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Carles Gasòliba: "Las desigualdades bajan entre naciones, pero se incrementan dentro de los países"

JAUME GRAU

Ni la FAES, ni la Fundación Pablo Iglesias, ni la FRIDE (Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior), ni el Instituo Elcano. Según el informe Global Go To Think Tank que elabora todos los años la Universidad de Pensilvania, el CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs) ocupa la posición 64 del ranking en la categoría 'Mejores think tanks del mundo' y es el primer think tank de España y uno de los mejores de Europa Occidental.

Su revista trimestral goza de mucho prestigio entre la comunidad académica y científica internacional, tal vez por ser un modelo de excelencia en su elaboración, con un riguroso proceso externo de doble revisión por expertos en régimen de anonimato.

El CIDOB está dedicado a la investigación de contenidos en el ámbito de las relaciones internacionales desde un punto de vista no partidista. Su presidente, Carles Gasòliba, recibe a Público en la sede del centro, un edificio de finales del siglo XVI situado en la calle de Elisabets de Barcelona.

¿Cuál es la clave del prestigio del CIDOB?

En primer lugar, sus colaboradores, que son analistas internacionales de primer orden; y en segundo, la madurez de la Fundación. El CIDOB se constituye en el año 1973 por personas que habían estado vinculadas en trabajos de desarrollo y cooperación en América del Sur y África durante la década de los 60, especialmente en Camerún y Chile. Había una preocupación por los temas de ayuda al desarrollo, en el sentido de que las desigualdades no se arreglan simplemente a través de la cooperación, sino a través de un proceso mucho más lento y complejo de transformación y democratización, que implica conocer a fondo los países con los que se trata y las interrelaciones con su entorno. El CIDOB acaba convirtiéndose en un think tank sin que esa fuera la intención inicial de sus fundadores y colaboradores.

Las desigualdades no se arreglan simplemente a través de la cooperación, sino a través de un proceso mucho más lento de democratización

¿Qué regiones son objeto del análisis de los estudios del CIDOB?

Principalmente lo que llamaríamos área atlántica: Europa y América del Sur y los países de la costa occidental de África el área del Mediterráneo, los países del este de Europa y países asiáticos que en el pasado estaban cerca de la órbita soviética. Nuestro interés ahora es ampliar nuestros estudios al área del Pacífico.

África parece ser el nuevo campo de confrontación diplomática de las grandes potencias.

Por encargo de la Unión Europea estamos desarrollando un estudio llamado Atlantic Future, para conocer cómo cambiarán las relaciones entre las dos costas del Atlántico en las próximas décadas, en un escenario muy complejo que ya no está dominado únicamente por Europa y los EEUU. Marruecos, por ejemplo, quiere ejercer un papel de líder entre los países africanos de la costa atlántica. China tiene una fuerte presencia en muchos países africanos, para asegurarse el acceso a muchos recursos naturales que necesita para su desarrollo. El modelo de China en África es muy extractivo y poco cooperativo. Esta fuerte presencia de China preocupa a las otras potencias, sobre todo a EEUU. Prueba de ello es la reunión que tuvo lugar en Washington el pasado mes de agosto, en la que el presidente Barack Obama reunió a líderes de 50 países africanos.

Pero el modelo occidental también ha sido extractivo y colonial.

Sí, pero ha ido cambiando, aprendiendo de sus errores. China, que llega con muchos recursos a África, cuando construye infraestructuras utiliza mayoritariamente personal chino, no utiliza mano de obra local. Es un modelo que no crea raíces. El país no europeo que más invierte en África —y no se nota— es Japón, y el modelo de Japón es más cooperativo. La inversión japonesa es más importante para África que la de China. Los antiguos países colonizadores han aprendido la lección, unos más que otros. Un dato importante a tener en cuenta es que las élites dirigentes africanas se forman en los países occidentales y sus referencias y contactos vienen de estos países, con todo lo que esto comporta.

¿Y estas élites africanas no conforman nuevas oligarquías de tipo local?

