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De menú, humor y un punto de seducción

EFE

Risas y un punto de picardía y pasión en el menú se hacen imprescindibles para los cocineros que quieran estar al día de las últimas tendencias gastronómicas mostradas hoy en la cumbre Madrid Fusión, donde la ciencia y la química se hacen a un lado para dejar paso a las emociones.

Si hasta ahora los chef aspiraban a crear platos que cual magdalena de Proust arrancaran lágrimas de emoción a los comensales, ahora hay una nueva generación que busca hacerles reír a carcajadas, y el rey de esta tendencia es el joven canadiense Kevin Cherjas, quien ha demostrado en el encuentro gastronómico en qué consiste su cocina con humor.

"Queremos que la gente disfrute en la comida, que no tenga miedo, crear hacer platos divertidos con los que la gente se relaje, cosas que la gente pueda recordar y que sean una experiencia, sobre todo ahora, en medio de esta crisis, de este mundo que tan lejos está de ser perfecto", relata Cherjas a Efe.

Con esta filosofía humorística ha creado platos como su "burbuja de champiñones", una receta inspirada en Alicia en el País de las Maravillas y que llega a la mesa con la apariencia de una amanita muscaria, una de las setas más venenosas que existe y probablemente una de las más conocidas del imaginario popular, con su cubierta rojo intenso tachonada de motas blancas.

Otro de los ingenios del canadiense es una "ilusión en tres dimensiones". El plato llega a la mesa acompañado de unas gafas 3D, y el comensal trata de averiguar "qué es verdad y qué no en el plato".

"Eso hace que la gente ría, provoca una reacción. Si te ríes un poco cada día lo pasáis mejor tú y la gente que está contigo. Si no, el día se hace muy largo, y la vida es demasiado corta para estar tan serios", reflexiona el joven chef.

Frente a los clásicos blinis con los que se sirve el caviar, Cherjas propone un "minigofre" en cuyas minúsculas celdillas cuadradas se sirve este preciado ingrediente acompañado de sus guarniciones tradicionales; y su guiño a quienes desprecian lo vacuo de las creaciones gastronómicas actuales es el tandoori con piña crujiente y foie gras.

"Parece aburridísimo, pero cuando lo comes hay tanto interés en la boca, tanto sabor, que no puedes evitar sonreír, porque has pensado que era la típica cosa aburrida", cuenta este cocinero, que también ha creado una receta de alitas de pollo con limonada rosa que parece recién salida de un dibujo animado.

Y si Cherjas ha llevado la carcajada a la cocina, la mexicana Martha Ortiz hace lo propio con la sensualidad, mientras reivindica la impronta que deja una mujer en todo aquello que cocina.

"La manera en la que concebimos una receta es la manera en la que concebimos el mundo. Ponemos muchos kilos de pasión, 3 gramos de melancolía, 2 cucharadas de sentido del humor y 7 litros de lágrimas", dice esta chef, que recuerda que la sofisticación gastronómica se remonta a los "trescientos platillos que se le ofrecían cotidianamente a Moctezuma".

Aunque la sensualidad es patrimonio universal, Ortiz sostiene que impera especialmente en la gastronomía latinoamericana, esa que "se distingue por tocar las masas, sentirlas, llenarlas de la tibieza del corazón".

"Las mujeres mexicanas son hechiceras, porque con tres ingredientes logran hacer una comida, y olvidas cualquier pobreza en esta magia cotidiana", asevera la chef de "Dulce Patria", quien entiende la sensualidad "desde la preparación y la intención".

Para Martha Ortiz, un menú lleno de sensualidad tendría que ser mexicano, con un agua de jamaica con flores y especias, un ceviche con mango y sangrita, y un postre como el "suspiro de dama con beso de duque", con un "té de querer" para terminar.

Aunque, cuenta, la receta más sensual de todas, aquella comparable a un orgasmo, es el mole negro, "que tiene esta profundidad y que sientes que 50 ingredientes te revientan en la boca", mientras la tortilla es equiparable a un abrazo.

Lorena Cantó

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