Público
Público

Veinte años del tripartito, el Govern catalanista y de izquierdas al que muchos miran en busca de una reedición

Pasqual Maragall tomó posesión como president en 2003 cerrando la larga etapa de CiU y Jordi Pujol y abriendo una nueva con el Govern d'Entesa progresista del PSC, ERC y ICV que muchos dudan que hoy pueda volver, pero que nadie descarta.

Pasqual Maragall saluda a las miles de personas concentradas para celebrar su llegada a la presidencia de la Generalitat hace 20 años.
Pasqual Maragall saluda a las miles de personas concentradas para celebrar su llegada a la presidencia de la Generalitat hace 20 años. Plataforma Catalunya-Europa

Un día soleado de invierno, de los que calientan y dan calidez y esperanza para hacer frente al frio invernal –o al menos así era en aquella época cuando el cambio climático solo era una preocupante teoría- acompañó la intensa, trepidante y emocionante jornada que llevó hace 20 años a Pasqual Maragall i Mira a la presidencia de la Generalitat. Y con él, la conformación dos días después del primer Govern catalanista y de izquierdas, que los expertos en marketing político quisieron denominar Govern de Entesa pero que la ciudadanía dictaminó que sería conocido como el tripartito.

Bullicio en el Palau de la Generalitat, la plaça Sant Jaume llena hasta los topes y todo el entorno del epicentro de la Barcelona política respiraba aires de cambio y un trepidante ajetreo desde primera hora de la mañana de aquel 20 de diciembre de 2003, este martes hace 20 años. Un Pasqual Maragall exultante tomaba posesión como el 127 president de la Generalitat en un acto con numerosas personalidades, entre ellas el secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, que pocos meses después asumiría también la presidencia, en su caso del Gobierno español. La salida al balcón de la Generalitat de Maragall y el resto de dirigentes del tripartito para saludar a los miles de personas concentradas en la plaça Sant Jaume fue la culminación de la euforia desbordada.

El Acuerdo del Tinell abre la nueva etapa

La toma de posesión de Maragall completaba el proceso de cambio después de su investidura en el Parlament que permitieron los votos del que entonces era su partido, el PSC, junto a los de ERC e Iniciativa per Catalunya –coalición heredera del PSUC y antecedente de lo que hoy es En Comú Podem-. Una coalición forjada en el Acuerdo del Tinell que previamente habían firmado el propio Maragall, Josep Lluís Carod-Rovira en representación de Esquerra y Joan Saura por ICV. Un acuerdo entre fuerzas catalanistas, independentistas y de izquierdas que muchos dudan que hoy pueda reeditarse pero que nadie descarta en la volátil política catalana post-procés.

La presidencia de Pasqual Maragall, que después continuaría el president José Montilla con el segundo tripartito, simbolizaba el final de una etapa, la de los 23 años de Govern de CiU con Jordi Pujol al frente. No solo frenaba –luego se vio que solo lo retrasaba- la continuidad convergente al frente de la principal institución de Catalunya mediante la frustrada presidencia de Artur Mas. La mirada entre disgustada, decepcionada y a su vez resignada de Pujol en el momento de colgar el histórico medallón presidencial al cuello de Maragall evidenciaba el fin de una era y de una forma de entender Catalunya.

Una etapa que para algunos de los protagonistas de aquel Govern tripartito implicó una "ola de esperanza" que acabó "con una visión patrimonialista y reduccionista del país". Seguramente a caballo de una transformación social de la Catalunya de la Transición que hizo que mucha gente que no se había visto representada en los gobiernos de Pujol vieran en Pasqual Maragall un liderazgo ilusionante, tal como expresaba la multitud que aquel 20 de diciembre llenaba la plaça Sant Jaume. Y a su vez, una parte de la ciudadanía que dio apoyo al pujolismo -sin la cual no se entenderían sus mayorías absolutas- llegaba a la conclusión que Catalunya necesitaba un cambio.

