Luis Montes fue la primera víctima por las supuestas sedaciones irregulares en el Severo Ochoa. Era el responsable de las Urgencias. Ayer consiguió limpiar su nombre, el de sus compañeros y el de la sanidad pública. Ganaron el recurso que presentaron contra la decisión del juez que en junio de 2007 consideró que hubo mala práctica, si bien les eximió de responsabilidad penal.

¿Está satisfecho?

Esperanza Aguirre, responsable de todo esto tendrá que pedir perdón, pero no a nosotros, sino a los usuarios de la sanidad pública, por intentar impedir el dolor al final de la vida.

¿Qué ha triunfado con esta sentencia?

La verdad por la que hemos luchado. Hemos vencido a la mentira que ocultaban a las políticas de privatización, a la mentira como parte objetiva de la verdad.

¿Se siente víctima?

Lo fui porque yo coordinaba las urgencias, pero el descrédito fue para todo el hospital. Las víctimas han sido todos los hospitales, porque no pueden aplicar como antes la sedación en situaciones agónicas, cuando ya se ha hecho todo lo posible por salvar una vida.

¿Quién cree que estuvo detrás de la denuncia?

La Consejería de Sanidad. Y una asociación en defensa del paciente que da pábulo a todas las denuncias. Casualmente, mientras, la Consejería anunció la concesión de ocho nuevos hospitales y esto sirvió de cortina de humo. El objetivo es privatizar la sanidad.

¿Qué consecuencias ha tenido el proceso para la sanidad pública?

Un descrédito tremendo. Ha empeorado la confianza entre el médico y el paciente. Si ya se hacía medicina defensiva, ahora aún más. En Madrid se muere mucho peor. Me llegan noticias de todos los hospitales en que los médicos se plantean: ‘con la que está cayendo, ¿cómo voy a sedar al paciente?’.

¿Sigue trabajando en el Severo Ochoa?

Sí, soy anestesista. Mi nueva jefa acaba de terminar el MIR. Es del Opus Dei, hace objeción de conciencia y ha llamado asesino a un ginecólogo por practicar un aborto. ¡Si en el Severo Ochoa fuimos pioneros en practicarlos!