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El empleo femenino crece hasta rozar los diez millones en un año récord de ocupación

La EPA revela cómo la economía española crea ocupación en una etapa de frenazo del crecimiento, con datos históricos en actividad de mujeres y en trabajadores que se siguen formando, pero con lagunas en desempleo y temporalidad pública.

Dos trabajadoras de la fábrica de juguetes Injusa, en Alicante. E.P./Roberto Plaza
Dos trabajadoras de la fábrica de juguetes Injusa, en Alicante. Roberto Plaza / EUROPA PRESS

El empleo femenino cerró 2023 con un récord histórico de casi diez millones de mujeres ocupadas (9,923) que ha resultado clave para que la plantilla del tejido productivo español se haya consolidado por encima de los 21 millones de trabajadores, una barrera que ya sobrepasó la pasada primavera, y estableciera un nuevo hito por tercera vez consecutiva.

La EPA (Encuesta de Población Activa) que elabora el INE (Instituto Nacional de Estadística) cierra el cuarto trimestre de 2023 con un registro de 21,246 millones de ocupados y un aumento anual de 783.000 en el que las mujeres aportan la mayoría: 437.000 por 346.000 hombres, es decir, el 55,8% del incremento.

Solo en el anómalo 2021, el primer año de salida de la crisis pandémica, en el que se crearon 840.000 empleos tras la destrucción de 652.000 en el anterior se produjo un avance mayor de la ocupación de las mujeres en España, 480.000, aunque más de la mitad de esas cifras se debieron a la reactivación de la actividad tras los despidos masivos de eventuales con el confinamiento.

Ahora, según los datos de la EPA, el 46,7% de los puestos de trabajo están ocupados por mujeres, que han estrechado a 1,4 millones de ocupados una brecha con los hombres que lleva camino de seguir estrechándose.

"Bastante más de la mitad del empleo que se ha creado es femenino", señala Antonio González, de Economistas Frente a la Crisis (EFC), quien augura que la brecha va a seguir estrechándose, no tanto por la entrada de mujeres en el mercado laboral, que también, sino por la salida de hombres.

"Hay una salida mayor del empleo masculino hacia la jubilación", apunta, junto con esa mayor entrada de mujeres, algo que a medio plazo "puede dar lugar a que haya una mayor ocupación femenina que masculina".

Efectivamente, el número de hombres en el tramo final de su carrera laboral, los de más de 55 años, superan en 357.300 al de mujeres (2,407 por 2,05 millones) que se encuentran en ese mismo tramo de edad, algo que, junto con el mayor ritmo de acceso, parece abonar esa hipótesis.

También ha habido un cambio en la calidad de ese empleo femenino: todo el avance se concentra en empleo indefinido, con 443.000 relaciones laborales estables más y 68.400 eventuales menos que un año antes; y se ha concentrado en las jornadas completas (310.300, 70%) frente a las parciales (64.300) y con un potente avance de las autónomas (62.000, más de una de cada seis incorporaciones).

La resiliencia del empleo

Esa mejora de la calidad del empleo ha sido generalizada tras dos años de aplicación de las nuevas normas de contratación de la reforma laboral de finales de 2021, que tras más de cuatro décadas de desregulación del empleo y de despido, redirigió las normas contractuales hacia la estabilización.

Así, en dos años la cifra de asalariados con contrato indefinido ha aumentado en casi 2,4 millones para superar los quince mientras el de eventuales se reducía en más de 1,3 para caer por debajo de los tres.
Eso ha situado por debajo del 14% una tasa de temporalidad que no hace mucho se encontraba en el entorno del 27%, y revela que se están atajando la rotación del empleo y su troceo.

Esa inversión de tendencias tras una década de intensa volatilidad en la contratación y de abaratamiento del despido, se deja notar especialmente en las tablas que indican la permanencia de los trabajadores en sus empleos: se reduce el grupo de quienes llevan menos de tres meses en ellos, aunque siguen siendo más del 6% como consecuencia del aumento de los despidos antes de finalizar el periodo de prueba y de las interrupciones de la ocupación de los fijos discontinuos, y crece en los demás tramos, con especial intensidad en el de quienes superan el primer año.

"Hay vías de escape que corregir. La precariedad se ha concentrado en bolsas de empleo de baja intensidad como los fijos discontinuos, con el uso abusivo de la jornada parcial y también en las rescisiones de contratos antes de acabar el periodo de prueba", señala González, que llama la atención sobre cómo las administraciones mantienen una tasa de temporalidad del 30%, el doble que el empleo privado.

"No se puede mantener un tercio del empleo público como temporal, eso no tiene ni pies ni cabeza", anota el economista, quien, al mismo tiempo, llama la atención sobre la estabilidad que, en general, está mostrando el empleo.

