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Temen epidemias en Haití, que estudia quemar cuerpos y evacuaciones masivas

EFE

Los cuerpos de socorro no esperan muchos más "milagros" como el del rescate ayer de una mujer que estuvo 80 horas sepultada bajo los escombros que dejó el terremoto del martes, por lo que ahora la atención está más centrada en cómo evitar una crisis sanitaria en Haití.

A las dificultades para encontrar a víctimas con vida como Lidovia Pierresainte, la mujer de 33 años que tras un trabajo de nueve horas y media fue salvada por una brigada de Perú y Nicaragua, se sumó ayer un nuevo temblor, de 4,5 grados en la escala Richter, que sembró otra vez el pánico y retrasó las labores de rescate.

Una muestra de la precaria situación en la capital haitiana se vivió durante el rescate de Perresainte, cuyos socorristas debían turnarse cada media hora ante el hedor que desprendían los cadáveres de tres adolescentes que tenía a su lado, dijo el nicaragüense Bernardino Bermúdez.

El ministro de Sanidad haitiano, Alex Larsen, aseguró que ya han sido encontrados "algo más de 25.000" muertos, la mayor parte de los cuales ha ido a parar a fosas comunes, donde son cubiertos con cal viva y luego con tierra.

Ante críticas por una supuesta intención del Gobierno de quemar los cuerpos, Larsen no lo descartó: "aún no hemos tomado la decisión".

Por su parte, su colega de Interior, Antoine Bien-Aimé, dijo a Efe que en total serían 100.000 los fallecidos, 70.000 de ellos en Puerto Príncipe.

En otras ciudades como Leogane (oeste) han perecido entre 5.000 y 10.000 en medio del derrumbe del 90% de los edificios, el mismo nivel de destrucción que presenta Carrefour, según Elizabeth Byrs, portavoz de la oficina humanitaria de la ONU (OCHA),

"En el momento en que empecemos a derruir las casas que han sido dañadas, la atmósfera será irrespirable, porque aparecerán nuevos cadáveres", advirtió Larsen.

A esto se suma, apuntó Bien-Aimé, que en la capital haitiana deambulan unas 600.000 personas que se quedaron sin techo por la "catástrofe histórica" y "la peor situación a la que ha debido hacer frente la ONU", tal como aseveró Byrs.

Sin agua, sin comida y sin baños, cada cual se las ingenia como puede para salir adelante cada día, muchos de ellos recurriendo a los campamentos que se han ido improvisando desde el martes en la capital del país más pobre de América.

Uno de esos campamentos está en la Plaza Saint Pierre, en donde apiñados malviven cerca de 10.000 haitianos, afirmó a Efe el representante de Protección Civil Benoit Frantz.

Allí no es extraño ver restos de excremento por algunas áreas del parque y también montones de basura, cuya pestilencia se mezcla con los cadáveres en descomposición.

Para evitar que los riesgos de epidemias y enfermedades sigan creciendo, Bien-Aimé confirmó a Efe que su país planea evacuaciones masivas.

"En muchos casos vamos a tener que proceder al desplazamiento de la población, y planeamos construir campamentos provisionales para recibir a las víctimas", señaló.

Los dos ministros se refirieron, además, al retraso en la atención a los heridos y lo atribuyeron a los graves daños en las infraestructuras y en las comunicaciones.

El Gobierno pudo repartir el viernes asistencia para unas 30.000 personas: galletas proteínicas, agua y productos para la higiene, de acuerdo con el titular de Interior.

Según pudo comprobar Efe, el Hospital General, mayor centro médico del país, ya comenzó a recibir medicinas, material paramédico y alimentos para los enfermos, tras tres días de parálisis total, si bien su gerente general, Guy Laroche, puntualizó que toda la ayuda "ha sido de ONGs".

Pese a esta y otras críticas por la desorganización gubernamental, incluyendo señalamientos de que es EE.UU. el que coordina esa tarea, Washington afirmó que es la Administración de René Préval la que dirige esos esfuerzos.

"El Gobierno de Haití lleva el liderazgo en la identificación de cuáles son las prioridades", aunque EE.UU. y otros países realizan reuniones diarias para detallar las tareas de coordinación, aseguró Tim Callaghan, asesor para América Latina y el Caribe de la Oficina de Asistencia Extranjera para Desastres de la Casa Blanca.

Como parte de esas tareas de coordinación de la ayuda, Préval, quien pidió mejorar la coordinación de los equipos de rescate y sobrevoló Puerto Príncipe para constatar la magnitud de la catástrofe, viajará el lunes a Santo Domingo a una cita preparatoria de cara a una Cumbre Mundial por Haití que se está previsto se celebre en marzo.

En la reunión del lunes, convocada por el mandatario dominicano, Leonel Fernández, también participará la vicepresidenta primera del Gobierno de España, María Teresa Fernández de la Vega, así como representantes de EE.UU., Canadá y América Latina.

Adicional a este esfuerzo, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció el "Fondo Clinton-Bush", que buscará organizar a la sociedad civil de su país en los esfuerzos humanitarios y de reconstrucción en Haití.

Además, la secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, llegó ayer a Puerto Príncipe para trasladar a Préval y al pueblo haitiano la solidaridad y el compromiso de Washington.

Clinton no abandonó el aeropuerto, sensible a las sugerencias de que su presencia en Haití podía perjudicar las operaciones de rescate en marcha.

La ayuda internacional sigue llegando a esa terminal aérea, que ya alcanzó su capacidad máxima de 90 aterrizajes y es dirigida desde el viernes por Estados Unidos tras la firma de un "memorando de entendimiento" con Haití.

Según un funcionario haitiano citado por Radio Metropole, el problema del aeropuerto Toussaint Louverture no es la coordinación, sino la falta de camiones para distribuir la ayuda y la destrucción de las vías.

Hoy está prevista la visita a la nación antillana el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon.

Naciones Unidas es uno de los organismos más afectados por el sismo, ya que causó la muerte de al menos un trabajador del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y 40 miembros de su misión de paz en Haití, incluido su jefe, el tunecino Hédi Annabi, y su adjunto, Luiz da Costa, confirmó Ban.

Por último, la desesperación que invade a los sobrevivientes sigue degenerando en saqueos y robos a transeúntes en el centro de Puerto Príncipe -donde entre 5.000 y 6.000 presos se fugaron tras el terremoto-, sin que la Policía intervenga, comprobó Efe.

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