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Una cafetería para mujeres de Bagdad rompe barreras en Irak

Reuters

El sueño de Hind al Bidairi de tener una cafetería con toda la plantilla compuesta por mujeres ha tenido que esperar durante años mientras Irak estaba asediado por la violencia.

Los fundamentalistas islámicos probablemente la habrían asesinado a ella y a las empleadas que hubiese contratado.

Pero ahora que Iraq se está esforzando por recuperarse de la masacre y del terror sembrado por los insurgentes que eliminaban a las mujeres consideradas "poco apropiadas", su sueño se ha hecho realidad.

"Doy mi apoyo a todas las mujeres que intentan cambiar los patrones de nuestra sociedad, para demostrar que el sexo femenino es fuerte y que tiene derecho a participar en toda clase de negocios", dijo Bidairi.

En la guerra entre sectas que siguió a la invasión de Irak en 2003 por parte de Estados Unidos, grupos terroristas como Al Qaeda lucharon por establecer un sistema en el que estuviese prohibido que las mujeres sustituyeran el hiyab, pañuelo musulmán, por ropa de estilo occidental.

Dirigir un negocio que dé empleo a mujeres está mal visto por los puristas religiosos.

La subida al poder del chiismo musulmán tras la caída del dictador suní Sadam Husein, fue acompañada de un ascenso de los partidos religiosos, que no son muy partidarios de la igualdad de género.

La violencia ha disminuido bruscamente, aunque todavía hay bombardeos y ataques diarios por parte de la insurgencia suní.

Las tensiones entre las sectas han aumentado desde las elecciones de marzo, que no proporcionaron ningún ganador claro y enfrentaron a las facciones chiíes contra una alianza entre sectas que ganó apoyo sobradamente sobre los suníes.

Pero la influencia de los grupos fundamentalistas ha disminuido, hasta el punto de que la idea de que las mujeres dirijan negocios ya no es una ilusión.

"Irak está cambiando para mejor, y las ideas también", dijo Bidairi con entusiasmo.

La cafetería se encuentra en la sexta planta de un hotel en el centro de Bagdad, con vistas panorámicas del río Tigris, que serpentea por el corazón de la capital iraquí.

La mayoría de los clientes son familias y parejas y se permite la entrada a los hombres, con la condición de que se comporten bien.

Si un hombre coquetea con una camarera se le invita sutilmente a abandonar el local para no volver.

Bidairi recuerda que cuando mencionó por primera vez su idea de montar la cafetería mucha gente le advirtió que se metería en problemas.

"Me dijeron que esto me pondría en contra a los radicales", dijo. "Por eso lo pospuse temporalmente"

Ahora, cuatro años después, varias mujeres trabajan como camareras en la cafetería recién abierta, y afirman que están muy contentas de tener un empleo en un país en el que el paro oficial es de un 18 por ciento pero en el que el real ronda el 30 por ciento.

La camarera principal A'aza al Baghdadi comparte la visión de Bidairi sobre cambiar las normas sociales de Irak, en las que la dominación femenina es evidente.

"Queríamos eliminar el prejuicio de que existen diferencias entre hombres y mujeres", dijo. "Tuvimos éxito en romper esa barrera".

En un tranquilo rincón de la cafetería, un hombre y una mujer se sentaron a tomar té y charlar. Dijeron que estaban contentos de que Irak esté acogiendo nuevas ideas.

"Es la segunda vez que venimos aquí", dijo la mujer, Noor Ali. "Nos gusta porque es un local tranquilo. Nos agrada el diseño, las vistas y también el hecho de ser atendidos por las camareras, que son encantadoras".

"Lo llamamos 'el imperio de las mujeres'", añadió Ali.

Bidairi dijo que su sueño no termina aquí, pues tiene intención de abrir más cafeterías para mujeres en otras provincias.

"Espero que otras mujeres hagan proyectos como éste", dijo.

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