"Ha adquirido unos niveles de resiliencia enormes. Es totalmente novedoso que con una desaceleración del PIB se cree empleo, eso es nuevo, no había pasado nunca. Con una tasa de crecimiento baja no se está destruyendo, y eso ocurre porque han aumentado enormemente los niveles de estabilidad", explica.

De hecho, las grandes mermas de la ocupación no están viniendo de prescindir de los trabajadores eventuales en cuanto las empresas atisban el primer nubarrón, sino a través de despidos en grandes empresas por motivos estructurales, como ocurre en Telefónica.

Aunque nada asegura con la actual normativa laboral, que no vincula en despido a ningún tipo de causalidad y que lo tasa más barato que caro, de 20 a 33 días por año trabajado, eso no pueda ocurrir. "Mientras no corrijamos eso estamos expuestos a que si viene una crisis vuelvan a generalizarse los despidos improcedentes individuales", advierte González.

El estigma del ‘nini’ tiende a desaparecer

La EPA del cierre de 2023 viene a confirmar varias tendencias en el ámbito laboral de la juventud, como un aumento de la ocupación, con medio millón más de menores de 35 años ocupados que al acabar 2021, un ligero incremento de la inactividad por motivo de estudios y una caída de la tasa de desempleo, que se sitúa por debajo del 12%.

Eso deja en el entorno de los 154.000, menos del 2% del colectivo, el número de los denominados ninis, los jóvenes (menos de 35 años) que no estudian ni trabajan, cuyo volumen no llega a los 70.000 si la horquilla se queda en los 25.

Este estigmatizado grupo, el relato sobre el cual siempre se ha basado en datos cuantitativos sobre su situación laboral y académica pero obviando el enfoque cualitativo de las oportunidades, resultan ser menos de la quinta parte de los 358.200 que se encargan de labores domésticas en sus hogares y que los 94.800 que sufren incapacidades o perciben pensiones, ya sea por bajas laborales, orfandad u otros motivos.

"Entre los jóvenes se ha creado una cultura según la cual tienes que seguir formándote hasta que logras empleo. Hay una tendencia clara a seguir una formación reglada", apunta el economista, que recuerda cómo el Plan Bolonia "recortó la duración de las carreras a costa de reducir la especialización, que es lo que ahora adquieren con los máster. Eso alarga los estudios hasta los seis o siete años".

"Por eso la tasa de paro ha bajado muchísimo entre los menores de 25 años; no tanto porque haya mejorado la ocupación sino más bien porque se ha retrasado la incorporación a la actividad laboral", añade.
La abundancia de titulados superiores en un mercado laboral sin capacidad para asimilarlos hace que España presente una de las tasas de empleo sobrecualificado más altas de Europa

Cuatro millones de trabajadores se siguen formando

La EPA del cuarto trimestre de 2023 marca también un récord en cuanto a las acciones de formación de los trabajadores, con más de cuatro millones de ellos siguiendo estudios reglados (1,12) o no reglados (3), en una cifra que prácticamente duplica la de hace una década.

En esa tendencia influyen varios factores como la señalada cultura del estudio entre los jóvenes, pero también la obvian necesidad de reciclarse para surfear un sistema productivo en el que la digitalización y la tecnificación avanzan a una velocidad de vértigo.

En solo dos años, el volumen de trabajo de las ocupaciones técnicas, científicas y de comunicaciones ha aumentado casi un 10% tras crecer en seis millones semanales y alcanzar los 65,59.

El 40% de los parados lleva más de un año buscando empleo

"Hay importantes problemas por resolver en el mercado laboral, y uno de ellos es el elevado peso del paro de larga duración dentro del desempleo", señala Antonio González, que recuerda que "cuatro de cada diez parados lleva más de un año buscando empleo, y uno de cada cuatro, en números redondos, al menos dos".

"Se trata de la tasa más elevada de Europa, e indica que hay millones de personas en una situación de marginación", apunta.

Esa desmesurada tasa de parados de larga duración se produce en un mercado laboral en el que "hay un desajuste entre demanda y oferta de empleo por capacitación y, al mismo tiempo, puestos que no se pueden cubrir. Eso debería resolverse desde las políticas activas de empleo, pero no funcionan", añade.

En cualquier caso, hacía quince años, desde finales de 2008, que España no tenía una tasa de paro inferior al 12%, como ocurre desde la pasada primavera.

El 11,76% actual le sitúa dos puntos por debajo del 13,78% de finales de 2008 y a algo más de quince puntos del récord del 26,94% con el que el país arrancó el año 2013.

El trabajo gratuito se come 62.000 empleos

Por último, el trabajo gratuito que mide la EPA, que son las horas extraordinarias no cobradas por los trabajadores, tiende a la baja, pero mantiene un desmesurado volumen de 2,478 millones de horas semanales que equivale a 61.950 puestos de trabajo de 40 horas de jornada.

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