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Yolanda Díaz afronta el reto de liderar un grupo parlamentario con hasta ocho partidos

La líder de Sumar tendrá que cohesionar distintos intereses para hacer operativo un grupo que aspira a ser de gobierno y clave para la estabilidad de la legislatura. Los partidos ya empiezan a reclamar su autonomía política. 

Yolanda Díaz
Yolanda Díaz en el Congreso de los Diputados. Imagen de archivo.

Movimiento Sumar, Podemos, Izquierda Unida, los comuns, Más País, Compromís, la Chunta Aragonesista y Més. Son ocho las formaciones que aspiran a conformar un único grupo parlamentario a partir del 17 de agosto, cuando se constituyan las Cortes emanadas de las elecciones del pasado 23 de julio.

El reto de Yolanda Díaz y de Sumar, como bloque que aspira a aglutinar a todas las formaciones de este espacio en el ámbito parlamentario, no sólo se basa en la constitución de este grupo, sino en hacerlo operativo y garante de la estabilidad de la legislatura.

Los de Díaz son una pieza fundamental en la configuración de un Gobierno de coalición con el PSOE, por lo que la estabilidad en el seno del grupo parlamentario se prevé como crucial para impulsar la acción legislativa de este eventual Ejecutivo.

Una vez pasadas las elecciones generales y asimilado el resultado de una izquierda alternativa a la que algunas encuestas auguraban un descalabro sin precedentes, toca destapar el telón de la unidad de este espacio.

El adelanto electoral de Pedro Sánchez pilló a todas las formaciones desprevenidas, con los deberes sin hacer y sin apenas tiempo para dirimir sus tensiones y discrepancias. Díaz y los partidos conformaron la coalición en apenas dos semanas de negociaciones y se lanzaron a la épica de la campaña electoral sin volver a mirar a un proceso de unidad histórico a la par que polémico (sobre todo por las discrepancias con Podemos a raíz de la exclusión de su números dos, Irene Montero, de las listas).

La autonomía de los partidos dentro del grupo

Pasados los comicios, toca volver a revisar a los cimientos de la casa de la unidad de la izquierda, ya que van a ser los mimbres sobre los que asiente una parte importante del peso de la próxima legislatura. Y la constitución del grupo parlamentario es el primer vistazo.

Los partidos coaligados en Sumar ya están avanzando que tendrán autonomía en la toma de decisiones del grupo en función de las medidas y debates que se presenten. Podemos es la organización que lo ha verbalizado de manera más clara, exponiendo sus intenciones de hacer valer sus cinco diputados (los mismos que IU y los comuns) como lo harán Junts, ERC o cualquier otra formación que se anticipa como fundamental para la gobernabilidad del país.

La dispersión del grupo (que algún partido se vaya a otro grupo, como el Mixto) está prácticamente descartada. En el acuerdo de coalición se estableció que el partido que llevara esto a cabo perdería los recursos económicos asignados, lo que ninguna organización se podría permitir.

Además, esta autonomía estaría limitada por dos elementos: el programa de coalición y el futuro programa de Gobierno. En el primer caso, todas las organizaciones suscribieron el programa electoral que Sumar llevó a los comicios, lo que genera un compromiso que limitaría esa autonomía en las votaciones parlamentarias.

En el segundo caso, el PSOE pactará con Sumar un programa de Gobierno (además de una estructura ministerial) que también limitará esa autonomía de cada organización. Todo lo que recoja este documento, una hoja de ruta para el Ejecutivo, obliga en principio a todas las partes.

Unidas Podemos utilizó esta baza en muchas ocasiones en la pasada legislatura, cuando los socialistas tenían la intención de incumplir alguno de los acuerdos alcanzados en la investidura de Sánchez.

Unidas Podemos, el precedente

Más allá de las votaciones, donde la cohesión del grupo quizá corre menor riesgo (porque los partidos comparten espacio ideológico y por los dos acuerdos programáticos mencionados), es probable que cada organización busque tener su propia voz y su foco más allá de la unidad parlamentaria, y que haya varios portavoces que, en algunas ocasiones, discrepen acerca de asuntos concretos.

Nada de esto es nuevo, pero sí que se acentúa la heterogeneidad. Unidas Podemos también recogía en su seno a distintas familias políticas (Podemos, IU y los comuns) que discrepaban en algunas ocasiones y tomaban decisiones desde la autonomía de su organización.

Los comuns, de hecho, votaron de manera distinta al resto del grupo en la proposición de ley que el PSOE llevó al Congreso sobre la abolición de la prostitución. Sin embargo, la cohesión ideológica del grupo en los temas fundamentales y el hecho de que todos estuvieran representados en el Ejecutivo (Podemos, IU y los comuns tenían ministerios) blindó la unidad de voto durante la legislatura, salvo en muy contadas excepciones.

Díaz conoce perfectamente esta manera de funcionar y lideró al grupo parlamentario de Unidas Podemos en la fase final de la legislatura (con un Podemos como principal fuerza del bloque). Sin embargo, la heterogeneidad ahora es mayor y, al menos de momento, no está claro que todos los partidos vayan a estar representados en el Gobierno. De la superación de este reto podría depender en buena medida la estabilidad de la legislatura.

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