El cambio de perspectiva respecto al país quedó definido en dos frases. La que pronunció Maragall en su discurso aludiendo a la llegada de un emblemático alcalde de Barcelona como lo fue él a la presidencia de la Generalitat: "He aquí que un Conseller en Cap del Consell de Cent –nombre histórico del alcalde de la capital catalana- de la ciudad de Barcelona atraviesa la plaça de Sant Jaume y entra en el Palau de la Generalitat. Quiero que vean en este paso, la incorporación de las ciudadanas y los ciudadanos de base –y de los partidos que los representan- en la gobernación del país". Un deseo de obertura que contrasta con la frase que pronunció la esposa de Pujol, Marta Ferrusola, frente a la llegada de Maragall y el tripartito a la Generalitat: "Siento como si me hubieran entrado a robar en casa".

Numerosos cambios y transformaciones

En cuanto a la acción del Govern, los cambios también fueron radicales y los resultados fructíferos, aunque también acompañados de numerosas polémicas y contratiempos que lastraron y, finalmente defenestraron el tripartito, después de siete años, no sabemos si para nunca volver. La Fundació Catalunya-Europa trabaja para difundir el legado de Pasqual Maragall y ahora está dirigida por Dolors Camats, que fue coordinadora general de ICV junto a Joan Herrera. Su balance destaca numerosas iniciativas políticas: "Fue una etapa en la que el nuevo Govern imprimió numerosos cambios y transformaciones con una nueva mirada sobre Catalunya y las relaciones con el Estado" como por ejemplo "la reforma del Estatut, La ley de barrios, el Pacte Nacional d'Educació, el Consell de les Arts, el Pacto de Inmigración, Acuerdo estratégico para la internacionalización de la economía catalana, impulso de la Ley de vivienda o modernización de la gestión, planificación de leyes y equipamientos, o más diálogo con la sociedad, entre otros".

Para Airy Maragall Garrigosa, la presidenta de la Fundación e hija de Paqual Maragall, "la voluntad, expresa, firme, de creer en la política como herramienta de transformación es, creo, su legado más importante". Airy Maragall destaca "esa mirada tan larga, estratégica en el diseño de políticas públicas y ambiciosa en la reflexión constante sobre el fortalecimiento de la democracia y del papel que en ella tienen las instituciones". "Acompañado de una visión del mundo abierta y amable", añade.

La Fundación ha celebrado un acto conmemorativo de estos 20 años que reunió a una parte de los protagonistas, con el expresident José Montilla al frente y diversos consellers, conselleras y exaltos cargos de los dos gobiernos del tripartito. Y la valoración de los que conversaron con Público es coincidente. Para el expresident José Montilla, "fue un Govern que se dedicó a la gente y a su bienestar, a la educación, a la sanidad…". Para la exconsellera de Justícia i Interior, Montserrat Tura, "hay un antes y un después de los tripartitos". "Fue mucho más que un cambio en la presidencia, supuso un cambio de paradigma en la gobernabilidad, en la manera de gobernar, en las políticas, las prioridades y los objetivos". Mientras el exconseller de Medi Ambient de ICV, Salvador Milà, pone el acento en que "fue un revulsivo en políticas sociales y de medio ambiente que hasta entonces eran menospreciadas y en el avance del autogobierno con el nuevo Estatut".

Acoso y derribo desde el primer momento

Los exconsellers y dirigentes políticos de las izquierdas catalanas subrayaron en conversación con Público muchas de estas conquistas pero también la dura ofensiva mediática contra el tripartito "desde el minuto cero" y las muchas polémicas más o menos artificiales vividas. Nada más empezar con la crisis por la filtración de la reunión del entonces conseller en cap, Josep Lluís Carod-Rovira, con miembros de ETA para explorar una tregua de la violencia armada. O con el complejo proceso del Estatut al frente, que acabaría con su aprobación pero con el recorte por parte del Tribunal Constitucional. Y sin olvidar la dura sequía que Catalunya padeció en aquel momento y que ahora vuelve a afrontar pero fortalecida con equipos -como las desalinizadoras- y políticas hídricas impulsadas entonces.

Para el expresident de la Generalitat y primer secretario en aquel entonces del PSC, José Montilla, "se habló de Dragon Khan –una expresión del entonces conseller de ERC, Joan Carretero, que hizo fortuna en comparación a una popular montaña rusa- para hablar de las polémicas pero es un mito. Se exigía que un Gobierno de coalición fuera monolítico. Pero los dos gobiernos tripartitos tuvieron mucha más estabilidad que la mayoría de los Governs que han venido después en la Generalitat. Durante mi presidencia no perdimos ni una sola votación en el Parlament, cosa que ahora es extraordinario". Lo mismo plantea el exconseller de Cultura de ERC, Joan Manuel Tresserras: "Hubo mucho ruido que tapó la mucha y buena acción de gobierno de los tripartitos pero la historia ya está empezando a poner las cosas en sus sitio y tendrán una valoración mucho más positiva que la que la distorsión mediática generó en su día".

