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Noynoy Aquino acaricia la presidencia filipina

Encabeza el escrutinio parcial de votos por delante de Estrada

ANDREA RODÉS

Algo más de 50 millones de filipinos estaban convocados hoy a las urnas para elegir a un nuevo presidente después de nueve años de mandato de Gloria Macapagal Arroyo marcados por el aumento de la pobreza y de la corrupción. La jornada electoral transcurrió en medio del caos provocado por la introducción de un sistema de voto electrónico por primera vez en el país, que ha disparado el temor al fraude.

La violencia también ha ensombrecido las elecciones: al menos siete personas murieron asesinadas hoy en distintas zonas del país, sumándose a los 30 fallecidos en ataques políticos durante los tres meses de campaña electoral y los 57 civiles fallecidos en un ajuste de cuentas entre clanes políticos rivales en noviembre.

La introducción del voto electrónico dispara el temor al fraude electoral

Con el 57% de los votos escrutados al cierre de esta edición, Benigno Noynoy Aquino ganaba con el 40,56% de los votos, a gran distancia de su rival más inmediato, el ex presidente y ex estrella de cine Joseph Estrada, con el 25,72%. La participación rozó el 75%, según la comisión electoral, que hará públicos datos casi definitivos en 48 horas.

Noynoy, hijo único de dos protagonistas de la democracia filipina Benigno Aquino, líder opositor contra la dictadura de Ferdinand Marcos, asesinado en 1983, y la ex presidenta Corazón Aquino ha conseguido despertar el entusiasmo de miles de jóvenes con su promesa de acabar con la elevada corrupción.

El menor de la dinastía Aquino promete reducir la corrupción

Con su eslogan electoral, sin corrupción no hay pobreza, ha intentado desmarcarse de sus rivales, aunque si algo ha caracterizado esta campaña electoral es la ausencia de propuestas concretas para revitalizar la economía del país, estancada durante la última década. El crecimiento del PIB en Filipinas fue del 1% en 2009, una cifra muy baja en comparación a otros países del sureste asiático, la región que más rápido crece del mundo.

Los candidatos tampoco han explicado cómo pretenden reducir la excesiva dependencia de la economía doméstica de las remesas de los trabajadores inmigrantes. Cerca de nueve millones de filipinos trabajan en el extranjero, el 11% de la población. 'No tenemos una visión de país para convencerles de que vuelvan e inviertan en Filipinas', explicó a Público la candidata a senadora Rita Hontiveiros tras un acto electoral en Manila en febrero. En las elecciones se vota en listas abiertas y los filipinos elegían hoy también a su vicepresidente, congresistas y políticos locales.

Hontiveiros, ex presentadora de televisión, es un ejemplo de cómo funciona la política filipina: controlada por un puñado de familias y basada principalmente en la imagen personal del candidato, en lugar de las ideologías de partido.

La corrupción y el caciquismo están también a la orden del día. Es habitual que los políticos locales compren los votos de los barrios pobres con medidas populistas como el reparto de alimentos. En las provincias rurales del sur, algunos caciques han conseguido financiar sus propias guerrillas y utilizan la violencia para proteger sus intereses políticos.

El apoyo de la Iglesia también es fundamental para ganar votos', dice Hontiveiros. Noynoy se aseguró hace una semana el apoyo de la influyente congregación protestante Iglesia ni Cristo. Sin embargo, el nuevo presidente deberá enfrentarse a la jerarquía eclesiástica si desea sacar adelante leyes como el divorcio y el aborto.

Otro de los retos será afrontar la violencia separatista en la isla de Mindanao, una de las más pobres del archipiélago, de población mayoritariamente musulmana. Algunas zonas de Mindanao permanecen controladas por rebeldes separatistas. En las islas de Basilan y Sulu, el ejército filipino, con asesoramiento de las tropas de EEUU, combate a los rebeldes islamistas de Abu Sayaaf, que Washington vincula a Al Qaeda.

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