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El fascio no aguó la fiesta

Arenys acoge una multitud deseosa de decir «sí» a la independencia, aunque sea virtualmente

 

F. C.

El independentismo ha recurrido al discurso economicista para atraerse a catalanes con su corazón también en España. El intento le ha dado algún resultado. Pero ayer en Arenys de Munt triunfó a lo grande. Bares llenos, tiendas con todo agotado, en el quiosco a las 12 sólo quedaba Abc, El Mundo y La Razón... Una dependienta de una panadería de la riera (la avenida principal) admite que 'esto de la independencia' es rentable. Sobre todo si hay un referéndum cada semana, y Arenys se echa a la calle y lo hace con prensa catalana, española y extranjera, y miles de independentistas en misión de apoyo y para pasárselo en grande en un día con todos los alicientes.

'Hay que cortar de buen rollo con España y ser buenos vecinos', afirma el batería Joan Reig

A algunos les cuesta aceptar que no pueden votar. Sólo lo hace quien acredite residir en Arenys. 'Si no es así, no será creíble, sería una charlotada', explica una chica de organización, sabedora de los puntos débiles de la consulta proscrita por la Justicia, a una mujer de mediana edad.

A primera hora, la riera de Arenys parece las Ramblas en Sant Jordi. Gente que va y viene, reencuentros, colas para votar en el Centre Moral (una entidad católica vecina del Ayuntamiento, al que se le prohibió ceder una sala) y voluntarios preparando comidas populares o conciertos. Joan Reig, el popular batería de Els Pets, uno de los grupos que más ha hecho en las dos últimas décadas por normalizar el pop rock en catalán, ha llegado desde Constantí y señala la importancia 'de que todo el país vea que aquí tienen agallas para preguntar algo que no debería ser tan raro'. Reig cree que con España 'no hay camino que recorrer, hay que cortar de buen rollo y ser buenos vecinos'.

Más o menos lo que piensa Joan Navarro, de 77 años y murciano. Él ha votado y lo ha hecho por el sí. Está convencido de que el día es grande para Arenys, 'un pueblo dormido que hace algo positivo y que se entiende bien'. A quien mejor le va es al alcalde, Carles Móra. Entre micrófonos y abrazos constantes, le es difícil disimular la satisfacción y la implicación del Ayuntamiento. El señor Navarro opina que ha actuado como debía. 'Otra cosa es su gestión para el pueblo', avisa.

Medio centenar de falangistas aprovechan para reclamar una 'Cataluña española'

Al anciano le inquieta la anunciada presencia de la Falange, que motiva y enerva a algunos visitantes. Los Mossos minimizan el protagonismo que la Justicia les concedió. Hace treinta años, los de la camisa azul ya la montaron al intentar impedir, entonces con la gente asustada y encerrada en sus casas, la retirada de un monumento 'a los caídos'. A la misma plaza vuelven hoy.

Falange y democracia es un oximorón, pero medio centenar de fascistas bajan del autobús al grito '¡democracia y libertad!' y con vivas a una '¡Cataluña española!' que en Arenys cuesta encontrar. La estética Martínez el Facha se impone. Desde los balcones, les insultan e improvisan caceroladas.

Los fascistas salen a dos periodistas y cinco o seis mossos por barba. Pero no se sienten ridículos. Tienen lo que querían: la foto y salir sin un rasguño. Camisa azul y yugo y flechas bordadas en rojo, allí está Antonio Jiménez, falangista barcelonés de 76 primaveras. Los más jóvenes huyen de la prensa; a los veteranos les encanta exhibirse. 'Claro que quiero que se pueda opinar, pero dentro de la Constitución. Si estamos aquí, es porque somos legales y demócratas', asegura Jiménez. ¿Que Franco no lo era?. 'Yo de este no quiero saber nada, que soy falangista. Franco era un arrimao, como Pujol'. ¡Toma ya!

Falange dispone de dos horas para manifestarse. Después de desgañitarse y de que los independentistas, retenidos en las calles colindantes, les digan de todo, se marchan. Han sido la nota grotesca de una extraña jornada electoral.

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