El grave accidente del derrumbe de casas en el populoso barrio del Carmel de Barcelona por la construcción del metro –que a su vez abrió la polémica por la presunta corrupción del 3% de CiU- o la crisis económica a partir de 2007 remataron aquella experiencia política y se dio paso al retorno de CiU al Govern en 2010 con Artur Mas de president de la Generalitat.

¿Un nuevo tripartito de izquierdas es posible en Catalunya?

El procés independentista posterior, a partir del 2012, ha cambiado los esquemas políticos y sociales en Catalunya, aunque ahora se están resituando. Queda la incógnita de si lo suficiente para que un nuevo tripartito como el de Maragall o Montilla sea posible. Un tema sobre el que la mayoría prefiere no aventurarse a pesar de que las encuestas apuntan a que la mayoría independentista deberá dar paso a otro tipos de alianzas, bien sea el tripartito de izquierdas o la sociovergencia.

"Fue una etapa basada en el diálogo, el acuerdo y el pacto, un Govern innovador y con vocación social", apuntan los especialistas. Politólogos y políticos también coinciden en afirmar que uno de los aspectos positivos del acuerdo fue que fueron capaces de unirse las izquierdas "a pesar de tener horizontes nacionales diferentes", algo que ahora creen que sería más complicado. Pero también lamentan la incapacidad instalada en la política catalana para "conseguir transformaciones actuando al mismo tiempo en el eje nacional [catalán] y en el social".

De hecho, para el economista Eloi Serrano cuando se "puso el foco en el eje nacional" hizo que resulte "imposible el regreso de las izquierdas al Govern", al menos conjuntamente. Algunos incluso apuntan que por eso "la derecha –en referencia a Junts- empuja para que el foco este exclusivamente en ese eje nacional cuando aseguran que no es el momento de hablar de derechas o de izquierdas sino únicamente de la independencia". Con todo, Serrano cree que "hay que aprender de los errores del pasado y quizás el futuro inmediato nos da una nueva oportunidad".

Cambios profundos en el sistema político catalán

Para el prestigioso politólogo Jordi Muñoz, actualmente director del Centre d'Estudis d'Opinió (CEO), con el tripartito se dan "cambios profundos en el sistema político catalán". Entre ellos, supone "la primera alternancia en el Govern de la democracia que es el momento en que se consolidan las democracias". "Es también el primer Govern de coalición postelectoral –CiU era una coalición electoral- que supone el máximo desplegué de las potencialidades del sistema parlamentario", añade Muñoz, "aunque también hizo necesario un proceso de aprendizaje democrático colectivo". Y finalmente, el politólogo resalta "la reconfiguración del sistema de partidos en Catalunya, de una etapa de partido mayoritario o de bipartidismo a un sistema totalmente pluripartidista como el actual".

Muñoz no se pronuncia sobre las posibilidades de reedición del tripartito pero sí pone el énfasis en "la emergencia de Esquerra Republicana como actor central" y en el hecho que los republicanos decidieran apostar por el tripartito y no por un Govern nacionalista con CiU. Lo cual supuso "la semilla de muchas cosas que posteriormente pasan en la política catalana y de alguna manera implica la emancipación y la superación de los límites", añade Muñoz.

Lo cierto es que el escenario político ha cambiado sustancialmente con el procés, el referéndum y la Declaración de Independencia de 2017, y las duras consecuencias posteriores que dividieron Catalunya en dos bloques. Con el PSC en el bando constitucionalista, ERC en el independentista y los herederos de la antigua Iniciativa, En Comú Podem, en una cierta equidistancia soberanista.