Sí, pero los paradigmas en África han cambiado. El gran fenómeno de los últimos años en África, y en otros países emergentes del mundo, es la formación de una clase media acomodada. El hombre más rico de África es un empresario dedicado a la fabricación de cemento, y eso da una idea del auge de la construcción y, en consecuencia, del crecimiento de las clases medias que demandan viviendas. Los índices de pobreza se han reducido en muchos países africanos y eso tiene relación con el número de cuadros nativos y empresas locales. Cuando a los jóvenes se les ofrece la posibilidad de desarrollarse en su propio país no se van, y contribuyen poderosamente a su crecimiento.

Se acusa a determinados think tanks de falta de neutralidad en la elaboración de los informes, de hacerlos a medida, en base a su modelo de financiación. Por poner un ejemplo, una fundación prestigiosa como el Institute Montaigne, está subvencionado por poderosas multinacionales.

Cuando a los jóvenes se les ofrece la posibilidad de desarrollarse en su propio país, no se van Nuestra financiación viene, en un 54%, de entidades públicas (la Generalitat, el Ministerio de Asuntos Exteriores, el Ayuntamiento de Barcelona, la Universidad), y el 6% restante, de programas. En estos momentos recibimos más dinero de Noruega que del Gobierno catalán en un programa que versa sobre procesos de transición democrática en Afganistán y Pakistán. Una fundación marroquí financia estudios sobre relaciones en el ámbito del Magreb. Otros programas, como el de Atlantic Future vienen patrocinados por la UE y también tenemos encargos de las Naciones Unidas y de su universidad. No tenemos patrocinadores para estudios privados, ninguno.

Da la impresión de que, a pesar del trabajo de los think tanks, de los servicios de información especializados, de las agencias de inteligencia, la realidad siempre supera mucho las previsiones de los especialistas.

Hacer previsión es muy complejo. El mismo Obama confesó hace unas semanas que el nacimiento del Estado Islámico le había cogido por sorpresa y todo ello a pesar de la ingente información que manejan sus servicios de inteligencia. En el caso de la Primavera Árabe, dos de nuestros colaboradores, Eduard Solé y Francis Gilhès, elaboraron informes previos, en los que se alertaba de la tensión en Túnez y en Egipto. Una cosa es que se diga y otra, que los gobiernos te hagan caso. En el CIDOB tenemos una especialista en Rusia muy respetada, Carmen Claudín, que advirtió en su momento de los riesgos de conflicto en Ucrania, y tuvimos reuniones en Kiev con importantes especialistas de todo el mundo para analizar la situación antes de que estallara la crisis.

Otro foco de inestabilidad permanente es Oriente Próximo y la falta de salida para el problema palestino. ¿La solución al conflicto en todo el área pasa por arreglar de una vez por todas el problema palestino?

Una especialista del CIDOB alertó de los riesgos del conflicto en Ucrania. Pero una cosa es que se diga y otra que los gobiernos te hagan caso

El conflicto en el área ya ha superado de mucho el conflicto árabe-israelí, el yihadismo, los enfrentamientos entre sunnitas y chiitas, el hundimiento de las fronteras tradicionales... En este momento hay extensas áreas fuera del dominio de los gobiernos, desde Egipto hasta Afganistán.

El CIDOB, en su ideario, apuesta por la eliminación de las desigualdades, por la justicia, para contribuir a la paz mundial.

Queda mucho por hacer, pero con las cifras en la mano, en los últimos 20 años, centenares de millones de personas han abandonado la pobreza en todos los continentes.

Eso parece entrar en contradicción con lo que afirma Thomas Pickety sobre el aumento de las desigualdades.

No, ambas afirmaciones son compatibles. Las desigualdades bajan entre naciones, pero se incrementan dentro de los países, lo cual no quiere decir que no exista progreso, sobre todo en los países emergentes, pero se trata de un progreso no harmónico, crecen más y en más proporción las clases altas, pero las bajas también crecen, aunque en una menor proporción, y por eso aumenta la desigualdad.

