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Especialidad: llegar los primeros a Haití

Cartay. Cada año se producen 1.000 catástrofes con víctimas en el mundo que necesitan el envío rápido de material de primera necesidad

ANA TUDELA

Cuatro rollos de papel higiénico, una pastilla de jabón, una esponja, una toalla, detergente, tres maquinillas de afeitar, un cepillo de dientes, todo metido en una caja de Cruz Roja, de Unicef, de una ONG. O una tienda de campaña y una manta. Una muda seca, un chándal y unas zapatillas. ¿Quién fabrica, embala, almacena y envía esos paquetes que nadie querría estar en situación de recibir?

Ayuda humanitaria: un concepto casi abstracto que esconde una actividad muy real, aunque no tenga publicidad masiva ni circuito comercial al uso, aunque sólo aparezca en televisión como parte del escenario de una catástrofe. Productos que llegan cuando se produce un terremoto pero también a los temporeros que vienen cada año con sus familias para trabajar la aceituna en Jaén, la fresa en Huelva o el ajo en Ciudad Real; a los africanos que llegaban a Canarias (más de 30.000 en 2007), y ahora a familias españolas o asentadas en España a las que la crisis ha colocado al borde de la miseria. Un mundo en formato familiar: tiendas de campaña para cinco, kits de cocina para cinco...

La empresa envió en 48 horas 25.000 kits de higiene al lugar del terremoto

Cartay, empresa con sede en el municipio madrileño de San Fernando de Henares, lleva 15 años dedicada a diseñar, producir y enviar material de primera necesidad. A finales de 2009, ganaron en exclusiva el concurso de Naciones Unidas para dos kits, su primer contrato con un organismo internacional. La única española de las diez que se presentaron.

Cuando el 12 de enero de este año el suelo de Haití se vino abajo, los responsables de la compañía miraron al teléfono. No sabían cuánto material se iba a necesitar de forma inmediata. Trabajan desde hace tiempo con la Cruz Roja francesa o la holandesa pero esta vez estaban en primera línea. 'Nos pasaron un pedido para el día siguiente', explica José Ramón Saiz, consejero delegado y principal accionista de Cartay. Necesitaban 25.000 kits. A las 48 horas desde la llamada, el material llegaba a Puerto Príncipe. En una semana, se habían enviado 40.000. En total, suministraron 200.000 kits para más de un millón de personas. Aviones de Iberia o de British transportaron el material desde el aeropuerto de Barajas, muy cerca de los 5.000 metros cuadrados de naves de Cartay. Naciones Unidas los felicitó.

La situación geográfica de Cartay es una de sus principales bazas. No sólo está a minutos de distancia de Barajas y de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz. Además, España se ha convertido en una importante plataforma logística hacia África, donde llega el 60% de toda la ayuda a nivel mundial.

En España, mandan 10.000 paquetes al año a los temporeros del campo

La facturación de Cartay llegó a cinco millones de euros en 2008. La crisis redujo esa cantidad en 2009, obligando a Cartay a intensificar su actividad comercial para lograr más acuerdos internacionales. Este año, sólo con la operación de Haití, han facturado un millón. 'La ayuda humanitaria ha caído a la mitad con la crisis', comenta Saiz, pese a que 'cada año hay unas 1.000 catástrofes importantes, aunque sólo una o dos tengan repercusión en los medios'.

Su producto tiene que ser tan barato como para atender al mayor número de personas posible. Es una clave de los concursos, ser capaz de vestir a una persona con muda, chándal y calzado por 20 euros. Por eso Cartay diseña su propia ropa y fabrica en China lo que tiene almacenado. 'Cuando hay una catástrofe' y hace falta más material del almacenado, 'no hay tiempo para fabricar en China (30 días), ni traerlo (otros 30 días), y se pide a proveedores españoles.

España no está al margen de la necesidad. Los inmigrantes del campo reciben más de 10.000 kits de Cartay al año. La empresa ha empezado a comercializar kits de comida y ropa de bebé (3.000 en 2009) para familias con problemas. También de comida (latas, pasta, arroz) que están distribuyendo ONG. 'Aquí teníamos el problema de los miles de personas inmigrantes a las que había que atender a pie de playa. Así empezamos a darnos cuenta de las situaciones en las que se necesitan cosas básicas con un tamaño y presentación que permita almacenar y transportar fácilmente'. Ese problema se ha reducido mucho.

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