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La absolución de un mosso por detención ilegal reabre el debate sobre la desprotección de los manifestantes 

La Audiencia de Barcelona exonera a un agente que redujo a un joven durante un desahucio, acusándole de haberle golpeado, cuando la agresión no existió; le detuvo y le acusó de atentado. El juicio demostró que nada de eso había sucedido.

Momento en el que el mosso redujo al manifestante
Momento en el que el mosso redujo al manifestante. Cedida

La Audiencia Provincial de Barcelona ha absuelto a un mosso del delito de detención ilegal pese a que en el juicio quedó demostrado que no existió el golpe o roce que él alegó para justificar la detención de un joven, en diciembre de 2019, en el transcurso de un desalojo en Barcelona. 

Un vídeo de los hechos, grabado por un vecino, demuestra que en un momento dado el chico se acercó a la concentración a las puertas del local que iba a ser desalojado y comenzó a animar a los activistas. A continuación, un mosso se le acercó y sin mediar palabra le redujo, provocándole algunas lesiones. 

El joven fue detenido, acusado de atentado a la autoridad. Tras un periplo judicial, las tornas cambiaron y fue el agente el que acabó acusado de detención ilegal. 

La sentencia de la Audiencia Provincial, a la que ha tenido acceso Público, condena al mosso por un delito leve de lesiones, fija una indemnización para la víctima de 175 euros y una multa de 500 euros. Pero le absuelve del delito de detención ilegal, que le hubiera acarrado la salida de los Mossos d'Esquadra. 

La Fiscalía recurre

La Fiscalía ha recurrido la sentencia y ha empleado gruesas palabras contra la sentencia, a la que tacha de "ilógica" y "arbitraria". También ha recurrido la defensa del joven, ejercida por Eduardo Cáliz, de Alerta Solidària. "Esta es una resolución arbitraria, que lejos de estar racionalmente motivada envía un mensaje de impunidad a los cuerpos policiales", dice el letrado. 

Los magistrados consideran que no existió el delito de atentado contra el mosso, pero dudan sobre si pudo existir un roce del codo del joven en la visera del casco del agente, tal y como este aseguró en el juicio. El tribunal considera que pudo existir la duda en el policía sobre si realmente el brazo del manifestante le rozó el casco. 

Esta manera de retorcer la realidad, a juicio de la acusación particular, ha servido para absolver al agente del delito de detención ilegal. 

"El mosso ha cambiado tres veces de versión --cuenta el letrado Eduardo Cáliz --. La primera, en el atestado, que dice que recibió un golpe que le llegó a desestabilizar y que por eso actuó contra mi cliente; después en el juicio ya cambió y declaró que tuvo la percepción de que le rozó. En todo caso, eso no tendría peso para proceder a una detención", resume el abogado.  

Mensaje de impunidad

Para este abogado curtido en los casos de vulneraciones de derechos humanos, "los policías que infringen la ley atacando las libertad de individuos que se manifiestan pacíficamente se les dice 'aquí están los tribunales para retorcer las leyes hasta el absurdo para que nunca os pase nada'".

"Un tribunal en un Estado de derecho debería velar por la aplicación de la ley igual para todos. Esta sentencia no cumple los estándares de racionalidad exigidos en un Estado que se llama democrático." 

Este caso visibiliza el desequilibrio entre el testimonio de un agente y el de un ciudadano, dice Eduardo Cáliz. "La palabra de un policía puede condenar a un inocente", dice.

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