¿Y cómo se corrigen esas desigualdades?

Dentro de unas semanas vamos a hacer una jornada sobre el futuro del capitalismo para tratar de este tema. Pickety pide un impuesto para eliminar las desigualdades, pero eso es muy difícil de implantar a nivel mundial. Existe también el problema de la corrupción, y de las malas prácticas del capitalismo, lo que los americanos llaman Crony capitalism, que es una expresión intraducible, la del capitalismo que corrompe. En el pasado, el poder público controlaba al privado. Lo que está pasando ahora es que el poder público se está doblegando a los intereses corporativos y miembros de estos poderes lo hacen a cambio de los favores que les brindan desde el sector privado, en una connivencia malsana. El caso de Bankia, y otros, son muy demostrativos de esas prácticas. En los años 90, cuando acaeció la crisis monetaria, la peseta, la libra esterlina o la corona sueca tuvieron que devaluarse por movimientos especulativos muy fuertes. Se vio algo sorprendente por aquel entonces, que el poder financiero mundial tenía más recursos que la suma de las reservas de todos los bancos centrales. Si había alguien que podía mover en su provecho los recursos para ir contra una divisa, podía hacerse muy rico pero a costa de cargarte una economía, a todo un país, que es lo que hizo Georges Soros con la libra esterlina. El nacimiento del euro se debe, entre otras razones, a una estrategia de protección contra estos movimientos especulativos.

Pero el euro también ha recibido fuertes ataques.

Pero de momento no han podido doblegarlo.

¿Y la corrupción cómo se combate?

El grado de permisividad de una sociedad explica su nivel de corrupción Transparency International publica rankings de corrupción en el mundo. Cuando esta organización realiza el test se barajan muchas variables: la forma de operar de las administraciones públicas, el comportamiento de las empresas, la respuesta de la sociedad, etc. Hay estados que tienen mecanismos judiciales que funcionan. Cuando pasa un caso se castiga y con rapidez. Los responsables responden, además, con su patrimonio para afrontar las indemnizaciones y las multas que conlleva la pena. En España tenemos casos que se remontan a más de seis años y por los cuales nadie cumple condena. Recuerdo el caso de un político danés, joven, muy prometedor que se postulaba hace años como primer ministro. Un día la policía le pilló conduciendo bajo los efectos del alcohol y se le acabó la carrera política. Un ministro de Economía holandés utilizó su influencia para dar el permiso de residencia a una empleada del hogar que tenía trabajando en su casa. Se descubrió y tuvo que dejar el cargo de inmediato. Hay casos en el extremo contrario, de políticos declaradamente corruptos y que, a pesar de eso, ganan las elecciones. Hay sociedades más tolerantes con la corrupción y otras mucho más rígidas. También hay países más corporativistas, donde se tiende a proteger los privilegios de los otros para amparar los propios. El grado de permisividad de una sociedad explica su nivel de corrupción.

En el CIDOB coinciden Instituciones del Gobierno Central y de la Generalitat. ¿El actual proceso soberanista afecta al normal desarrollo de sus actividades? ¿Entra el conflicto catalán dentro de sus programas de análisis?

Nuestra Fundación ha de ser neutral en cualquier caso, porque su prestigio depende de ello. Hemos abierto una sección de estudio de los procesos secesionistas en el mundo, que hay muchos y en todos los continentes y de naturaleza distinta. Nosotros ofrecemos un análisis objetivo en el que situamos cada proceso en el contexto internacional.

¿Y qué dicen estos análisis?

Pues, por ejemplo, explicamos porqué el proceso secesionista en Flandes es ahora menos intenso, o en el caso del Quebec, donde se habían enfriado muchos las propuestas secesionistas en los últimos diez años, se han alentado gracias al proceso escocés. Los procesos secesionistas interaccionan unos con otros, pero no nos dedicamos a auscultar lo que ocurre en España o en Catalunya, si no lo que pasa fuera. Esa es nuestra tarea.

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