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Rebajas Las rebajas de la pandemia: la tienda de barrio contra los gigantes del comercio, las webs y el miedo al virus

Las grandes cadenas lanzan agresivas ofertas en sus locales y en el creciente mercado del comercio electrónico mientras las tiendas físicas de menor tamaño afrontan una campaña en la que la incertidumbre por las medidas de seguridad sanitaria y el desplome de las rentas amenaza con transformarse en puntillas para buena parte del agonizante pequeño comercio.

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Tienda en rebajas. EFE

Las primeras rebajas de la pandemia sitúan al pequeño comercio ante un complicado, y acuciante, escenario en el que, tras una primavera en la que buena parte de las tiendas han permanecido cerradas o con una actividad más escasa que normal, se enfrentan a tres factores que amenazan con convertirse en puntillas para ese tipo de establecimientos: la decidida apuesta por los saldos de unas grandes cadenas que, además de disponer de mayor musculatura financiera, en muchos casos dispararon sus ventas online durante el confinamiento; la actividad de esas propias webs como competencia y la captación por ellas de los clientes de menor edad y, también, los mayores temores que su público más habitual sufre ante el riesgo de contagio del coronavirus.

¿Cuándo empiezan las rebajas?

Comienzan cuando quiere el dueño del establecimiento, ya sea físico o virtual, puesto que la Ley de Ordenación del Comercio Minorista, aprobada en 1996 y reformada en 2012, establece que las rebajas "podrán tener lugar en los periodos estacionales de mayor interés comercial" para este, que también decide "libremente" la "duración de cada periodo".  Eso ha hecho que cadenas de ropa como Zara  o H&M y grandes almacenes como El Corte Inglés las hayan iniciado ya tanto en las tiendas como en la web, en la que también han tirado ya los precios tiendas virtuales como Zalando, en todos los casos con descuentos de hasta el 50%, mientras el proceso es más lento y menos generalizado en el pequeño comercio, donde las rebajas de verano solían comenzar el 1 de julio.

¿Y van a ser como las de siempre?

Para nada. "En general, las rebajas serían uno de los iconos del capitalismo de consumo", indica David Pac, profesor de la Universidad de Zaragoza y experto en Sociología del Consumo, que explica que su lógica consiste en generar "necesidades para hacer que la gente desee consumir bienes y servicios preexistentes. Por tanto, se trata de generar el deseo de comprar".  Sin embargo, y al margen de los cambios provocados por la pandemia, "las rebajas ya no son lo que eran hace una década" por, básicamente, dos motivos: "no se producen en un momento determinado sino que los descuentos de los productos se mantienen a lo largo del tiempo" y no tienen lugar "solamente en las tiendas físicas sino que también incrementan el consumo online".

¿Cómo llega el consumidor a estas rebajas?

Predomina la incertidumbre, como ocurre con la mayoría de las circunstancias y los efectos de la pandemia de coronavirus. El profesor Pac destaca en el plano económico que "se ha producido un retraso de compras en marzo, abril y mayo" que puede animar el consumo por la "mayor disposición a consumir" debido a esos retrasos. "Además -añade-, una parte importante de la población, superior al 50%, no ha tenido una disminución de ingresos e incluso durante estos meses de confinamiento su capacidad de ahorro se ha incrementado", según indican los resultados de la encuesta sobre la respuesta a la pandemia que está realizando un grupo de investigación de la Universidad de Zaragoza del que forma parte.

Sin embargo, y junto al previsible menor consumo de la otra mitad de la población, la que ya está sufriendo en desplome de rentas derivado del mayor retroceso histórico de la economía española, hay otros aspectos relevantes que pueden resultar claves, especialmente para el pequeño comercio, menos digitalizado y con menor músculo financiero para reaccionar a las demandas del consumidor.

"Hay una brecha de edad en las rebajas", explica Pac, con los "hábitos de compra online más arraigados" entre los jóvenes, lo que sitúa a los adultos y los mayores como los principales clientes de las rebajas presenciales. Y eso hace que este verano vaya a ser "muy relevante las medidas de seguridad que observen en los establecimientos", ya que se trata al mismo tiempo del grupo de población que presenta "una mayor percepción del riesgo del coronavirus". "El vendedor necesita transmitir al potencial comprador una percepción de seguridad, de higiene y de limpieza", añade.

¿Hay normas sanitarias específicas para las rebajas de la pandemia?

Sí, aunque en realidad son extensivas a todo el comercio en la llamada ‘nueva normalidad‘, tal y como establece el decreto que finalmente convalidó este jueves el Congreso, que señala que, además de cumplir "las normas de aforo, desinfección, prevención y acondicionamiento" que marquen ayuntamientos y comunidades autónomas, los establecimientos deben "evitar aglomeraciones y garantizar que clientes y trabajadores mantengan una distancia de seguridad de, al menos, 1,5 metros". Y, si no es posible mantener ese alejamiento, observar "las medidas de higiene adecuadas para prevenir los riesgos de contagio", que consisten en usar mascarilla.

