Este artículo se publicó hace 16 años.
La baja presión sería mala para los adultos muy mayores
Por Michelle Rizzo
Un estudio efectuado enSuecia indicó que las tasas de mortalidad entre los mayores de85 años aumentan a medida que baja el valor mínimo de supresión sanguínea.
El equipo dirigido por Lena Molander, de la Universidad deUmea, analizó la relación entre la presión y la mortalidadsegún datos de 348 adultos mayores residentes de seismunicipios en el norte de Suecia.
El grupo incluyó a la mitad de todos los mayores de 85 añosde esas comunidades, a todos los de 90 y a los mayores de 95años.
El valor máximo indica la presión "sistólica" cuando elcorazón se contrae, mientras que el valor mínimo es la presión"diastólica" cuando el corazón se relaja.
El equipo halló que, a diferencia las personas con presiónsistólica (PSS) por encima de 120, las que tenían un valor dePSS en ése o debajo de ese valor eran más propensas a tenerinsuficiencia cardíaca y capacidad significativamente menorpara realizar las actividades diarias.
Un valor más bajo de PSS estuvo asociado también con unmenor rendimiento mental y mayor probabilidad de desarrollardemencia.
A los cuatro años, el 81 por ciento de los participantescon PSS de 120 o menor había muerto, a diferencia del 47 porciento de las personas con PSS superior a 140, publicó elequipo en Journal of the American Geriatrics Society.
"La presión alta es un problema muy frecuente, en especialen los adultos mayores, por lo que la cantidad de personas quetoman antihipertensivos es muy alta", explicó Molander aReuters Health a través de un correo electrónico.
"Nuestros resultados coinciden con estudios previos yseñalan la necesidad de ampliar la discusión sobre si y cuándola presión debería tratarse en los adultos más mayores",comentó la autora.
Asimismo, "tener la presión diastólica baja también estuvoasociado con un aumento de la mortalidad a cuatro años. Aunquela relación con la presión sistólica fue mayor y decidimosenfatizar en ese resultado", agregó Molander.
FUENTE: Journal of the American Geriatrics Society, octubredel 2008
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