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Dante Maschio: "La sequía nos debe servir para cuestionar el modelo de crecimiento que tenemos"

08/03/2024 - El portaveu d'Aigua és Vida, Dante Maschio.
El portavoz de la plataforma Aigua és Vida, Dante Maschio. M. Font

Junto con otras entidades, la plataforma Aigua és Vida ha impulsado el último año ya tres cumbres sociales del agua, en las que entidades ecologistas, sociales y vecinales han planteado medidas alternativas para abordar la situación de sequía histórica que vive Catalunya. Para Aigua és Vida, la clave es poner el foco en la demanda de agua, para reducirla, y no en la oferta, como considera que hace el Govern con el anuncio de nuevas plantas de desalinización y de regeneración que contribuyen a generar una "falsa sensación de disponibilidad de agua".

De todo ello hablamos con Dante Maschio, ambientólogo de formación, técnico de Enginyeria Sense Fronteres y portavoz de la plataforma. Más allá de mostrarse crítico con la gestión que hace el Govern de la sequía, el miembro de Aigua és Vida pone el énfasis en la necesidad de llevar a cabo una planificación a largo plazo, en impulsar espacios de gobernanza con participación ciudadana alrededor del agua y, sobre todo, ve imperativo reformular el modelo económico que tenemos, porque el actual no es sostenible al basarse en consumos cada vez más grandes.

Desde el 1 de febrero, alrededor de tres cuartas partes de la población catalana vive en zonas que están en emergencia por sequía. Como plataforma han manifestado que las sequías se gestionan cuando hay agua. ¿Ha faltado planificación?

Ha faltado una gestión diferente a la que se ha hecho durante décadas. Lo que pedimos es que se gestione la demanda y no la oferta. Los esfuerzos del Govern siempre han ido enfocados a poner tecnología y poner agua en el sistema para darla a todo el mundo que la demanda y no en analizar qué sectores la demandan, cuánta demandan y cuánta tenemos. Hay un índice muy interesante, que es el de explotación de agua, y desde inicios del 2000 dice que Catalunya sobreexplota en un 30% sus recursos naturales de agua dulce. Esto quiere decir que no es solo una cuestión de la sequía, sino que llevamos mucho de tiempo dando más agua de la que tenemos. Por aquí viene la crítica principal que hacemos desde Aigua és Vida.

La construcción de infraestructuras de producción de agua ha estado casi 15 años parada y, en cualquier caso, no es inmediata. ¿Qué se podría hacer ya?

La ACA [Agència Catalana de l'Aigua] ha estado saneando una deuda de unos 1.500 millones que no le ha permitido invertir lo previsto en la planificación hidrológica del segundo ciclo [2016-2021, según estableció el Plan de gestión del distrito de cuenca fluvial de Catalunya] y lo haremos ahora. Al agua no se le ha dado la importancia que se le tenía que dar y la ACA ha arrastrado esta deuda porque el Govern no le dio la partida que le tenía que dar. Teníamos un canon infrafinanciado. La directiva marco del agua nos dice que el agua tiene que pagar el agua y muchos años esto no ha pasado y no hemos tenido dinero para invertir. Otra cuestión es si estamos de acuerdo con las inversiones que recogen estos planes de inversión.

"Al agua no se le ha dado la importancia que se le tenía que dar"

Lo que decimos es cumplamos con las inversiones que el plan ya recogía, pero también apostemos por inversiones baratas, como es el ahorro. De hecho, es la inversión más rápida que podemos hacer hoy en día, ya que cualquier infraestructura, como las plantas de potabilización, desalinización o regeneración, comportan meses o años. Pero, según nuestro punto de vista, racionar el agua y ahorrarla no está encima de la mesa.

El plan de sequía que se aplica incluye varias medidas para reducir los consumos de agua y, por ejemplo, en las zonas de emergencia se ha fijado un tope de 200 litros por habitante y día, además de limitaciones al riego o al uso industrial. ¿Cómo valoran estas medidas?

El principal problema es que la falta de transparencia y la disparidad de competencias no ayuda a poder fiscalizar el cumplimiento del plan. Las restricciones que se imponen en los ayuntamientos, que ahora son de 200 litros por persona y día en las zonas en emergencia, es competencia suya y la ACA los obliga a aportar unos datos que se hacen públicos desde el mayo pasado. En cambio, de aquello que es competencia de la ACA, como las concesiones que otorga a grandes consumidores, como industrias, industria ganadera, canales de riego... no tenemos confirmación de que las restricciones se hayan cumplido, porque la ACA no ha publicado los datos. Se excusa diciendo que son datos que obtiene a través de la recaudación del canon del agua y como que provienen de una tasa son datos sensibles que no se pueden publicar.

