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Detenidos los presuntos asesinos de Capbreton

Asier Bengoa y Saioa Sánchez fueron arrestados en una parada de autobús cerca de la ciudad de Toulouse // Ella era una de las terroristas más buscadas y él ya estuvo tres años en la cárcel

GUILLERMO MALAINA

La Policía francesa acabó ayer con la huida de dos de los tres miembros de ETA que el pasado sábado atentaron en Capbreton contra los dos miembros de la Guardia Civil integrados en el operativo especial de vigilancia de la banda en suelo francés. La Gendarmería apenas ha necesitado cuatro días para arrestar cerca de Toulouse a dos de los terroristas, Asier Bengoa y Saioa Sánchez, y lograr así el primer éxito del amplio operativo desplegado con 1.500 agentes por cuatro regiones del país.

Ambos confesaron el doble asesinato, según fuentes del Ministerio del Interior español. Asier Bengoa ya figuraba en los documentos incautados en 2002 al entonces jefe del aparato militar de ETA, Ibon Fernández Iradi, Susper.

El asesinato de los dos miembros de las Fuerzas de Seguridad –ayer mismo falleció Fernando Trapero– en Francia, un hecho inédito desde 1976, había encolerizado al Ministerio del Interior galo, que sentía la obligación y la necesidad de realizar una demostración de fuerza para enviar a ETA un claro mensaje: sus miembros no tendrán descanso.

Sin infraestructura

El desarrollo de los hechos estos cuatro días también viene a reforzar la hipótesis apuntada en un principio por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, en el sentido de que el atentado no estaba planificado por los tres terroristas y que se produjo tras un “encuentro fortuito”. Y también queda en evidencia la falta de infraestructura de ETA en Francia para esconderse.

La huida de Asier Bengoa y Saioa Sánchez tocó ayer a su fin en Châteauneuf-de-Randon, al norte de Toulouse, después de haber cruzado el sur del país francés entre continuos sobresaltos. La Gendarmería los detuvo al mediodía cuando se disponían a coger un autobús. La pista final seguida, según el Ministerio del Interior francés, llegó a través de las llamadas telefónicas de vecinos de la zona, que alertaron de la presencia de dos jóvenes que hablaban francés con un fuerte acento español. Este era, precisamente, uno de los datos difundidos por la Policía en su llamamiento para pedir la colaboración ciudadana.

En el momento de la detención, los dos miembros de ETA estaban en posesión de una suma importante de dinero e iban armados, con un revolver Magnum 357 –que no deja casquillos al dispararse– y una pistola 9mm, el calibre utilizado habitualmente y también en el atentado de Capbreton. Asier Bengoa y Saioa Sánchez, que no opusieron resistencia, fueron trasladados a la comisaría de Mende y posteriormente a París, mientras la Gendarmería mantenía la búsqueda de la tercera persona que participó en el atentado.

La carrera entre la Gendarmería y los miembros de ETA comenzó nada más producirse el tiroteo. Los tres huyeron del lugar hacia el norte, hasta la localidad de Haut Mauco, cerca de Mont-de-Marsan, a 88 kilómetros ya de Capbreton. Allí abandonaron su vehículo, un Volkswagen Golf, cargado con material para fabricar explosivos, y robaron otro, un Peugeot 307, tras secuestrar a su propietaria y obligarla a meterse en el maletero. El siguiente destino de los terroristas fue Léognan, cerca de Burdeos. Allí, en una zona desierta, dejaron a su rehén. “Abrieron la puerta trasera y me pidieron que bajara. Me colocaron un gorro en la boca, que fijaron con una cuerda enrollada alrededor de mi cabeza. Me ataron a un árbol. Por primera vez, uno de ellos me dijo que eran de ETA y que necesitaban dos horas para huir”, relataría después Fanny Tilhet, de 31 años, al diario Sud Ouest.

En autostop

Según la reconstrucción hecha por los cuerpos de seguridad, el jefe del comando y los dos etarras detenidos ayer se separaron en Burdeos. El domingo transcurrió sin noticias de los terroristas, pero el lunes volvió a encenderse la alarma en la Gendarmería. Dos personas –un hombre y una mujer– habían intentado robar a punta de pistola otro vehículo, un Volkswagen Golf, en Gabillou, a 185 kilómetros al nordeste de Saucats.

Con el coche en marcha, su propietario forcejeó con el miembro de ETA, que llegó a disparar su pistola antes de que el automóvil se fuera al arcén.
Fue entonces cuando la mujer del comando, Saioa Sánchez, acudió en ayuda de su compañero, Asier Bengoa, en un Renault Clio de color verde. La pareja se dirigió después hacia el sur, pero sufrió un nuevo tropezón, un accidente con su coche en Blan, a 60 kilómetros de Toulouse, y decidió continuar su fuga en autostop.

Una señora los recogió finalmente y los acercó hasta Revel, otra localidad de la zona. Su huida era de todo menos planificada. Incluso se equivocaron al comprar un billete de autobús a Toulouse. Allí la Policía les perdió la pista hasta ayer. La persecución acabó en Châteauneuf-de-Randon.

En libertad desde hace un año

Asier Bengoa, de 31 años y natural de Vitoria, ya fue detenido en abril de 2003, en una operación desarrollada contra el aparato de captación e infraestructura de ETA. Tras casi cuatro años en prisión, quedó en libertad el 7 de noviembre de 2006, diez días antes de que la Audiencia Nacional dictara contra él una sentencia de siete años de cárcel. Ayer, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional, Javier Zaragoza, aclaró que la Fiscalía no fue informada de su excarcelación. Desde entonces, se encontraba huido, a pesar de que la condena fue recurrida al Tribunal Supremo, que meses después la ratificó.

Saioa Sánchez, miembro liberado de ETA y una de las terroristas más buscadas. Fue la presunta jefa del último comando Vizcaya y todo apunta que huyó a Francia después de que la Ertzaintza encontrara un zulo en Amorebieta a finales de diciembre de 2006.

 


“Los minutos de silencio que han servido para poner de manifiesto el rechazo al terro rismo no pueden ser noticias para tapar la inoperancia y las veleidades de quienes pactan con el terror”. Son las palabras del cardenal de Valencia, Agustín García-Gasco. Las arrojó en su misiva semanal. No deja lugar a la duda. Habla del “chantaje del terror”, de la “condescendencia política con los terroristas”. Los “boquetes”, en fin, que hunden a la sociedad. 

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