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Montilla consigue aislar en el PSC a Maragall y Castells

El conseller de Educació da a entender que no seguirá en el Govern

FERRAN CASAS

A medida que pasan las horas, el mapa está más claro. El president José Montilla no sólo ha capeado el temporal dentro de su Gobierno aldesechar el ofrecimiento de dimisión de su conseller de Educació, Ernest Maragall, que criticó la 'fatiga' que genera el Tripartito y su falta de 'proyecto de país'. También ha afianzado, más si cabe, su liderazgo en el PSC.

Hasta ahora, el sector más catalanista, que comparte puestos de responsabilidad con barones territoriales y alcaldes metropolitanos, se le resistía. Pasada la marejada, son una abrumadora mayoría los que, desde todas las sensibilidades, constatan que 'tras sus errores', han quedado debilitados Maragall y el conseller de Economia, Antoni Castells. Este secundó de entrada al titular de Educació, pero le recomendó que no fuera más allá y no publicara un artículo en prensa para reafirmarse en su posición.

El partido considera finiquitado el 'inconcreto' debate de los últimos días

Maragall no hizo caso. Ya en la ejecutiva del lunes, Castells matizó algo su postura. Se distanció en las formas, no en el fondo.

Pese a todo, Maragall y su entorno están satisfechos de haber situado, primero con su conferencia del pasado miércoles y después con el artículo del domingo, al PSC 'en el centro del debate'. Pero no hay quien aclare en que términos debe desarrollarse un debate 'muy etéreo e inconcreto'.

'Es evidente que el PSC tiene proyecto para Catalunya y que todos queremos un perfil diferenciado de CiU y de nuestros socios', dice un dirigente. 'En el PSC se discute más que en ninguno; fuera de la dirección y en las ejecutivas, que son deliberativas y sin orden del día cerrado', agrega otro vinculado al sector más catalanista. Justo esta etiqueta es tan vigente como molesta.

Algunos dirigentes exigen una estrategia electoral 'más rica'

El propio Maragall afirmó ayer mismo en Catalunya Ràdio: 'En el PSC, todos somos catalanistas aunque haya distancias de matiz'. Iba en la línea de Nou Cicle, la plataforma que agrupa a los afines al ex primer secretario, Raimon Obiols. El martes, Nou Cicle negó que haya ala catalanista y, de forma sorprendente, enmendó a la totalidad al conseller en un firme comunicado.

Maragall, acusado de 'llevar las cosas al extremo por su carácter airado', seguía ayer rectificando y Castells guardando silencio. En el caso del primero, los sectores del PSC consultados son más comprensivos. 'Él no cuestiona que Catalunya deba estar gobernada por la izquierda. Otra cosa es Castells, que a veces se deja llevar por entornos empresariales que, día sí día también, cantan las virtudes de una entente con CiU y le recuerdan la buena pareja que haría con Artur Mas. Pero nunca lo ha puesto encima de la mesa. Si lo hace, se quedará solo', reflexiona una fuente.

Oyendo a dirigentes fuera de micrófono podría parecer que Castells tiene pocas opciones de repetir como numero dos de Montilla en las autonómicas. Pero no está descartado: 'Montilla ha sido, sin necesitarlo, generoso con la herencia Maragall. Mantuvo a su hermano Ernest, a Castells, a Montserrat Tura [consellera de Justícia] o a Marina Geli [consellera de Salut]. Si este debate para aquí, obrará igual con las listas', dicen.

Montilla demostró magnanimidad en Rac1. Mientras Maragall admitía que 'suspendería' en redacción a tenor del impacto y la interpretación de su artículo, el president explicaba que no le había aceptado la dimisión por la 'confianza y afecto personal' que le profesa. El conseller, en cambio, explicó que, por su edad (67 años), no le preocupa seguir en el Govern. De sus palabras se dedujo que ya no lo espera.

Montilla afirmó que la polémica estaba 'cerrada' y que 'en ningún momento' sintió cuestionada su autoridad en el Govern o en el PSC.

Si bien Maragall y Castells no han conseguido en el PSC los apoyos que, de entrada, pretendían cuando compartieron el contenido de la conferencia, sí hay quien cuestiona el tono que el secretario de organización, José Zaragoza, pueda imprimir a la campaña. A la lógica reivindicación de la obra de gobierno y la 'solvencia' de Montilla, se le añadirá avisar del 'riesgo' de una alianza CiU-PP.

'Eso es pobre, hay que esperar y reclamar algo más matizado. Mas no es Rajoy y el electorado lo sabe', admiten dirigentes territoriales. La dirección es rotunda: Zaragoza es intocable y seguirá dirigiendo de forma personal una campaña 'que no será pobre' y fijando la estrategia.

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