Familiares, amigos, el mundo de la montaña y la sociedad navarra, entre ellas sus autoridades, han despedido hoy en un cálido y emotivo funeral a Iñaki Ochoa de Olza, montañero pamplonés fallecido el pasado viernes en el Annapurna nepalí.

La misa se ha celebrado en la parroquia San Miguel de Pamplona, que se ha quedado pequeña para mostrar el apoyo a la familia y amigos del montañero y en la que se han reunido en torno a su recuerdo diferentes personalidades de los diferentes sectores de la sociedad navarra.

Ochoa de Olza, cuyo cuerpo descansará para siempre en el Annapurna por deseo de la familia, también conocedora de la propia filosofía del montañero, ha sido recordado en un oficio dirigido por César González, párroco de Viana y amigo de la juventud del alpinista pamplonés.

Ocupando los primeros bancos se han situado la familia directa de Ochoa de Olza, sus padres Iñaki y Pilar, y sus hermanos Pablo, Guillermo y Daniel.

Minutos después de que Pablo leyera la primera lectura, el cura oficiante ha repasado episodios de la juventud junto a Ochoa de Olza, del que ha destacado su "pasión por todo el mundo de la montaña" y cómo ya era desde joven una "auténtica enciclopedia".

En su homilía, González ha recordado de Ochoa de Olza "su buen hablar, humanidad y buena educación", así como el "entusiasmo" que contagiaba a todo el mundo y su carácter "prudente" como escalador, al tiempo que ha explicado las razones que le han llevado a oficiar la misa funeral.

"Yo celebro su funeral porque creo que es eficaz para su vida, para alcanzar no esos dos 'ochomiles' que le faltaban para coronar las 14 cimas de la tierra, sino para alcanzar ese decimoquinto 'ochomil', ese que es definitivo y eterno, y que todos somos invitados a hollar: la vida eterna", ha explicado.

El momento más emotivo ha llegado cuando el padre de Ochoa de Olza, también de nombre Iñaki, se ha dirigido a los presentes para recordar la figura de su hijo, del que ha señalado que "siempre buscó entre lo justo y lo viviente, nunca cedió de sí, ni obligó a otro".

"Este hombre, este hijo, fortificado en cumbres de respeto que no dio a la desventura opción más llana que morir fuera de catálogo", ha dicho, llevó una vida en la que "ha volado muy lejos, donde nunca habrá pájaros".

El padre del montañero ha dado además gracias a Dios por reservarle a su hijo "en los pactos del destino trozos limpios, sin mancha cierta o mínima, sin secuestros de nadie y sin cerviz agachada ni miseria deforme".

"Quién te mató devastó nuestro refugio, moriremos de llanto igual que asesinados, pero es dulce no saber del asesino", ha finalizado y sus palabras han sido respondidas por los presentes con una cerrada ovación.

El acto, en el que han intervenido la coral de Barañáin y el coro de la Sakana, ha concluido con el 'agur jaunak', interpretado al chistu y órgano.

Entre los asistentes se han encontrado las principales autoridades de la Comunidad Foral, como el presidente del Gobierno de Navarra, Miguel Sanz, y la alcaldesa de Pamplona, Yolanda Barcina, responsables de los clubes del deporte local, como el presidente de Osasuna, Patxi Izco, y sobre todo montañeros tanto navarros como del panorama nacional.

Así, han acudido a despedir a Iñaki alpinistas como Edurne Pasabán, Josune Bereziartua, José Carlos Tamallo, Nacho Orviz, Alex Chicón o Juanjo San Sebastián.

Ochoa de Olza, que el jueves cumpliría 41 años, falleció el viernes en el campo 4 del Annapurna, a 7.400 metros de altitud, después de haber renunciado a hacer cima cuando se encontraba a cien metros de ella por congelaciones en las manos, como consecuencia de los graves problemas de salud que le sobrevinieron y dejaron semiinconsciente.

El montañero navarro resistió cuatro noches en su tienda a 7.400 metros de altitud y, a pesar del gran operativo internacional creado para intentar rescatarle, finalmente falleció a primera hora del viernes como consecuencia de una lesión cerebral, complicada por un edema pulmonar.