Punto de Fisión

Puigdemont y la ruleta rusa

El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, comparece en una rueda de prensa para explicar los detalles del acuerdo de investidura con el PSOE, en el Parlamento Europeo, a 9 de noviembre de 2023, en Bruselas (Bélgica).- Europa Press
El expresidente de la Generalitat y eurodiputado de Junts, Carles Puigdemont, comparece en una rueda de prensa para explicar los detalles del acuerdo de investidura con el PSOE, en el Parlamento Europeo, a 9 de noviembre de 2023, en Bruselas (Bélgica).- Europa Press

Puesto que derribar el gobierno de coalición de Pedro Sánchez no está nada fácil -ni con monigotes, ni con muñecas hinchables, ni con muñecos hinchables con toga-, Puigdemont y sus mariachis han decidido echar una mano. Han votado no a la ley de la amnistía animados por el mismo instinto suicida con el que yo envidaba órdago a la grande con dos pitos, cuatro y siete en mis tiempos de jugador de mus. No se sabe si es por mantener el suspense, por acrecentar la tensión o por seguir corriendo en esa loca huida hacia adelante en la que llevan varios años persiguiendo la independencia, tropezando y dando zancadas en el vacío, como el Coyote cuando se le acaba el acantilado y ve el abismo que se acerca a toda hostia.

Probablemente sea un poco de todo, suspense, tensión y diversión, un cóctel que Puigdemont sirvió en bandeja al proclamar una república catalana de quita y pon, una república de ocho segundos que estableció un nuevo récord mundial en las Olimpiadas del republicanismo. Decir sí y luego no, ya sea a la amnistía o a la independencia, demuestra una inusitada fortaleza de carácter y también, por qué no decirlo, cierta cautela ante la posibilidad del triunfo. A fin de cuentas, a ver qué diablos iba a hacer Puigdemont con la independencia, no digamos ya con una república donde él fuese presidente. Es mucho más emocionante continuar soñándola, persiguiéndola igual que el Coyote al Correcaminos o que un perro ladrando detrás de un coche.

Ya que se trata de que el tiovivo no deje de dar vueltas, con su negativa a la amnistía Junts le ha dado a la justicia la oportunidad de desempolvar la trama rusa: una conspiración en la que un enviado del Kremlin les prometió a los asesores de Puigdemont ayuda económica e incluso diez mil soldados para que declarasen la independencia de Catalunya. Al parecer, la idea era fundar una sucursal de Suiza entre los Pirineos y la línea del Ebro, un paraíso exclusivo para millonarios rusos hecho a base de criptomonedas, escalivada y barretinas en lugar de maletines repletos de billetes, queso, chocolate y relojes de cuco. Para redondear la jugada, aquella tenebrosa reunión tuvo lugar en octubre de 2017, primer centenario de la Revolución Soviética, una efeméride que evoca la célebre sentencia de Karl Marx: lo que sucede como tragedia se repite como farsa y a veces incluso como fabada.

No es casualidad que el juez que ha vuelto a destapar esta teoría -digna de una secuela de James Bond protagonizada por Anacleto, agente secreto- se apellide Aguirre. Los magistrados y los servicios de contrainteligencia españoles no paran de trabajar, sobre todo a la contra y en el extranjero, ya que en España todavía no han sido capaces de descubrir quién coño andará detrás del misterioso epígrafe "M. Rajoy". Por lo visto, el objetivo final de Putin era desestabilizar Europa, que no le parecía bastante desestabilizada después del Brexit hasta el punto de que pretendía enviar diez mil sobrinos a Catalunya en una versión moscovita y descafeinada de los cien mil hijos de San Luis.


A Putin se le ha acusado de muchas cosas, desde colocar a Trump en la Casa Blanca a interceder a favor de Daniel Craig para que James Bond pareciese un hijo suyo. La última vez que intentaron demostrar que Puigdemont era un espía ruso fue cuando Cospedal cayó en una broma que le gastaron dos humoristas desde la agencia Sputnik. De momento, la amnistía, igual que la independencia catalana, viene también en diferido y en forma de simulación, aunque parece que Puigdemont esté jugando él solo a la ruleta rusa en cada votación. Lo mismo se pega un tiro, sí, pero anda que no es emocionante.

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