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Gas radón El Gobierno obvia una ley obligatoria sobre un gas radiactivo y letal en las viviendas

El Gobierno tenía de plazo hasta el 8 de febrero para redactar un plan nacional contra el gas radón, la segunda causa de cáncer de pulmón en el mundo, que una directiva europea obliga a aplicar.

Un respiradero para aliviar el gas radón en una vivienda de Lugo. Galicia es la comunidad más afectada

Cuando se habla de cáncer de pulmón es inevitable asociarlo al tabaco. Pero el hábito de fumar no es la única causa de esta grave enfermedad en el mundo. En la lista de principales motivos le sigue el gas radón, un fluido radiactivo de origen natural que tiende a concentrarse en el interior de algunas viviendas o edificios y que puede condenar a muerte a quienes los habitan durante largo tiempo.

El radón, propio de suelos ricos en uranio, como el granito o la pizarra, emana de manera natural a la superficie donde se desintegra en forma de partículas radiactivas. Al aire libre se diluye en menos de cuatro horas y no supone mayor problema, pero en entornos cerrados y sin ventilación, especialmente en aquellos más cercanos al suelo, tiende a concentrarse. Si una persona vive expuesto a esas concentraciones durante mucho tiempo se enfrenta al riesgo de contraer cáncer de pulmón. Cuanto mayor es el nivel de concentración y el tiempo que se está expuesto, mayor es el riesgo.

Según la Organización Mundial de la Salud, entre un 3% y un 14% de los casos de cáncer de pulmón son atribuibles al gas radón. El vínculo entre esa sustancia y el cáncer con mayores índices de mortalidad se conoce desde hace 30 años. Por eso, una directiva europea redactada en 2013 dio hasta febrero de este año para que todos los estados miembros elaboraran normativas que impidieran a sus ciudadanos vivir expuestos a este riesgo. El plazo venció el pasado día 8, pero en España ni siquiera hay listo un borrador.

Nuestro país no vive ajeno a este problema. Aquí, según el mapa del potencial de radón del Consejo de Seguridad Nuclear, más de un 17% del territorio nacional se considera “zona de actuación prioritaria”, es decir, que son lugares donde buena parte de sus habitantes están expuestos a niveles de riesgo. Las comunidades más afectadas son Galicia (70%), Extremadura (47%) y Madrid (36%), aunque también algunas áreas puntuales de Andalucía, Navarra, Aragón, Catalunya y Canarias registran niveles de concentración superiores a los 400 becquerelios por metro cúbico. La OMS pone el listón para tomar medidas preventivas a partir de los 100.

Más de un 17% del territorio nacional se considera “zona de actuación prioritaria”, según el CSN

“No se puede comparar con el tabaco, pero eso no quita que el radón sea la segunda causa de cáncer de pulmón en el mundo y un problema en las viviendas, como otros, que necesita empezar a controlarse. Se sabe cuáles son los municipios afectados, la medición es fácil y no demasiado costosa. Me sorprende que haya legislación muy bien hecha sobre el humo ambiental del tabaco y del radón, no. Esto debería estar hecho ya”, dice en conversación con Público Alberto Ruano, profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública y codirector del Laboratorio del Radón de Galicia —uno de los equipos que más ha investigado sobre este gas radiactivo en España— adscrito a la Universidad de Santiago de Compostela.

Mapa de potencial de gas radón en España del CSN.

Mapa de potencial de gas radón en España del CSN.

En realidad, este asunto lleva acumulando polvo en los despachos de los sucesivos gobiernos desde hace más de una década. Desde 2006 ha habido varios intentos de incluir el radón en el Código Técnico de Edificación y de abordar, mediante una legislación, el riesgo de las casas afectadas, pero todos quedaron frustrados. Otros países como EE.UU. o Reino Unido sí tienen desde hace años estrictas normativas que obligan a descontaminar los edificios o que impiden construir sobre suelos con fuentes de radón. Y en los países nórdicos existen incluso ayudas públicas para este propósito.

“Es un riesgo natural, pero aquí no se le ha dado prioridad”, señala Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos, que urge a tomar medidas para informar a la población, pero sin caer en el alarmismo.

Datos preocupantes

En España hay varios estudios epidemiológicos —todos sobre la población gallega y publicados en revistas de prestigio científico— que no sólo han demostrado la vinculación entre el gas radón y el cáncer de pulmón, sino que también han puesto en evidencia la necesidad de tomar medidas al respecto. Los investigadores comprobaron que la mortalidad por cáncer de pulmón atribuible sólo al gas radón, es decir, en personas que nunca han fumado, variaba del 3% al 5%. Sin embargo, en las personas que además de haber estado expuestas a concentraciones altas de radón (por encima de 148 becquerelios por metro cúbico), eran fumadoras, ese porcentaje subía hasta el 22% porque ambos factores interactúan, aumentando considerablemente el riesgo, en ocasiones hasta 46 veces más. De media, el gas radón influye en un 25% de los casos de cáncer de pulmón.

El gas radón es la segunda causa de cáncer de pulmón en el mundo

“Cuando alguien llama al laboratorio porque tiene altos niveles de radón en su casa lo primero que le pregunto es si fuma. Algunos estados norteamericanos utilizan el radón en sus campañas para dejar el tabaco”, asegura Ruano.

Otro estudio publicado en enero de este año, en el que también participó Ruano, junto al equipo de investigadores del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto Carlos III, reveló además que las concentraciones de radón en el interior de las casas en Galicia están relacionadas con una mayor mortalidad en los casos de las mujeres con cáncer de pulmón, estómago y cerebro.

“Las mujeres posiblemente pasen más tiempo en el interior de los hogares que los hombres, aumentándose así el riesgo de exposición ambiental al radón”, explica a este diario Pablo Fernández Navarro, uno de los autores.

La buena noticia, coinciden en señalar Ruano y Regueiro, es que la solución no es ni complicada ni demasiado costosa. Las concentraciones de radón en zonas de riesgo se pueden medir con un monitor doméstico cuyo precio oscila entre los 200 y 400 euros. En caso de niveles altos, se puede despresurizar con equipos de ventilación que extraen el aire procedente del suelo y lo expulsan de forma continua y que podría tener un coste cercano a los 3.000 euros.

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