Este artículo se publicó hace 15 años.
Las canciones pop de un ex punki bocazas
Echo & the Bunnymen, liderados por Ian McCulloch, regresan con un disco luminoso que homenajea a su Liverpool natal
Una vez digerido el mazazo del punk y recogidas sus enseñanzas, los ochenta amanecieron en Reino Unido con soplos de aire fresco. Los hijos de aquella oleada, llamados pos punks, se declararon introvertidos, complejos y experimentales. Su legado: coquetear con la electrónica, establecer las bases del rock alternativo y untarse de oscuridad.
Formados en Liverpool en 1978 tras años de borracheras, conciertos de los Clash y divagaciones en la orilla del Mersey, Echo & the Bunnymen aportaron a la escena la acidez del garaje y la psicodelia, servidas bajo unas pegadizas y preciosistas melodías.
Liderados por un punk algo chuleta, Ian McCulloch, los "hombres conejo" fueron alabados por la crítica pero no vendieron tanto como Simple Minds. Publicaron dos discos memorables. Ocean Rain, en 1984 y, tres años después, el homónimo, que supuso la separación temporal del grupo.
McCulloch y los suyos no reaparecieron hasta diez años después en su formación original. Aprovecharon el revival del movimiento y les hemos visto de cabezas de cartel en festivales como el FIB y el BBK Live. "Bueno, no somos un grupo nostálgico. Todos hemos cambiado explica el cantante a Público , pero en nuestros conciertos hay cada vez seguidores más jóvenes".
Es cierto: viven de su condición de banda de culto y grupos como The Killers y Glasvegas se han declarado seguidores suyos. "Me alegro. Es un hecho que en los festivales de estos últimos veranos nos hacían más caso a nosotros que a muchos grupos nuevos que están de moda", destaca.
The Fountain, un homenajeAhora, el grupo regresa con The Fountain, un disco de pop acelerado que se asemeja a los de antaño, pero con la producción de nuestros días. "Es nuestro álbum más enérgico y melódico desde hace 25 años. Nuestro sonido es más luminoso ahora. Estas son nuestras mejores canciones en años", dice McColluch.
El disco contiene, sobre todo, dos buenas canciones: el rock de Think I need to de lo más pegadizo que hayan escrito y la balada The idolness of Gods, que sugieren estampas de su Liverpool natal. "Acompañamos al disco con fotografías de las zonas más desconocidas. Tras 30 años viviendo aquí, todavía no me la conozco bien".
Por cierto, a McCulloch le apodan Mac el bocazas. Veamos por qué: "Para mí es un honor que te citen como referencia. Tampoco me extraña. Mira, nosotros teníamos el talento, otros ganaron el dinero", dispara. Y sigue: "La música de los ochenta fue muy válida, pero ha envejecido mal. Malditas sobreproducciones. Eso sí, aprendimos que la tecnología puede ser una trampa". Y la perla final: "Espero que los que juegan con Guitar Hero se electrocuten. No deberían jugar con esa basura".
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