¿Es decir, que en la práctica no sabemos si las medidas están funcionando?

Nosotros no tenemos manera de confirmar si el plan es suficiente o no, porque no tenemos datos que nos confirmen el ahorro que se ha generado. Pero en una intervención reciente en un congreso del Catalan Water Partnership el presidente de la ACA, Samuel Reyes, decía que hace tres años que tenemos un plan activado y el consumo no se ha reducido, lo que demostraría que el plan no se está cumpliendo. Solo tenemos los consumos domésticos, y es cierto que el hecho de publicar los datos ha permitido que la ACA empiece a activar expedientes sancionadores y ha hecho que muchos municipios se muevan y tengan unos planes municipales por la sequía que antes no tenían y si hablas con ayuntamientos te des cuenta que están haciendo trabajo.

Estamos en un momento en el que varios sectores económicos, como por ejemplo los agricultores pero también los hoteleros, están pidiendo una flexibilización de las restricciones de agua. ¿Temen que el peso económico de algunos sectores las facilite?

El mayo del año pasado, en la primera cumbre social del agua que se hizo, elaboramos un documento de demandas, una de las cuales era que las restricciones incluidas en el plan de sequía que tenemos se apliquen con criterios de justicia social y ambiental. No podemos hablar de agricultura como si fuera un sector uniforme. Tenemos pequeños agricultores que hacen agroecología y hoy en día hacer eso es casi militancia, y después tenemos grandes explotaciones que forman parte de grandes empresas dedicadas a la exportación con un margen de beneficios que los permite costear las restricciones. Por lo tanto, se debería tener en cuenta la medida y los beneficios de cada explotación para decidir cómo aplicar la restricción en cada caso, porque de otra forma estaremos condenando el pequeño productor a desaparecer. Y el pequeño es el que hace el modelo agroecológico al cual, según Aigua és Vida, tendríamos que transitar.

Sobre la relajación de medidas ya tenemos la confirmación de que se ha hecho. El verano pasado en el Parlament, PSC y Junts apretaron y consiguieron que se relajaran medidas que contenía el plan de sequía en la situación de excepcionalidad. En aquel momento ya se prohibía llenar piscinas, pero se llenaron, con la excusa de decir "llenamos las públicas", pero con la letra pequeña también se incluyeron las comunitarias y aquí entraron también las de los hoteles. También se relajó con relación a las sanciones, que se tenían que empezar a aplicar antes del verano, pero se postergó. Lo que vemos es que ante un Govern que no tiene un rumbo claro con la sequía cualquier tipo de presión lo puede doblar hacia una banda u otra.

Una de las medidas más criticadas por entidades ecologistas es la reducción de los caudales ecológicos de los ríos Muga, Ter y Llobregat. Insisten que esto comporta unos impactos ambientales que van mucho más allá del agua. ¿Falta una visión global?

"Reducir los caudales ecológicos impactará en la calidad del agua que bebemos"

Predomina una visión marcada por lo que podríamos llamar la dominación del hombre hacia la naturaleza y de transformar ciclos naturales para tener agua sin pensar en el impacto que podemos tener sobre el medio. Es una relación que viene de hace muchos años y que desde el mundo ecologista intentamos cambiar para hacer entender que esto también tiene un impacto sobre nosotros. Reducir los caudales ecológicos impactará en la calidad del agua que bebemos, porque los contaminantes estarán mucho menos diluidos. Y también sabemos que la medida tendrá un impacto ecosistémico. La ACA dice que reduce los caudales, pero uno o dos golpes en la semana hace hidropuntas [dejar bajar más agua] para permitir generar una balsa donde haya vida. Pero desde un punto de vista ecológico aquí nos peta la cabeza, porque el ecosistema necesita una conectividad, no puedes dejar toda una vida en una balsa. Tendrían que decir que guardaremos el agua para tenerla para nosotros y nos tragamos el sapo y aceptamos que esto tendrá un impacto ambiental, pero no lo están haciendo y lo quieren maquillar con pequeñas soluciones que ya veremos si funcionan o no.

En otras entrevistas han comentado que no ven mal el uso de tecnologías como las desaladoras en un contexto de emergencia, pero sí como opción estructural, tal como plantea el Govern a medio y largo plazo. ¿Se están obviando su costes energéticos y impacto climático?

Sí, totalmente. Hoy en día, las desaladoras son uno de los consumidores eléctricos más importantes que hay en Catalunya. Es un pez que se muerde la cola, porque tenemos la matriz energética que tenemos y tardaremos años en caminar hacia una matriz formada por renovables. Pero, en cambio, para paliar la sequía, que es consecuencia del cambio climático y, por lo tanto, de las emisiones que genera esta matriz energética, ponemos en juego la apuesta que más contribuye al cambio climático. Y aquí se ve la poca vista que tiene el Govern. Se piensa en solucionar los platos rotos en los próximos meses sin pensar en el largo plazo y sin pensar en los impactos de estas tecnologías. La desalinización es la tecnología que más contribuye al cambio climático y, por lo tanto, generará más sequías.

Por otro lado, estas campañas del Govern de "desconectémonos de la lluvia y producimos agua" generan una falsa sensación de disponibilidad. El agua no se genera, el agua se transforma o se gestiona. El agua regenerada, en todo caso, es agua que antes corría por el río y ahora lo cogemos, le estaremos sacando agua al río, no es que produzcamos más. No nos oponemos a estas tecnologías, pero tenemos que respetar cuestiones como los caudales ecológicos, miramos cuál necesita el río y qué posibilidades de usos tiene el agua regenerada. Si miras los datos del ACA, creo que el 60% de la regenerada sirve por objetivos de mejora del estado ecosistémico de las masas de agua, es decir, nació para mejorar la calidad ambiental de los ríos. Si nos queremos cargar estos objetivos y utilizarla para alcanzar usos municipales, industriales y agrícolas será generando un impacto en los ecosistemas otra vez.

Lo que pedimos es gestionar la demanda, es decir, analizar antes cuánta agua necesitan todos los sectores, si es sostenible o no, y una vez reformulemos el modelo para hacerlo lo más resiliente posible, hablamos de qué tecnologías de apoyo necesitamos. No puede ser que una tecnología que se considera puntual, como la desalinización, se plantee como estructural; esto tendrá impactos económicos y, de hecho, ya se está encareciendo el recibo. Son las consecuencias de este modelo, que es ambientalmente y económicamente caro.

Hay consenso científico en que la disponibilidad de agua en Catalunya irá a menos los próximos años, pero la planificación del Govern y de la propia ACA es que la demanda seguirá en aumento, por cuestiones como el crecimiento del turismo.

Es interesante analizar el trasfondo del plan de gestión del agua, porque incluye escenarios de cambio climático, pero en todos hay una previsión de aumento de la demanda, sobre todo del sector terciario, es decir, del turismo. De la planificación del 2008 hasta la actual se ha duplicado el consumo de agua asociado a la industria del ocio, como parques acuáticos o campos de golf, ha pasado de 7 a 14 hm³. Y el nuevo plan planifica que desde ahora hasta 2039 la actividad turística aumentará un 25% y también se prevé un escenario de crecimiento urbanístico. A pesar de que haya un aumento de la eficiencia, el consumo final aumenta, porque esta eficiencia se destina a producir más. Y esto en un escenario de menor disponibilidad de agua nos lleva al final un sistema en quiebra.

¿El gran tema es si es posible conseguir una reducción del consumo global de agua mientras el modelo económico se base en el crecimiento constante?

Exacto, cuando decimos que las sequías se gestionan cuando hay agua nos referimos a que en un contexto de seis o siete meses vista es imposible solucionar una crisis que viene de hace muchos años. No podemos perder la oportunidad de pensar en el futuro del agua a la mínima que llueva y por eso pensamos que estamos obligados a transitar hacia un nuevo modelo, no es un nuevo modelo hídrico, sino un nuevo modelo económico de país. Que tenga presente que las actividades productivas necesitan agua y que el agua es finita y, por lo tanto, necesitamos reformular el modelo, sobre todo si queremos salvar a las personas.

"Estamos obligados a transitar hacia un nuevo modelo económico, que tenga presente que el agua es finita"

Yo no sé cuál es la solución, pero lo que está claro es que la sostenibilidad económica de los agricultores está en entredicho, también de la gente que vive del sector turístico. Y aquí el Govern tendría que pensar cuál es el modelo para garantizar que todo el mundo tenga agua y derechos suficientes, porque el modelo actual no lo garantiza, al estar insertado en una lógica de acumulación capitalista dónde en todos los sectores hay unas pocas manos que concentran la riqueza y la gran mayoría concentramos los impactos ambientales y sociales de este modelo.

