como ya ocurrió después de la gran pandemia, enfatiza Wizman.

El World Container Index de la firma de consultoría Drewry, dedicada a la investigación de la industria naviera, sitúa el aumento de la factura mercante en el mundo por encima del 122% desde comienzos de diciembre. Multinacionales del sector como Maersk o CMA CGA ya han impuesto sobreprecios por redirigir sus cargas por los pasos más meridionales de América (Magallanes) y África (Buena Esperanza) y el petróleo lleva semanas incorporando a su cotización los riesgos asociados de un transporte y una logística con travesías más largas y peligrosas.

Este compendio "está drenando inventarios y, en consecuencia, acelerando la adquisición de los suministros necesarios para ir recomponiendo los stocks futuros", lo que también contribuye a la aceleración de los precios por las normales distorsiones entre la oferta y la demanda, precisa el analista de Macquarie.

Aunque no es la única voz de alerta. El FMI señala a ambos asuntos, los geopolíticos y climáticos, para corroborar que "las rutas marítimas globales están seriamente amenazadas".

Todo ello ha enrarecido el clima de los negocios y diluido las opciones de una caída en números rojos de las potencias industrializadas, aunque aún sean solo peligros latentes. En consecuencia, ¿cómo se comporta la economía al inicio de 2024? Y, sobre todo, ¿podrá encauzar su dinamismo o, por el contrario, está abocada a serias contracciones en un año con una elevada temperatura electoral y riesgos sobre las democracias como el actual? Estos cinco factores ayudan a entender la dimensión de este interrogante sobre el que la Reserva Federal actuará como termómetro de situación.

1. ¿Rebajas de tipos agresivas o minimizadas en el tiempo?

Bob Michele, de JP Morgan decía a Financial Times hace unas fechas que la Fed reducirá en 250 puntos básicos el dinero en 2024, después de calificar su política monetaria de "obra de ingeniería" por dejar el IPC cerca del 2%, con una tasa de paro por debajo del 4% y con una economía que navegó en verano más allá del 5%. Pero también avisaba que un aterrizaje suave de la economía "será cada vez más complejo si no gradúa convenientemente las reducciones de tipos". De otra forma, advierte, "los vientos serán demasiado huracanados" como para amortiguar la caída de la actividad.

Drew Matus, de MetLife Investment, dibuja una hoja de ruta para que la Fed lleve el precio del dinero hacia el entorno del 3% desde el 5,50% actual. Este analista considera imprescindible que el banco central de EEUU realice seis movimientos a la baja para certificar una rebaja de 150 puntos; es decir, de un cuarto de punto cada uno (el doble de la cifra que dejan traslucir los miembros de la Fed).

2. ¿Evitará EEUU la recesión en un año de elecciones presidenciales?

El Tesoro americano tiene claro que la Bidenomics, la política económica de la Administración demócrata, con sus ayudas y subsidios para relocalizar y catapultar su industria y los negocios verdes (desde los 465.000 millones de dólares del Inflation Reduction Act, a los 280.000 millones del Chips and Science Act para crear fábricas de semiconductores, pasando por el multimillonario Plan de Infraestructuras), está ayudando a un aterrizaje del PIB sin sobresaltos. Con la inestimable aportación de la Fed, como se encarga de recordar la secretaria del Tesoro Janet Yellen, otrora presidenta de la Reserva Federal.

Pero el guiño de Yellen al actual presidente de la Fed, Jerome Powell, puede caer en saco roto. El PIB, que en el trimestre estival se disparó hasta el 5,2% tras su revisión de tres décimas al alza, empieza a emitir señales de fatiga después de sortear la recesión que preveían los mercados a lo largo de todo 2023.

Quizás el dato más elocuente del enfriamiento económico sea el que aporta la Fed de Filadelfia en su último diagnóstico coyuntural: asegura que 21 estados de la Unión entraron en contracción en noviembre.