El 'procés' impacta en todos los partidos catalanes

Dirigentes de los tres partidos admiten que los últimos años y especialmente a partir del acuerdo de investidura de Pedro Sánchez que han firmado ERC y Junts, los bloques se han agrietado considerablemente. Pero también recuerdan la metamorfosis que el procés ha propiciado en la política catalana: "ERC ya no es un partido subsidiario sino que compite con el PSC por la primacía electoral y con Junts por la hegemonía independentista, CiU ha desaparecido para dar paso a Junts, que es un partido de una naturaleza diferente, también Iniciativa se ha transformado en los comuns, Ciudadanos está al borde de la desaparición y Vox ha irrumpido en el Parlament". Y no parece fácil un acuerdo monolítico como el que significó en toda Catalunya el tripartito de izquierdas, en el Govern y en muchos ayuntamientos y otras instituciones, a principios de siglo.

Unos cambios que se ven reflejados solo con mirar la fotografía de aquel primer Govern tripartito. Por parte del PSC, Pasqual Maragall se retiró de la política por su enfermedad de Alzheimer pero no sin antes romper el carnet socialista y aproximarse a Esquerra. Lo mismo que hizo su hermano Ernest Maragall, que fue conseller de Educació como socialista y posteriormente conseller de Acció Exterior con Esquerra y líder de los republicanos en el Ayuntamiento de Barcelona. Otros socialistas miembros del Govern que cambiaron de rumbo con el procés fueron Marina Geli, hoy próxima a Junts, y el emblemático Joaquim Nadal, que ahora forma parte del Govern de Pere Aragonès como independiente. Mientras la consellera de Justícia i Interior, Montserrat Tura, dejó el PSC pero no ha querido engrosar las filas de ninguna otra opción política.

Por parte de Esquerra, los dos líderes del partido que forjaron el tripartito están fuera de la política: Josep Lluís Carod-Rovira rompió con ERC y Joan Puigcercós mantiene la militancia pero abandonó todos los cargos, dando paso al actual presidente del partido, Oriol Junqueras. La consellera republicana Ana Simó es la única que continua en activo como consellera de Educació en el actual Govern de ERC. Otros consellers republicanos como Joan Carretero se escindieron de ERC para formar Reagrupament e incorporarse a las filas de CDC primero, y Junts después. Y los consellers de Iniciativa liderados entonces por Joan Saura –retirado de la política y la vida pública por una grave enfermedad-, Salvador Milà o Francesc Baltasar, han sido sustituidos –y poco reivindicados- por la nueva dirigencia llegada al espacio ecosocialista con los comuns -tras la debacle de Iniciativa-, con Ada Colau a la cabeza.

Tripartito o sociovergencia a corto plazo

Así pues, mientras un miembro de la dirección nacional de Esquerra Republicana se limita a recordar que el objetivo de los republicanos es ganar las elecciones y reeditar la presidencia de Pere Aragonès ganando a los socialistas, un dirigente del PSC comenta justo lo contrario, dando por hecho que Salvador Illa asumirá la presidencia. En cuanto a posibles ententes gane quien gane, para el dirigente de Esquerra "es difícil que los dos principales adversarios acaben gobernando juntos pero aún menos cuando el PSC se ha alejado tanto de la vía democrática para solucionar el conflicto político con un referéndum acordado como el que hace unos años de hecho defendían".

Y, por su parte, desde el PSC se considera que "hay que abrir una nueva etapa que deje atrás la confrontación y los proyectos divisivos para centrarse en las políticas que puedan reactivar el país desde una vertiente progresista". El propio Salvador Illa reconoce que no ha habido ningún contacto exploratorio entre las fuerzas de izquierdas, y una miembro de la dirección socialista remata aseverando que "no tendría sentido que ahora hablemos de pactos postelectorales ni que actuemos pensando en ellos". Únicamente desde los comuns se hace una apuesta "por un Govern progresista de las izquierdas catalanistas que gobierne para la gente y frene la ofensiva de las derechas, tanto la catalana como la española", concluye una diputada de En Comú Podem.

La política catalana post-procés está en plena evolución y ha dado muestras sobradas que está mutando. Abriéndose a casi todas las posibilidades en el ámbito municipal y el estatal. Veremos si ello se traslada también al autonómico. Los resultados de las elecciones que deben celebrarse en febrero de 2025, pero que todo apunta a que se acabarán produciendo a finales del 2024, fijarán en buena parte las opciones. En un Parlament profundamente fragmentado, la aritmética será sumamente decisiva. Y empujará, con mayor o menor convicción, a la reedición o no de un tripartito que empezó con grandes dosis de ilusión hace 20 años y finalizó con un alto grado de frustración y decepción, pero que quizás es más añorado de lo que muchos creen.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias