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La reelección del presidente de CEOE, en el aire

VICENTE CLAVERO

A menos de dos meses de las elecciones, previstas para el próximo 17 de diciembre, el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) aún no ha comunicado oficialmente si piensa optar a un segundo mandato. La gestión de Juan Rosell, que lleva ya casi cuatro años en el cargo, tiene numerosos detractores y no se descarta que surja una candidatura alternativa a la suya, capaz complicarle notablemente la reelección.

Las críticas contra el actual presidente se centran en tres aspectos concretos: la reforma del sistema de formación, las competencias de las mutuas de trabajo en materia de altas laborales y el papel de las Cámaras de Comercio. Sobre todo eso se ha legislado durante la presente legislatura, a instancias del Gobierno de Mariano Rajoy, con unos resultados que no satisfacen a destacados dirigentes de CEOE y de los que se culpa a Rosell por no haber jugado más fuerte.

La reforma del sistema de formación, después de sonados escándalos a cuenta del mal uso de fondos públicos, ha puesto en peligro una de las principales fuentes de financiación de las patronales y también de los sindicatos. Estos agentes sociales han perdido la exclusividad que disfrutaban tradicionalmente, al haberse introducido la posibilidad de que otras entidades oferten cursos y se alcen con parte de los 1.700 millones de euros de subvenciones.

Por lo que se refiere a las mutuas de trabajo (que, por cierto, están integradas en la organización), CEOE aspiraba a que tuviesen la última palabra en la concesión de las altas laborales por enfermedades comunes, ahora dependientes de los médicos de la Seguridad Social. Sin embargo, la presión de los sindicatos y de Sanidad, que quería evitar nuevas Mareas Blancas, impidió que saliera adelante un proyecto del Ministerio de Empleo más acorde con los deseos de los empresarios.

Las Cámaras de Comercio, en fin, estaban muy tocadas desde que el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero suprimió en 2010 las cuotas obligatorias, poniéndolas al borde de la inanición económica, que amenazaba con destruir a este tradicional competidor de CEOE. Para evitarlo, Rajoy promovió el año pasado un auténtico revitalizante: ley que otorga a las cámaras nuevas funciones de apoyo a las empresas, particularmente en la búsqueda de mercados exteriores.

Todos estos contratiempos son el origen de algunos reproches a Rosell que no se han escuchado sólo en los pasillos de la patronal, sino también en el seno de sus órganos de gobierno, donde hay dirigentes que últimamente no han tenido empacho en expresar sus críticas sin ningún tapujo. La más extendida es que al presidente le falta una capacidad real de influencia acorde con el cargo que ocupa y, además, tiene la costumbre de informar a toro pasado de los acuerdos que alcanza.

Según personas conocedoras de los entresijos de CEOE, sus principales detractores se encuentran en sectores tan poderosos como el metal, la construcción o la hostelería y las territoriales de Andalucía, Comunidad Valenciana, País Vasco y Castilla-La Mancha. Por el contrario, uno de los grandes valedores de Rosell sigue siendo el hostelero Arturo Fernández, presidente de la madrileña CEIM, aunque sus crecientes problemas con la justicia le han desgastado mucho.

Ese apoyo estuvo a punto de perderlo hace unos días, cuando estalló el caso de las tarjetas opacas de Bankia, de las que Arturo Fernández fue uno de los titulares y, para mayor escarnio, hizo buena parte de los gastos en sus propios restaurantes. Si hubiera dejado entonces CEIM, para Rosell habría sido un serio revés, porque la persona llamada a sustituir a Arturo Fernández provisionalmente era su segundo, Juan Pablo Lázaro, con quien aquél no guarda una buena sintonía.

Las fuentes citadas aseguran que el presidente de CEOE lleva semanas sondeando a las organizaciones sectoriales y territoriales en las que confía encontrar respaldo de cara a la reelección, así como también a los miembros del Consejo Empresarial para la Competitividad. Esta entidad agrupa a las mayores corporaciones del país, que suelen ser importantes contribuyentes a las arcas de la patronal y tienen, por ello, un ascendiente interno notable. Las gestiones llevadas a cabo por Rosell no deben de haber arrojado, al menos de momento, el resultado apetecido, ya que no acaba de arriesgarse a dar el paso, pese a que se había comprometido a hacerlo después de las vacaciones de verano.

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