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Antimadridismo sobre ruedas

El autobús blanco fue apedreado a su llegada al estadio

SALVA TORRES

Partido de 'alto riesgo'. Así lo catalogó Antiviolencia. Y se notó. En los aledaños de Mestalla había más furgones de la Policía y más cuerpos de seguridad a caballo de lo habitual. Pese a tan nutrida vigilancia, un grupo de ultras valencianistas logró su objetivo de lanzar objetos contra el autobús del Madrid, según la Policía eran cartones de vino. El 'secuestro' de Españeta en la ficción tuvo su correspondencia más realista con esa agresión casi anunciada. El antimadridismo es profundo en Valencia.

'No es antimadridismo, pero es que tanta prepotencia no se puede aguantar', dice un veterano de Mestalla, puro en ristre. Otro comenta que 'pasa igual con el Barça'. Precisamente en esos instantes, en una pantalla fuera del estadio, el Barça vencía al Español. 'Con un penalti que sólo ha visto el árbitro', decía un aficionado. 'Esperemos que no sea premonitorio, porque al Madrid seguro que también le ayuda el árbitro; tendremos que meter dos', rajaba otro.

Ya sobre el terreno, banda de música y bufandada para recibir al Valencia. Miles de prendas naranjas arropando al conjunto de Emery. Las gradas, repletas del clásico ¡Amunt! Puro voltaje. El conjunto blanco, ayer de negro, aguantaba el primer chaparrón de silbidos. El más sonoro se lo llevó Van der Vaart, cuando disparó a puerta con Marchena tumbado en el césped. El holandés recibió un empujón y el tumulto corrió como la pólvora. También Albiol, antes de la casa, aguantó el sonido de viento.

El Madrid intentaba enfríar el partido, cuando Benzema sufrió una dura entrada. Florentino Pérez se levantó de su asiento como si la tarascada a su nueva estrella galáctica se la hubieran hecho a él. Quien se fue del palco fue un preocupado Valdano: Pepe salía en camilla.

Y el Madrid, a lo suyo. Fue ganando terreno y encrespando a una grada que lo veía negro. Sólo cuando empató Villa arreció el '¡A por ellos, oé!' Luego silbidos y más silbidos. Y para que no faltara de nada, gran pitada a Raúl cuando el icono blanco saltó al terreno de Mestalla. Era el punto y final de un ritual que se repite desde que Mijatovic 'traicionó' a la afición valencianista.

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