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Las obsesiones sexuales de un inglés

Howard Jacobson presenta su novela, 'Un acto de amor'

PAULA CORROTO

Los ingleses no suelen asomarse al sexo con seriedad. Casi siempre prefieren abordarlo desde el humor. Como si los actos sexuales fueran juegos infantiles y así, menos importantes. Triste herencia del puritanismo victoriano.

Hace unos meses, Howard Jacobson (Manchester, 1942) quiso, sin embargo, darle la vuelta a la tortilla y crear una novela en la que el sexo, el deseo y la perversión jugaran un papel que fuera mucho más allá del chiste verde. El resultado es Un acto de amor, que acaba de publicar Miscelánea y que ayer se presentó en el Hay Festival de Segovia. Es también la primera novela del inglés y ya tiene nueve que aparece en el mercado español.

Los protagonistas son el marido, la mujer y el amante de ella. Clase alta y gustos refinados. Y nada es secreto, ya que ha sido el marido quien le ha buscado el amante a su mujer. Él sufre con la infidelidad, pero a la vez, imaginarse como un cornudo, es la fuente de su mayor placer. 'Con este juego pretendía tratar también la crisis de la masculinidad. Los hombres se muestran cada vez más inseguros sobre su papel. Uno de los deseos del hombre es saber que su mujer le es infiel, lo que pasa es que esto es un tabú porque ninguno lo dice', explica Jacobson.

El escritor señala, además, que hubiera sido difícil plantear la historia con una amante para el hombre. 'Es una perversión que no tienen las mujeres', señala.

El juego es peligroso y todos sus protagonistas lo saben. 'No se sabe nunca por qué ella accede, pero desde luego es mucho más generosa que él. El marido es cruel, porque en realidad, todos los masoquistas lo son', confiesa el escritor.

Su intención con esta novela era abordar también la profundidad de la tragedia. Por pura experimentación a partir de la comedia, que hasta ahora ha sido el género natural de Jacobson. 'Las obsesiones sexuales nunca tienen salida y siempre acaban convertidas en una tragedia', apunta el escritor. En esta historia, llevada hasta sus límites, hay un momento en el que todos se dan cuenta de que ya no pueden jugar más. 'Los personajes descubren que la vida va en serio', sentencia Jacobson.

No hay explicitud en esta novela. Jacobson juega con la sugestión y con el poder de la imaginación. Precisamente, el escritor echa de menos la falta de la sugerencia en la literatura. 'Creo que esto es porque somos más incultos. Se dice que cuanto menos ropa, más eróticos. No es cierto. A mí las niñas poligoneras de Londres, con sus tops y tacones, me parecen ridículas'.

 

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