Agentes de inversión como la agencia Moody's e instituciones como el World Economic Forum (WEF) coinciden al alertar sobre el riesgo de recesión en un año con elecciones presidenciales y amenazas a la salud democrática del país con una atmósfera social cargada de crispación y donde la desinformación campa a sus anchas. Deutsche Bank y Sociètè Gènèrale se decantan por los números rojos en 2024, un escenario al que la Fed de Nueva York otorga un 63% de probabilidades y que favorecería a Donald Trump.

3. Los economistas acuden al dilema inflación-crecimiento

Es el eterno conflicto de todo banco central en épocas inflacionistas. El descenso de los precios se ha atascado, por lo que la Fed "no podrá controlar el IPC sin dañar el ritmo de la actividad", dice Mohamed El-Erian, antiguo consejero delgado del fondo Pimco (especializado en renta fija y uno de los mayores tenedores de deuda pública española).

Sin pretenderlo, El-Erian, actualmente máximo asesor de asuntos financieros de la aseguradora Allianz, pone el dedo en la llaga en el asunto clave que centrará la campaña electoral estadounidense en el orden económico. Porque la inflación será el gran ariete de Trump y el Partido Republicano (si finalmente, como parece, consigue su nominación) para descoser el tupido traje que Biden dice haber confeccionado para elevar la riqueza de la clase media.

Trump y sus asesores ya modelan un relato en el que las tensiones inflacionistas han pasado una factura irreparable a hogares, empresas y, por supuesto, al estadounidense de rentas medias. Y El-Erian añade combustible a este fuego: a su juicio, el IPC estadounidense "volverá a superar el 3% y a acercarse al 4% en 2024". Un pronóstico que marcha en dirección contraria al del mercado, que se manifiesta más optimista y sitúa la inflación a la baja, en el 2,4% en enero.

4. Todo dependerá del consumo

La economía norteamericana depende del ritmo de su demanda interna (el consumo de hogares y la inversión empresarial), que suponen tres cuartas partes del PIB. Y, en este sentido, la prolongada carestía de la vivienda ha sido el acicate de un IPC que terminó noviembre en el 3,1% y diciembre en el 3,4%. Lejos de acompañar al descenso de compraventas en 2023 (el mayor en 30 años) los precios del sector subían ya a finales de octubre un 4,7% hasta situar el promedio del desembolso por compra de vivienda en los 389.800 dólares.

El incentivo del consumo, además, atravesará una fase crítica. Más pronto que tarde, según los economistas de la Fed de Filadelfia, que alertan de que los niveles de impagos de las tarjetas de crédito de los norteamericanos son los más altos desde 2012, con el 10% de sus usuarios acumulando una deuda superior a los 5.000 dólares: "Los altos tipos de interés han tenido un impacto directo y cada vez más intenso sobre la habilidad de pago de los consumidores", avisa.

5. El carburante para los 'halcones' de la Fed y la campaña republicana.

El Comité de Mercados Abierto, el órgano de la Reserva Federal que decide sobre los tipos de interés, mostrará ya en su reunión de esta semana la reacción de la parte dura de la institución, que se aferrará a estimación de un alza del 3,3% del PIB en el último trimestre de 2023 para mantener el mayor tiempo posible los tipos actuales.

Mark Zandi, economista jefe de Moody's Analytics, resume así la situación: "Todas las rúbricas contribuyeron al crecimiento: consumidores, empresas, gobierno, comercio, inventarios y sector inmobiliario. Las ruedas del furgón se mueven en la misma dirección". Pero alerta de que 2024 "ha empezado con otros condicionantes". Según Torsten Slok, economista jefe del fondo Apollo, la economía "ya no está en una burbuja de crecimiento".

Pese a ello, los halcones de la Fed se resistirán a una bajada de los tipos, dibujando un escenario de aceleración con presiones inflacionistas para tratar de influir en unos mercados que, según Albert Edwards -de Sociètè Gènèrale-, "están subestimando la potencialidad de la ralentización económica".

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