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"Se ha ido todo al carajo", dice la delegada del Gobierno

Los saharauis pasaron de la alegría a la desolación en tan sólo una hora

 

SUSANA HIDALGO

'Se ha ido todo al carajo', le soltó ayer por teléfono Carolina Darias, delegada del Gobierno en Canarias, a Carmelo Rodríguez, uno de los portavoces de la plataforma de apoyo a Aminatou Haidar. Eran las siete y media de la tarde. Tan sólo una hora antes, la activista saharaui había subido entre vítores, lágrimas de alegría y aplausos del aeropuerto de Lanzarote a un avión medicalizado hacia El Aaiún. Luego llegó el jarro de agua fría.

El director de Gabinete del Ministerio de Asuntos Exteriores, Agustín Santos, y un equipo médico la acompañaban en el avión. Pero este no llegó a despegar de Lanzarote. Marruecos había dado en un primer momento el visto bueno a la operación, pero a última hora no autorizó el aterri-zaje, según explicó Santos, una vez que la activista estaba de vuelta en el aeropuerto. 'Nos han dicho que el permiso había que solicitarlo con 24 horas de antelación y lo hemos pedido de nuevo', señaló el diplomático, a la espera, ahora, de lo que pueda suceder hoy.

La mala noticia, la sorpresa mayúscula y la indignación llegaron en plena celebración. Los miembros de la plataforma brindaban con cerveza en la cafetería de la terminal, el lugar que han hecho suyo todos estos días. Los carteles de apoyo habían sido ya retirados, aunque la propia afectada había manifestado su recelo, antes de partir en ambulancia hacia el avión. 'Hasta que no llegue a mi casa, esto no ha terminado', dijo a sus colaboradores más próximos, y señaló que hasta entonces no abandonaría la huelga de hambre.

Una hora antes, Santos y la delegada del Gobierno se acercaron al bar. En ese momento, una decena de miembros de la plataforma estaban en la sala, escribiendo en ordenadores o leyendo el periódico. Parecía que iba a ser otra tarde de tensa y larga espera, como las de los últimos días. Pero Santos llamó a unos cuantos de los presentes y les comunicó la noticia: 'En una hora salimos a El Aaiún, pero pido discreción, porque están merodeando grupos de marroquíes. Hay que comportarse con naturalidad'. Fue imposible, la noticia corrió como la pólvora. Los saharauis llamaron a El Aaiún, donde miles de personas esperaban la llegada de Haidar.

Esta volvía a estar en la terminal de Lanzarote a las nueve y media de la noche. Llegó en ambulancia, se tapó la cara, pero tuvo tiempo de hacer el signo de la victoria cuando alguien le gritó: '¡Estamos contigo Aminatou, esto no ha acabado!'.

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