¿Ve voluntad por parte del Govern de llevar a cabo un debate así?

Ahora mismo lo que tenemos es un gobierno débil, según mi punto de vista, en el sentido de que no ha generado una imagen o un perfil político de hacia donde ir y, por lo tanto, si tira hacia la izquierda o hacia la derecha sabe que puede perder y a un año de las elecciones prefiere no hacer nada. Y el no hacer nada hace que te dobles ante cualquier interés que te pueda perjudicar. Ahora es el campo. Esquerra tiene muchos votos en el Ebre y fuera de la región metropolitana y cede a los intereses de un campesinado, detrás del cual no sabemos quién hay porque las demandas son muy diversas, pero también pasa con el turismo. El hecho de que la democracia sea representativa cada cuatro años no ayuda a abordar crisis que son estructurales y, según nuestro punto de vista, es una pena que no aprovechamos un momento de crisis como este para reformular el modelo para tener uno diferente, sostenible y resiliente y que garantice la sostenibilidad económica a la gente y la ambiental al sistema.

¿Cómo tendría que ser este debate?

A nosotros nos sorprende que el plan de gestión [del agua] anterior no pusiera en marcha los consejos de cuenca, que creo que estaban incluidos en la primera planificación de ciclo [del agua]. Desde nuestro punto de vista, estos consejos se tendrían que recuperar porque es la escala idónea para gestionar el agua, porque al final es donde nace y dónde muere un río y la nueva cultura del agua dice que te tienes que abastecer de la que tienes en tu territorio. En los consejos puedes ejercer la gobernanza de la cuenca, ver qué usos tienes, cuáles pides, cuánta agua tienes y ver cómo se puede hacer sostenible y en caso de que no sea posible en la decisión hacemos que se impliquen los distintos actores. En Europa hay ejemplos que muestran cómo allá donde ha habido planes de sequía con la participación de la sociedad, la gestión política ha sido mucho mejor recibida por la ciudadanía.

¿Este modelo de gobernanza más a escala micro se tendría que replicar a nivel más global a escala de Govern, Parlament y el conjunto del país, con la participación social incluida, para definir también el modelo económico de la Catalunya del futuro?

Sí, necesitamos un modelo de gobernanza diferente. Hoy en día lo que vemos es que el Govern hace una Mesa Nacional del Agua totalmente inútil, que no está sirviendo para abordar el modelo de gestión del agua, pero que le sirve para decir que tiene un espacio de participación. Pero todas las medidas que hoy en día se están implementando no se deciden allí. Lo que hace falta realmente es entender que la gobernanza no son espacios de este tipo y tampoco son espacios consultivos, son espacios donde la Administración debe entender que tiene que ceder poder y que ceder poder es interesante, porque entonces las decisiones se consensuan y este es un consenso que se trabaja con el tiempo. En este tiempo tienes que hacer que la ciudadanía, que hoy en día está totalmente alienada de la realidad social, ambiental y política, se informe. Pero tenemos que jugar con nuevas herramientas porque las que tenemos hoy en día se demuestran fallidas o cuando menos cooptadas por los intereses económicos.

¿Tiene esperanza de que un espacio de debate de este tipo se materialice a corto plazo?

No. Como Aigua és Vida tenemos algunos espacios de incidencia, con el Govern, con partidos, y también en instancias más pequeñas como ayuntamientos, y no vemos que haya una voluntad de reformular el modelo y, por lo tanto, no hay una voluntad de poner en marcha espacios de gobernanza de este tipo. Pero sí que tengo cierta esperanza por que la próxima sequía nos pille mucho mejor prevenidos.

En cierto sentido, esta sequía está siendo muy interesante porque, por ejemplo, los ayuntamientos empiezan a recuperar conocimiento, a recuperar gobierno, a crear planes municipales de sequía y a empezar a pensar que la mejor forma de gestionar el agua es recuperar el sistema y, por lo tanto, recuperar pozos, hacer sistemas urbanos de drenaje sostenible, ordenanzas de ahorro o de aprovechamiento de aguas grises y pluviales. Y esto es muy interesante porque aquí los ayuntamientos también están viendo que no tienen el conocimiento porque han cedido la gestión a una empresa privada. Así que pienso que la siguiente sequía nos cogerá con un modelo de gestión público y democrático mucho más fuerte del que tenemos hoy en día. Y también está sirviendo para entender que el agua es un recurso finito y, como mínimo, nos debe servir para cuestionar el modelo de crecimiento que tenemos y quien tiene que gestionar el agua.

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