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"Queríamos vivir en libertad y ganamos"

El presidente del Gobierno relata sus recuerdos del intento de golpe de Estado

JOSE LUIS RODRÍGUEZ ZAPATERO

Aquella tarde del 23 de febrero del año 1981 estaba estudiando en casa. Me faltaba ya poco para finalizar mis estudios de Derecho. En otra habitación estaba mi hermano Juan, escuchando a través de la Cadena Ser el desarrollo de la sesión de investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo, como presidente del Gobierno, en el Congreso de los Diputados. El volumen de la radio era alto y oí algo extraño, aunque no llegué a percibir qué era. Me acerqué a la habitación donde se encontraba mi hermano y oí, al entrar, la voz del locutor de la Cadena Ser que trasladaba a sus oyentes que el Pleno se interrumpía porque habían entrado en el hemiciclo un grupo de guardias civiles.

Aunque preocupados, nunca perdimos la esperanza de que el golpe fracasara

Nos reunimos con mi padre en otra dependencia de la casa, que era utilizada como despacho de abogado, y comentamos juntos lo que estaba ocurriendo en el Parlamento. La primera impresión, como la de la mayoría de los ciudadanos, fue que se estaba produciendo un intento de golpe de Estado. Eran días difíciles y la prensa había reflejado ya algunas opiniones, siempre anónimas, de militares descontentos con la situación del país. Mi primera reacción y la de mi familia, comprometidos e ilusionados con la restauración de la democracia y de las libertades en nuestro país, después de tantos años de dictadura, fue de una gran preocupación porque España podía perder el tren de la democracia, que tanto había costado recuperar a una mayoría de españoles. Recuerdo la cara de preocupación de mi padre que, en un silencio muy significativo, nos trasladaba la gran injusticia histórica que podíamos estar viviendo si los españoles perdíamos esa democracia incipiente de la que nos habíamos dotado recientemente.

Al día siguiente, estuve presente en la manifestación más importante y llena de sentido democrático que he vivido en mi tierra

Toda la familia seguimos los acontecimientos, hora a hora, minuto a minuto, y siempre en contacto con familiares, amigos y compañeros de partido. Yo en aquella época ya tenía responsabilidades políticas en la Agrupación Local del PSOE de León. Hablé inmediatamente con algunos dirigentes de mi partido y analizamos serenamente la situación. La verdad es que, aunque preocupados, nunca perdimos la esperanza de que el golpe fracasara, porque era mayor el ansia de democracia y libertad de una mayoría de ciudadanos, que habían demostrado ya integrar una sociedad madura y avanzada que la de sectores nostálgicos del pasado.

La intervención del Rey en la televisión fue esencial porque el monarca, con un discurso sereno y de defensa de la democracia recién restaurada en nuestro país, trasladó el mensaje de que la intentona de golpe de Estado estaba condenada al fracaso. Después de las palabras del Rey, una gran mayoría de españoles se acostó ese día con la seguridad de que nuestra democracia seguía adelante.

Al día siguiente, estuve presente en la manifestación más importante y llena de sentido democrático que he vivido en mi tierra, León. Todos estuvimos allí por la democracia, los protagonistas fueron los ciudadanos, la gente, y todos teníamos un pensamiento: queríamos vivir en democracia y en libertad. Y ganamos.Éste es mi recuerdo del 23 de febrero de 1981.

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