Este artículo se publicó hace 15 años.
Puesto a punto el reloj de la Puerta del Sol para las campanadas
Los relojeros de Casa Losada han hecho esta mañana la última revisión del reloj más famoso de España, el de la madrileña Puerta del Sol, con el fin de ponerlo a punto para que esta noche dé a la perfección las doce campanadas que darán paso al año nuevo, 2010.
Jesús López-Terradas, que junto a dos compañeros de la relojería madrileña Casa Losada lleva "cuidando" del reloj de Sol desde 1977, ha explicado a Efe que los tres ensayos -llevados a cabo ayer a mediodía y a media noche y hoy a mediodía- "han salido a la perfección", por lo que espera que esta noche el reloj funcione "a la perfección".
En una entrevista con Efe, López-Terradas ha explicado que aunque son ya más de treinta años realizando esta tarea "siempre hay muchos nervios cuando llegan estas horas".
Y es que "hay que estar pendientes absolutamente de todo para que todo el mundo se pueda comer las uvas" con las doce campanadas de este reloj, que suelen son retransmitidas por televisión en toda España.
Para poner "a punto" el complejo engranaje de este reloj histórico, que llego a Madrid en 1865 procedente de Londres y conserva su maquinaria original en un 98 por ciento, los relojeros trabajan todo el año, revisando el reloj al menos dos veces por semana "para engrasarlo y remontar sus pesas", explica López-Terradas.
Conforme se va acercando este gran día, "el mantenimiento se intensifica si cabe", y los últimos quince días los relojeros "apenas" salen de la torre, donde todo "se revisa al máximo" hasta el punto de que ni tan siquiera contemplan la posibilidad de fallo.
La últimas horas son "fundamentales": a las nueve de la noche los tres relojeros se encerrarán dentro del reloj donde cada uno tiene una misión asignada desde hace 31 años, uno se encarga de bajar la bola dorada manualmente, otro vigila el segundero y un tercero controla el proceso general.
Aunque dicho así suena laborioso, el relojero señala que es "tanta la tensión y el trabajo" durante las horas previas a las campanadas, que a ellos les pasan "volando" y siempre les sorprende "el estallido de la gente" tras la última campanada que da paso al nuevo año.
Eso sí, antes de que llegue ese momento y para que nadie se equivoque ni se atragante el relojero de la Puerta del Sol detalla el espectáculo que se producirá al filo de la media noche.
"Veintiocho segundos antes de las doce retiraremos la palanca que sujeta la bola del reloj, que descenderá por su propio peso, con su famoso repique de aviso, que durará exactamente ocho segundos".
A 20 segundos de las doce sonarán los cuartos, con dos campanadas cada uno, de modo que en total se oirán ocho campanadas en bloques de dos.
Y, a continuación, coincidiendo con la señal horaria, a las doce en punto de la noche, repicarán las doce campanadas con un intervalo de tres segundos entre cada una de ellas y durante un total de 33 segundos.
Sólo la primera de las doce campanadas sonará en 2008, las once restantes lo harán ya dentro del año nuevo.
Y mientras todo el mundo reparte besos y brindis, los relojeros continuarán con su trabajo e iniciarán el desmonte de la bola, que guardarán y custodiarán hasta el próximo fin de año.
Es entonces, cuando ellos se comen sus doce uvas, que este año tomarán con el deseo de que "el año 2010 sea mejor para todos y remontemos de la crisis en la que nos encontramos".
Al parecer, la tradición de tomar las uvas para celebrar el cambio de año viene de comienzos del siglo XX cuando los cosecheros alicantinos ingeniaron esta celebración para dar salida a la ingente cosecha de vid que hubo un año.
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