Por otro lado, mientras el Ministerio de Sanidad remite a "los protocolos y recomendaciones" que expone en su web, el de Industria remite como modelo para las rebajas a las indicaciones de la Secretaría de Estado de Comercio para el despliegue de mercadillos: lavarse las manos, ventilar los locales, no rebasar los aforos, desinfectar mesas y mostradores, evitar que los clientes manipulen los productos, desinfectar los devueltos o probados, o tenerlos en cuarentena, antes de ponerlos de nuevo a la venta y, entre otras medidas, limitar a una persona el uso de probadores. La tradicional afluencia de clientes a los establecimientos comerciales queda aparcada mientras siga viva la pandemia del coronavirus.

¿Cómo llega el comercio a las rebajas?

Claramente mermado. A los factores anteriores se les suman otros como desplomes de la facturación superiores al 50% en los sectores ajenos a la alimentación y que llegaron al 80% en el textil, explican fuentes de Anged, la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución. Y, eso ha comenzado a reducir la planta comercial del país: algo más de 17.000 empresas del ramo, principalmente de pequeño tamaño, bajaron la persiana entre marzo y abril, lo que supone un 5,7% del total, antes de que en mayo, al socaire de la campaña estival en algunas comunidades, se activaran otras 4.800, según los datos del Ministerio de Trabajo sitúa el retroceso del ramo en solo tres meses en casi 19.500 actividades económicas (6,3%), autónomos incluidos.

La debacle, más intensa en el pequeño comercio que en el de mayor tamaño, ha sido de tal magnitud que, según el último Informe de Previsiones Económicas de la OCDE, el sector ha restado con 9,5 puntos casi un tercio de los 29 puntos que ha caído el PIB español en el primer trimestre según esta organización, un impacto que duplica el 4,8% que merma el comercio y casi sextuplica el 1,6% de la industria.

Los Índices de Comercio al por Menor ( ) publicados este viernes por el INE (Instituto Nacional de Estadística) señalan que mientras el volumen de negocio del sector se encontraba en mayo a más de 22 puntos de los registros previos a la pandemia, el de las grandes cadenas ya estaba a menos de nueve. Todavía era más renqueante la situación de las pequeñas cadenas y las grandes superficies, con más de treinta puntos por recuperar todavía, mientras los comercios independientes mantenían una diferencia de 19.  No obstante, "desde la Secretaría de Estado de Comercio se tiene plena confianza en que el sector comercial sea uno de los dinamizadores e impulsores de la economía en la era post-Covid", indicaron fuentes de Industria.

¿Hay diferencia entre cadenas y tiendas?

Sí, claramente: las primeras las han adelantado, en una agresiva política comercial en la que anuncian bajadas de precio de hasta el 50% en unos productos que ellas mismas fabrican o subcontratan directamente, lo que da amplios márgenes de maniobra, mientras los propietarios de las segundas se encuentran en un escenario inédito, con el stock de primavera sin vender por el confinamiento y ante la disyuntiva de abaratar o no su género para no perder más cuota de mercado en la tienda física tras el avance de la venta digital en sectores como el textil en los últimos meses, certificada por consultoras como Kantar y en la que se imponen las cadenas.  No obstante, "la covid-19 ha generado una caída de ventas muy importante, del 45% desde principios de año y con un desplome del 90% en abril", apunta Pac, y "eso hace que las tiendas tengan que liberarse de los stocks".

¿Cómo lo ve el pequeño comercio?

"Tener que hacer rebajas porque las grandes cadenas empiezan a hacerlas, y después de haber perdido tres meses de actividad, es una faena", explica Eduardo Abad, presidente de UPTA (Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos), que destaca cómo el pequeño comercio "sigue con niveles de ventas por debajo del 70% del año anterior, con lo que van a tener que liquidar el stock con una rentabilidad cero".

"Nuestra organización pidió que los centros comerciales pudieran abrir al principio de la desescalada como el pequeño comercio, pero sin rebajas en unos ni en otros hasta pasar la primera quincena de agosto, para que la campaña fuera algo extensa", señala, al tiempo que reclama "despabilar el mercado, y eso se hará con medidas que sacudan el consumo y hagan que la gente vuelva a comprar".

¿Y las grandes cadenas?

"Lo que es malo para el comercio es no vender", señalan fuentes de Anged, que destacan que "las rebajas han sido una herramienta comercial de estímulo que ha funcionado toda la vida" y que "cada comercio decide y pone en marcha en función de su negocio y de sus stocks, que es con lo que hace las rebajas al final de una temporada".

La organización empresarial, por otro lado, reclama un aumento de los domingos de apertura para paliar el parón que han supuesto los más de 90 días de estado de alarma, a los que se suman 41 domingos y festivos sin posibilidad de abrir. "Eso equivale a perder un tercio del año", señalan las mismas fuentes.

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