Este artículo se publicó hace 13 años.
"El cine primitivo me provoca erecciones"
El Festival Cinema d'Autor de Barcelona muestra por primera vez en España toda la filmografía del cineasta Guy Maddin
Una se imagina a Guy Maddin encerrado en el sótano de su casa realizando experimentos, cual mad doctor cinéfilo, que dan como resultado bizarras perlas fílmicas como The Saddest Music in the World (2003) o My Winnipeg (2009). Largometrajes dolorosamente hermosos pero no exentos de ironía, rodados en blanco y negro y sin diálogos que parecen situados en otra dimensión del espacio-tiempo, en una historia del cine alternativa donde el modelo clásico-realista no se ha convertido en el preponderante y donde tradiciones como la del cine expresionista alemán o la vanguardia soviética siguen plenamente vigentes.
Desde su Winnipeg natal, Maddin nos confirma su vocación de alquimista cinematográfico. "Siempre supe que no sería capaz de hacer la típica película de Hollywood. Que me iría mejor si producía néctares singulares e invendibles con mis propios métodos imperiosamente primitivos; que de los experimentos que realizaba en un arrebato casi proustiano por acceder y compartir los mitos fundamentales de mi experiencia podía extraer sabores por los que no suspiraría demasiada gente".
'La edad de oro' de Buñuel fue la primera inspiración del canadiense
La edad de oro de Buñuel fue la primera inspiración del canadiense. "Representó el caldo de cultivo de todos mis planes de futuro como cineasta, y sigue siéndolo". Pero su pasión se extendió a buena parte del cine de los años veinte y principios de los treinta, que Maddin ha defendido también como crítico en publicaciones de referencia como Film Comment, ya que no le gusta "escribir sobre cineastas vivos, a menos que se trate de genios como Martin Arnold, Matthias Müller, Bela Tarr o Terrence Malick".
Su enfoque parte del enamoramiento más que de la fría intelectualidad del estudioso. "Me gusta absolutamente todo del cine primitivo: desde la manera en que conseguían tratar temas adultos engañando a los censores hasta el ruido de la superficie y esos contrastes de un gris lechoso de las copias. Me encantaban las fracturas en los primeros celuloides que descubrí, me ponían la piel de gallina, al borde de una erección. Qué digo, ¡también me provocaban erecciones! Amaba esas películas como se aman los recién casados. No necesitaba investigar nada porque vivía con ellas y llegué a conocer hasta la más pequeña curva del interior de sus muslos...". Esa pasión por el pretérito lleva al director a trabajar con actrices como Isabella Rossellini o Maria de Medeiros porque "ambas parecen haberse apeado de una máquina del tiempo en la que subieron en los años cuarenta y treinta".
De la cobardía a la lujuria"Siempre supe que no podría hacer la típica película de Hollywood", dice
Aunque su filmografía se alimente del imaginario del cine primitivo, uno de los principales méritos de Guy Maddin es haber evitado caer "en la ciénaga del pastiche", haber ido mucho más allá del mero ejercicio posmoderno de revisión de estilos. "Nunca he querido imitar nada. Me limito a responder al vocabulario fílmico tal y como lo entiendo, y resulta que puedo hablar fluidamente en los dialectos de todas las décadas cinemáticas. He tenido la voluntad de utilizar cualquier medio de cualquier época para que mis propios sentimientos (cobardía, lujuria, celos, nostalgia, aflicción...) se reflejaran en la pantalla". Por ello sus películas apelan más a las emociones que al intelecto. Resultan una experiencia mesmerizante que te traslada a un estado muy parecido al del sueño o la remembranza. "Y lo que más me gustaría es que la gente se quedara en este estado onírico hasta la mañana siguiente".
Es la primera vez que la filmografía íntegra de Guy Maddin, cortos incluidos, se podrá ver en España. Tras su proyección en la Filmoteca de Catalunya en el recién nacido Festival Internacional de Cinema d'Autor de Barcelona, el ciclo viajará a la Filmoteca de Valencia y al CGAI de A Coruña. Aunque Maddin es conocido en los circuitos cinéfilos. Sus películas se han proyectado en festivales, sobre todo en Sitges, donde Dracula: Pages from a Virgin's Diary consiguió el galardón a la mejor película en 2002. "Durante un mes me desperté más contento que unas castañuelas porque el premio resultó una gran ayuda. Se trata de una versión en ballet de Drácula, ¿quién querría ver eso?". Cada vez más espectadores, que Maddin encuentra tanto en estos circuitos alternativos como por internet y le hacen "sentirse más que satisfecho con mi posición. Antes siempre me quedaba la sensación de que mis espectadores ideales nunca me llegarían a conocer. Pero quizá la piratería es lo mejor que les podía pasar a los cineastas que ante todo esperan conectar con su público. Sin impedimentos, sólo amor al primer clic".
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