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'Sotto voce' femenino en las orquestas

Sólo uno de cada tres músicos de las agrupaciones sinfónicas profesionales de España es mujer

VANESSA PI

Llenan los conservatorios, pero no se ganan la vida interpretando partituras en grandes auditorios. La cara más conocida de la elitista música clásica continua teniendo rasgos masculinos. Sólo el 32% de los músicos de las orquestas sinfónicas españolas profesionales son mujeres, según el estudio Género sinfónico, que ha dirigido el profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid Javier Noya. En cambio, alrededor del 40% de los titulados superiores que salen del conservatorio son mujeres, una cifra que asciende al 60% de quienes obtienen el grado profesional.

'La música clásica es el más jerarquizado y conservador de los géneros', denuncia Noya. El estudio destaca que España va dos decenios por detrás de países como Estados Unidos y Reino Unido, donde en la década de 1990 alcanzaron la tasa de músicas en las orquestas que tiene España ahora.

'La clásica es el género más conservador', dice el autor de un estudio

Además, el informe constata que las orquestas sinfónicas son 'más sexistas' que la media del mercado laboral, donde la tasa de ocupación femenina es del 41,5%. 'Las orquestas llevan un retraso de diez años respecto al mercado laboral', incide su autor.

La Orquesta Nacional de España (ONE) y la Simfònica del Vallès son las que cuentan con un menor porcentaje de mujeres, un 20%. Al contrario, las orquestas de Oviedo y Santiago de Compostela, con presencia femenina por encima del 40% de la plantilla, son las formaciones más paritarias.

En todos los casos, la sección de cuerdas es la que aglutina a más mujeres, un 42%. En la percusión y el viento metal (por ejemplo, trombón y trompeta), la presencia femenina es simbólica, de apenas un 5%. En viento madera, gracias al cada vez más elevado número de flautistas mujeres (42%), estas son alrededor del 20% de sus miembros.

Las orquestas de Oviedo y Santiago de Compostela son las más paritarias

El estudio remarca que a pesar del alto número de mujeres que tocan el violín (un 47%), muy pocas (apenas el 10%) alcanzan el puesto de concertino, una especie de jefe de la sección que da la nota sobre la que se afina toda la orquesta.

Noya insiste en la necesidad de hacer audiciones ciegas, es decir que los músicos toquen tras una cortina en las pruebas de acceso a las orquestas. Un estudio en EEUU demostró que así se duplica la oportunidad de las mujeres a obtener una plaza. Noya insiste en que los gestores musicales suelen reconocer en petit comité que prefieren no contratar a una mujer, ya que el cuidado de los hijos lastra las giras.

Ane Matxain (Donosti, 1979) se convirtió en la primera mujer concertino de la ONE en 2006. Menuda y sencilla, esta violinista formada en Francia, explica que su carrera musical se fue gestando de una forma tan natural que nunca se planteó otra opción. Matxain considera que los tiempos están cambiando y quita hierro a la discriminación en las orquestas. 'Ya en época de estudiante, estaba todo muy igualado. La gente se va renovando, en cuerda yo creo que están entrando una mayoría de mujeres', explica.

Pero donde más se percibe el conservadurismo sinfónico es en quién lleva la batuta. 'Sólo cuando haya más mujeres directoras se abrirá el campo por abajo', insiste Noya. 'La jerarquía de la dirección es similar a la de la Iglesia católica', añade.

Inma Shara (Álava, 1972) es una de las pocas mujeres que ha conseguido que se reconozca su autoridad para dirigir una orquesta. Lleva años al frente de distintas formaciones. Bella y respetada, Shara se confiesa tan enamorada de su trabajo que huye de que se la tenga en cuenta por ser mujer y asegura que nunca se ha sentido discriminada. Al menos, por ser mujer. 'La orquesta adopta una actitud diferente cuando una es muy joven. La experiencia es un grado', reconoce.

Tampoco la compositora Sonia Megías (Almansa, 1983) puede hablar mal de los compañeros de estudios y profesionales con los que trabaja. Al contrario. Confiesa desde Nueva York, por correo electrónico, que le resulta incómodo que se la considere 'especial, por exótica ominusválida o menos válida que los compositores'. 'Muchas veces se me han encargado obras por ser mujer, para que alguien les dé la subvención', lamenta.

Estas tres mujeres rompen el estereotipo y demuestran que el cambio es posible. Al menos ellas transmiten que el camino se ha iniciado y reclaman su valía. Pero Javier Noya mantiene que no hay que bajar la guardia, que muchas otras mujeres no consiguen su objetivo pese a tener aptitudes para ello. Y añade un argumento a la necesidad de cambio: 'Es la única forma de que nuevos públicos se acerquen a esta música'.

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