Gisclareny no es un pueblo como te imaginas, no es una suma de casas coronando un monte, más bien cabría hablar de una suma de viviendas desperdigadas en uno de los entornos naturales más espléndidos de la provincia de Barcelona. Porque, aunque en Gisclareny huela a montaña, tierra y respuesta, aún estamos en Barcelona, eso sí, a casi dos horas en coche al norte de su capital.
Y es que este municipio del Berguedà es el menos poblado de toda Catalunya: 27 personas en 36 km² lo que nos deja una densidad de población de menos de una persona por kilómetro cuadrado. ¿Buscas soledad, naturaleza y misterio? Bienvenido a Gisclareny.
Una visita a Gisclareny, el tesoro rural del Cadí Moixeró
Gisclareny es el único de la casi veintena de municipios que integran el Parque Natural del Cadí Moixeró que abarca toda su superficie: los más de 36 km² de Gisclareny están en terreno protegido, razón por la cual el pueblo con menos población de toda Catalunya no es una localidad más de la región.
Lo comprobamos al entrar en el municipio pasando Bagà, la localidad más poblada del entorno de Gisclareny, a unos 20 minutos al este. Desde Bagà nos digimos al oeste para adentrarnos en el interior del parque natural.
Y uno de los primeros tesoros naturales que encontramos en el camino es la cascada de Sant Joan que forma el río Bastareny, aún en el municipio de Bagà. Un aparcamiento al norte de la cascada te permite dejar el coche y darte un chapuzón… siempre que toleres bien el agua fría: esto no es el Mediterráneo. También tienes a un paso el Área Recreativa del Pont de Sant Joan.
En este punto hay un cruce de caminos: siguiendo el Camí de Gisclareny hacia el oeste se llega a Sant Joan de l’Avellanet donde se ubica un ecomuseo que ocupa la antigua casa del ermitaño Nicolau como indica un panel explicativo: en el interior se puede conocer más sobre la flora y la fauna del Cadí Moixeró. Por su parte, siguiendo por la pista del Camí de Monnell se llega a la zona de Sant Martí de Puig.
Sant Martí del Puig
Ya en el municipio de Gisclareny visitamos la iglesia de Sant Martí del Puig. En este entorno puedes dejar el coche en el conocido como aparcamiento de los Empedrados cerca de donde también se encuentra un popular refugio de montaña. Y es que en esta zona podemos recorrer diferentes senderos para disfrutar del Cadí Moixeró.
El más famoso es Els Empedrats que da nombre al parking, el sendero PRC-125. Se trata de un sendero circular de algo más de 9 kilómetros que sigue caminos tradicionales ganaderos y está catalogado como “muy exigente” por las autoridades del parque, aunque se puede recorrer en algo menos de cuatro horas. En él disfrutarás de las vistas de la Serra de Moixeró que culmina en las Penyes Altes con sus más de 2.200 metros de altitud.
Y no te olvides de pasarte por la iglesia de Sant Martí de Puig. Se trata de una pequeña construcción religiosa de origen románico de una sola nave cubierta con bóveda de cañón. También es interesante visitar la cercana masía del Puig, un importante testimonio de este tipo de construcciones rurales que, en este caso, consta de dos partes bien diferenciadas: el edificio principal y los auxiliares que rodean la antigua era, hoy en desuso.
A cinco minutos al oeste del aparcamiento de los Empedrados se ubican las Fonts de l’Adou, otro bonito paseo que culmina en otro espectáculo acuático del río Bastareny. Y si quieres conocer otra vivienda típica de la zona, acércate a Mas Monnell, una casa decimonónica actualmente abandonada que da nombre al camino.
El Roser y el mirador de la Gargallosa
Es el momento de volver sobre nuestros pasos para visitar la zona más popular de Gisclareny. Desde el cruce de caminos del Puente de Sant Joan tomamos ahora el Camí de Gisclareny y en 15 minutos siguiendo una estrecha carretera de montaña llegamos al mirador de la Gargallosa.
En el trayecto nos encontramos con la mayor colección de viviendas del municipio: Cal Tor, Cal Berta, Cal Sastre, Cal Creueta, Cal Jovell o Cal Prim. Probablemente sea esta última la más icónica del “centro” de Gisclareny: se trata de un conjunto arquitectónico cuya masía reúne las características propias de las masías clásicas de planta rectangular, tres cuerpos con una planta baja, dos plantas piso y una buhardilla.
Según los historiadores, la parte más antigua podría tener un origen medieval con reformas de medidos del XVI, aprovechando como muchas otras construcciones de la zona el desnivel del terreno. Además, es una de las casas mejor conservadas del municipio ya que ha sido cuidadosamente rehabilitada y restaurada.
Frente a la casa se encuentra el Roser, el “barrio” más emblemático de Gisclareny donde encontramos la Rectoría del pueblo del siglo XVII, así como la iglesia de la Mare de Déu del Roser. Pero lo que más impacta al visitante es el mirador de la Gargallosa desde el que se obtienen impresionantes vistas de Pedraforca con sus más de 2.500 metros de altura, una de las montañas más icónicas de toda la región.
Y como punto y final a nuestra visita a Gisclareny, subimos a la iglesia de Sant Miquel de Turbians, a diez minutos del Roser. Se trata una construcción románica, posiblemente del siglo XII, que es el punto final de una romería que tiene lugar el primer o segundo domingo de mayo: presenta una interesante portalada de dos arcos de medio punto rematada por una arquivolta que hace de cornisa. Desde el exterior se tiene una magnífica vista del valle del río Saldes que discurre por el sur del Gisclareny haciendo frontera con el municipio vecino.
