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Juan Marín, ni chicha ni limoná

Una persona que hace lo posible y lo imposible por agradar a todo el mundo, por satisfacer los anhelos de propios y ajenos. Cosa harto complicada. Lo mismo pacta con PSOE que con PP, pero siempre con una sonrisa.

El líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, durante una de sus intervenciones en la segunda jornada del debate de investidura del líder del PP-A, Juanma Moreno, en el Parlamento andaluz en Sevilla.EFE/Julio Muñoz
El líder andaluz de Ciudadanos, Juan Marín, en Sevilla. -EFE/Julio Muñoz./ARCHIVO

Juan Marín, candidato de Ciudadanos a la presidencia de la Junta de Andalucía en las próximas elecciones del 19 de junio, es lo que en nuestra tierra se conoce como un "bien queda". Una persona que hace lo posible y lo imposible por agradar a todo el mundo, por satisfacer los anhelos de propios y ajenos. Cosa harto complicada. Lo mismo pacta con PSOE que con PP, pero siempre con una sonrisa. Lo que viene siendo Ciudadanos, pero en amable.

"Sin ideología"

Marín pertenece al peligroso grupo de los que se autodenominan "sin ideología"; esos que propugnan el "sentido común" que viene a ser el "virgencita que me quede como estoy"; esos que se creen "neutrales" y, casualmente, siempre están del lado de los ganadores. Sin ideología, pero en 1983 iba en la lista de Alianza Popular. Sin ideología, pero trabajó como jefe de comunicación del Partido Andalucista. Sin ideología, fundó su propio partido en su Sanlúcar natal y pactó con el PSOE para arrancarle la alcaldía al PP. Sin ideología, pero sostuvo el último gobierno de Susana Díaz. Sin ideología, pero ha sido la muleta del gobierno del PP en Andalucía, en connivencia con Vox.

Con tanto vaivén, parece que Víctor Jara le hubiera escrito para él aquello de "Arrímese mas pa' ca / Aquí donde el sol calienta / Si uste' ya está acostumbrado / A andar dando volteretas/ Y ningún daño le hará / Estar donde las papas queman / Usted no es na’ / No es chicha ni limoná / Se lo pasa manoseando / Caramba zamba su dignidad".

La huelga de basuras que lo cambió todo

Todo el alumnado en Andalucía aprende casi como una letanía eso de que "el Guadalquivir nace en Cazorla y desemboca en Sanlúcar de Barrameda". Lo que nadie nos cuenta es que Sanlúcar (Cádiz), además de ser un pueblo precioso, es uno de los más pobres de España. A alguien con vocación de servicio público sería lógico que esa situación le hiciera saltar como un resorte e implicarse en cambiar las cosas. Sin embargo, a Juan Marín, que nació en dicha localidad el 31 de diciembre de 1962, fue algo muy diferente lo que lo impulsó. Algo que preocupa mucho más a los adalides de la "no ideología", claro está.

Marín comenzó sus estudios de Relaciones Laborales, pero los tuvo que abandonar para hacer frente al negocio familiar, una joyería, una vez fallecido su padre. Su primera implicación con la res pública fue como presidente de la Asociación de Comerciantes de Sanlúcar. Puesto ideal para reclamar del Ayuntamiento políticas en favor solo de unos pocos.

El 4 de julio de 2005 comenzó una huelga de basuras en Sanlúcar de Barrameda que provocó la declaración de alerta sanitaria por parte de la Junta de Andalucía y el recurso a las distintas empresas privadas de la comarca para sofocar los daños. Dicen que su mujer le animó a hacer algo y a él no se le ocurrió otra cosa que fundar un partido, Ciudadanos Independientes de Sanlúcar, y presentarse a las elecciones. En las municipales de 2007, consiguió tres concejales, los justos para ser la llave de gobierno. Marín se convirtió en primer teniente de alcalde en un gobierno del PSOE que terminó con las mayorías del PP. Ahí aprendió a hacerse imprescindible, pese a ser una fuerza minoritaria. Enseñanza que ha aprovechado al máximo.

De Sanlúcar a San Telmo

A partir de aquí, las versiones sobre cómo pasó de ser un completo desconocido a ser el líder de Ciudadanos en Andalucía difieren. Hay quien dice que fue fichaje de Albert Rivera directamente, hay quien apunta a Inés Arrimadas como la artífice de su candidatura y hay hasta quien afirma que se convirtió en candidato gracias a su más que generosa contribución económica en la campaña de las andaluzas de 2015. Lejos de la rumorología, lo que sí es cierto es que Marín, no se sabe si ayudado por la coyuntura general o por sus cualidades personales, supo construir en Andalucía un partido que originariamente estaba pensado para una realidad tan alejada de la nuestra como es la catalana.

En 2015 se convirtió en la muleta de Susana Díaz que permitió al PSOE mantenerse en el poder tres años más, pero haciéndole ojitos al PP. En 2018 llegó su gran oportunidad: Juan Manuel Moreno Bonilla lo necesitaba para gobernar con Vox en la sombra, pero con un socio más aceptable de cara a la galería. En aquel momento, el fascismo aún nos daba miedo. Y Juan Marín hizo lo que haría cualquiera "sin ideología" que se precie: aceptar tan ignominioso papel a cambio de la Vicepresidencia de la Junta de Andalucía y la Consejería de Turismo, Regeneración, Justicia y Administración Local.

Cambian las tornas

Pero "las cosas tan hermosas duran poco / jamás duró una flor dos primaveras", que cantaban Fernarda y Bernarda de Utrera (sí, hay más gente que ha cantado esa maravilla, pero no de forma tan desgarradora), y el escenario hoy para nuestro "sin ideología" es completamente adverso. Muchos dan por hecho un gobierno a lo Castilla y León en Andalucía, con una extrema derecha en claro ascenso y una izquierda fragmentada que no se sabe muy bien a qué está jugando. Con ese panorama, no hay casi espacio político para el "sentido común" de los "sin ideología".

De 21 parlamentarios que tiene actualmente la formación naranja en Andalucía, consideran que si conservan cinco sería todo un triunfo. Con cinco parlamentarios ya no se es decisivo para nada. E igual que Marín le hacía ojitos a Moreno Bonilla mientras sostenía el gobierno de Díaz, Moreno Bonilla lleva toda la legislatura tirándole los trastos a Vox.

Encima, por si fuera poco para este hombre de la eterna sonrisa y exquisitas maneras, le han impuesto un liderazgo compartido con la también parlamentaria Rocío Ruiz, consejera de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación, con la que ha tenido sus más y sus menos. Todo por salvar los muebles.

La política, como el voleibol

En estos momentos, Marín debe tener en su cabeza su época como jugador, técnico y árbitro nacional de Voleibol (incluso fue presidente de la Federación Gaditana de Voleibol) porque el resultado del partido depende no solo de los aciertos propios, sino de los errores ajenos. Aunque la puntuación anda tan dispar que mucho deberían equivocarse los contrarios para remontar.

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